sábado, 18 de diciembre de 2021

18 de diciembre de 2021. Sábado.
UN MODO DE SUSPENSE

Llueve en Murcia, parpadeando. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-Convertirse es un modo de suspense. Sólo quien no tiene fe puede convertirse a la fe. Convertirse es el trueque de «no tener» a «tener». Es carecer de algo que al fin se logra. En un lento proceso, a veces. A lo largo de la historia, conversiones ha habido muchas: desde Pablo a Agustín. Es como si Dios animara desde la clandestinidad. A ese animar, el creyente lo llama gracia. Dios no se deja ver, por no molestar, pero alienta. Dios es discreto. Aunque haya algún momento en el que se haga destello y deslumbre, y precipite así la conversión. A San Pablo este destello lo tiró del caballo, y creyó. Dios, pues, luz para la inteligencia. Ha habido conversos en cualquier ámbito de la ciencia y el arte. Y las causas o circunstancias casi siempre han sido distintas. Dios se deja ver por resquicios inverosímiles y extraños. Estos resquicios suelen ser la lectura o el ejemplo, o el afán de hallar respuestas a preguntas que uno se hace. Chesterton cuenta que el principio de su conversión se debió (si no del todo, pero sí en gran medida) a una lectura. Lo que a algunos causó pavor y aun un susto teológico, a Chesterton le produjo una alegría y un descanso especiales. Dice que un místico católico escribía sobre la Virgen María: «Todas las criaturas deben todo a Dios; pero a Ella hasta Dios mismo le debe algún agradecimiento». Así es: Dios le debe a María el haber dicho Sí a la propuesta del ángel, en la Anunciación. Y es que convertirse es un modo de suspense, de intriga inquietante, hasta que –con Dios sonriendo un poco entre bambalinas– sucede, y el milagro de la luz se consuma. Ah, decirte, Diario, que el día ha abierto ceniciento, como un bosque quemado, y llueve (20:23:28).

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