27 de junio de 2015. Sábado.
ANIQUILAMIENTO
Y la luz fue, en el inicio de todo. F: FotVi |
-Qué mal suena el terror; suena a odio; pon el oído: odio -hiel- que
siempre acaba en tragedia, amarga. Releía yo a Ortega y Gasset (Meditaciones del Quijote, año 1914), cuando,
como un gemido o zarpa de algo maligno agarrado a la garganta, me asalta la
noticia: varios atentados en diversos lugares del mundo. Odio, saña, fanatismo,
pienso. En Francia, en Túnez, en Kuwait, en Somalia ha estallado la muerte; y
en el tiempo sagrado (Alá, y por hijos de Alá) del Ramadán. El hombre (quizá
religioso, pero fanatizado, ideologizado) inmolando al hombre, en nombre de Alá.
Ortega: «Amor es un divino arquitecto que bajó al mundo, según Platón (Banquete), “a fin de que todo en el
universo viva con conexión”. La inconexión -sigue- es el aniquilamiento». Conexión,
amor; inconexión (odio), aniquilamiento. Está sucediendo, como ya sucedió. Se
dijo: «Dios es amor»; es decir, Dios es afirmación, es un sí creativo, es felicidad
(asombro) ante lo creado. («Dijo Dios: “Haya Luz”, y hubo luz. Y vio Dios que
la luz estaba bien». Se asombró). Dios es afirmación y nunca negación. Por eso
extraño yo a un Dios irritado, colérico, tempestuoso en el pensar y sentir en seguidores
suyos. La yihad: o Alá mata. No cuadra. No puedo pensar que Alá bendiga esta
barbarie de matarifes y jiferos, que hacen de la espada el clamor de su voluntad.
Hágase la luz, dijo Dios, y fue la luz; fue la vida, ese tumulto de creatividad
y conexión, vorágine, que ha hecho posible la belleza y el amor, también en el
hombre, en el que Dios imagina y recrea lo antes imaginado y creado por él. La
belleza y el amor, con minúscula; sucesos vivos, cercanos, irradiantes, Diario,
de la otra Belleza, del otro Amor, con mayúsculas: mi Dios (11:09:44).
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