6 de diciembre de 2021. Lunes.
ENTERNECER EL DOLOR
ENTERNECER EL DOLOR
-El voluntario es un ser que ve, siente y se da. Ve el infortunio, lo
siente como suyo, y se ofrece de corazón a remediarlo. O en todo caso, a
aliviarlo. Es el samaritano que ve al caído en el camino y, bajando de sí
mismo, acude y le presta su ayuda, poniendo en sus manos un poco de su corazón.
Con la ternura en sus manos, y limpias de cualquier otro interés nocivo, se la
ofrece al caído. Ha dicho el Papa Francisco: «Los voluntarios dan un rostro
humano y cristiano a la sociedad». La sociedad, caída en un inmenso charco de
egoísmos, de vanidad y humo, de renacuajos de individualismo, en el
voluntariado recobra su faz humana, su identidad cristiana. El voluntario es
Cristo que se acerca al leproso, y, saltándose la ley –ley injusta, que excluye
–, lo toca, y lo cura. Y advierte al que sana: «Mira, no se lo digas a nadie».
El buen voluntario es un alma generosa que se expresa y se da en su mirada y en
sus manos, y en el calor de su sonrisa. Con sus acciones quizá no cure, pero calma
y enternece el dolor. Contribuye a instalar en el mundo, como la llama el Papa,
la «cultura de la solidaridad». Ahora que llega la Navidad, sería bueno recordar
lo dicho por Albert Schweitzer, misionero y Premio Nobel de la Paz: «Si das luz para
encender la vida de tu hermano, más esplendorosa brillará en ti». Encendamos la
lámpara de nuestro desprendimiento, Diario, y dará luz a todas las demás
acciones de nuestra Navidad, las enriquecerá de claridad, será un árbol bellísimo que
irradie paz, y humanidad (12:39:08).
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