29 de diciembre de 2022. Jueves.
LA OCASIÓN
-El veintitrés de este mes, desperté y me dije: «Soy feliz: no me ha tocado la lotería». ¿Qué hubiera
sido de mí, si, acostumbrado durante tantos años a lo que soy, de pronto me encuentro
rico, vestido de Bill Gates y con Microsoft a cuestas, y sin poema (solo euros)
que echarme a la boca? Porque no hay poema que resista una lluvia de euros. Así
como el terrón de azúcar se diluye en cualquier líquido, de igual modo el poema
(la vida) se diluye en la riqueza. ¿Qué vida, por primaria que sea, puede
respirar solo euros y no oxígeno, aunque sea éste poético? Ya decía Jules
Renard, escritor francés, que lo que distingue a un hombre de un animal, son
las preocupaciones financieras. Y Voltaire: «Quienes creen que el dinero lo
hace todo, terminan haciendo todo por dinero.» Que se lo digan si no a los
corruptos. Respirar euros, debe ser incomodísimo. Sólo creo en el dinero que
ayuda a remediar pobrezas; el otro, el sobrante, es dinero que sirve, en todo
caso, para quitar el sueño. El avaro es el pobre que, contando monedas, cree
vivir en la opulencia. Dios no juega al ajedrez, ni a la lotería, ni a los
dados. Dios es amor, y, como tal, solo juega a darse: todo Él es amor, dádiva. El amor encerrado en sí mismo, no es tal, es interés, egoísmo. Lo
dicho, soy feliz, porque no me ha tocado la lotería. Entre otras cosas, Diario,
porque, como tú sabes, nunca juego a la lotería. Quien evita la ocasión… ¡Ah!
(11:09:54).
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