26 de diciembre de 2021. Domingo.
FAMILIA
FAMILIA
-Digo familia, y se me llenan los ojos de bellos recuerdos. También se
embellecen mis lágrimas. Desde que me acompaña el uso de razón, mi familia ha
sido mi júbilo y mi orgullo. Una familia humilde, pero en la que aprendí a amar
y a valorar el trabajo y la alegría de vivir. Y el darme a los demás. Recuerdo
que, a veces, cuando salía de casa, mi madre me hacía una cruz en la frente y
me decía: «Sé bueno». Nada más, y nada menos. Y, luego, trasto yo, lo era o no
lo era, bueno, pero me servía para recapacitar y volver a intentarlo. Una y
otra vez; y así, hasta hoy. Con el sabor a villancico de Nochebuena aún en la
boca, nos encontramos con otro regalo de Navidad: la fiesta de la Sagrada
Familia. La familia cristiana adora a Jesús como «el hijo de Dios vivo, que se
hizo», además, «Hijo en una familia humana», dice San Pablo VI. Sin embargo Jesús,
cuando llega su hora, se aparta de su familia sin olvidarse de ella. «¿No
sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?», les dice a sus padres que
le buscan, tras perderse en su viaje a Jerusalén. Jesús ama a su familia, pero
la deja para poder llevar a cabo su misión. Jesús mismo llegaría a decir que
sus padres y sus hermanos eran los que hacían la voluntad de su Padre. Y así
hasta la cruz, donde se escribe el penúltimo capítulo de esta historia de amor
que es la vida de Jesús. El último capítulo será su resurrección, y la esperanza,
para nosotros, de resucitar con él, de hallar la trascendencia, de ver, sin
obstáculos, el rostro de Dios, de tocar su misericordia, de caer, Diario, en su
Amor (17:32:11)