29 de febrero de
2016. Lunes.
JÚBILO
Puerta del Perdón, Catedral de Murcia. F: FotVi |
-Viento frío en el rostro, como el que recibe un
cachete sin ternura, gélido, que no duele pero hiela. El frío, ayer, se vistió
de viento y, haciéndola neblina en la boca, nos heló la respiración. Neblina y
rezo, en San Blas, y peregrinación por la tarde a Murcia, con sol. El sol,
montado en las naves blancas de las nubes, corría con ellas y no obstante quemaba.
Se celebraba la apertura del Año Jubilar para la zona del campo de Cartagena. Apertura,
o entrar por la Puerta del Perdón en la Catedral, donde reside la Cátedra de
Pedro, representada en el Obispo (tradición). Íbamos a jubilar (júbilo, alegrarnos)
por el Año de la Misericordia. La misericordia es virtud que escasea, como el
silencio en el estertor diabólico de la verborrea política. ¡Qué hermoso y
sabio es hablar en silencios, como Dios a las almas o a la sabiduría humilde!
Nunca habla Dios a la sabiduría malditamente altiva. Se queda en el silencio de
la oración, y desde ahí, abre caminos. Un jubileo, para la iglesia, es echar
las campanas al vuelo de la esperanza, poner flor al espino. Jubileo (yobel: cuerno: instrumento sonoro que
anunciaba el año sabático a Israel). En el Levítico
(libro del Antiguo Testamento), se decía: «Declararéis santo el año cincuenta,
y proclamaréis en la tierra la liberación para todos sus habitantes. Será para
vosotros un jubileo (un motivo de alegría); cada uno recobrará su propiedad y cada
cual regresará a su familia». Año jubilar, pues, o año de libertad y de justicia;
no estaría de más que, para ponernos al servicio de lo políticamente incorrecto
-donde más abundan, de ordinario, la libertad y la verdad-, lo hiciéramos al
menos una vez en la vida; lo poco, Diario, nunca hace daño, salvo al amor (20:09:55).