26 de diciembre de 2022. Lunes.
SUEÑOS TERRIBLES
|
Una mano sin final, causando miedo. Torre de la Horadada, |
-Anoche tuve un sueño terrible. Los sueños de miedo
son tan terribles, porque sueñas sin saber el final terrible del sueño. ¿Y si
llegado al final del sueño, cae la cuchilla de la guillotina y te rebana el
cuello? Qué panorama tan sombrío debe ser contemplar, a unos palmos de
distancia, tu cuerpo sin cabeza. Tu cabeza aquí mirando, y el cuerpo, un poco
más allá, regurgitando sangre. Decía Umbral que madrugar era espiarse uno a sí
mismo. Espiarte a ti mismo hecho un dolor de cabeza. Todo esto es terrible,
pero no hasta el extremo de (como me ocurrió a mí con el sueño de anoche)
dejarte sin aliento. En este sueño mío no había vampiros, ni guillotinas, ni
sangre, ni Allan Poe tratando de asustarme con una de sus pavorosas historias.
El sueño consistía en que el lenguaje –la Lengua, el Idioma– perdía las letras A, mayúscula, y la a, minúscula. Algo o alguien las iba borrando de todas las
palabras, y, aunque podía gritar «¡socorro!», no podía pedir «¡auxilio!», ni
decir «¡madre, dónde estás!», ni mar, ni rosa, ni tantas otras cosas hermosas y
tan cercanas. ¡No poder decir palabra, ni abecedario, ni vocabulario, ni ala…!
¡Ni «Diario»! Terrible. Sí podía decir «leo un cuento», o «tengo miedo», o «¡Dios!»
Y esto me salvó. Grité: «¡Dios!», con todas mis fuerzas, y el grito me hizo
despertar. Y, despierto, corrí a la biblioteca y allí estaban (¡ah!, suspiré)
Virgilio y su Eneida, Dios y su Biblia y El Cuervo, de Allan Poe; todos los libros con todas sus letras y
sus historias admirables, y también Navidad, y María, y ternura, la otra gran
historia… Todos. Bueno, decirte, Diario
–es confidencial–, que ya puedo leer el poema El Cuervo sin que me cause miedo: sé el final y sabido el final,
como decía Borges, sabes todo el cuento… (12:28:45).