27 de febrero de
2016. Sábado.
LAS
RENDIJAS DE LA POLÍTICA
Giraldillo, Catedral de Sevilla. F: Google |
-Todo pudiera ser, como el pájaro que interpreta la
partitura de su canto y alegra las ramas del árbol donde amuebla su nido. En
Sevilla o en Madrid, o en La Habana o en Frankfurt, en vez de nombres, deberían
suprimir calles y así no quedaría rastro de los nombres. No es inteligente suprimir
nombres y dejar las calles, porque, al fin, todo nombre, como el salmón, vuelve
a la calle donde nació, y contra corriente. «Final. ¿Acaso nada? Pero quedan
los nombres», afirma Jorge Guillén. Y Aldous
Huxley: «En su propaganda, los dictadores confían sobre todo en la repetición,
la supresión y la racionalización: repiten
consignas que desean que se acepten como verdades, suprimen hechos que desean que sean ignorados, y fomentan y racionalizan pasiones que puedan ser
utilizadas en interés del Partido o del Estado». Este acorde de acordeón desafinado
me suena de haberlo oído estos días en «esta España mía, en esta España nuestra».
Ejemplo: suprimir el nombre de Santa Ángela
de la Cruz a una calle, en Sevilla, sería como usurparle el Giraldillo a la
Giralda; seguiría siendo torre, pero no Giralda. Un dictador, aunque sea breve
por bajito de cultura y tonto por insistencia en la materia, no deja de dar
miedo. Me dan pavor, Diario, los dictadorzuelos que, con aspavientos de bisutería
barata de bruja tenazmente mala e ineducada, perversa, nos acechan por las rendijas
del poder, en estos días de vacas flacas y enfermizas en la política (20:28:26).
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