18 de febrero de
2016. Jueves.
AVE
QUE VOLABA UN SUEÑO
Pensando vuelos, en la Academia General del Aire. F: FotVi |
-Ayer, al sentarme en la
carlinga de un reactor de la Patrulla
Águila, viví la experiencia de un vuelo imaginativo, lúdico, casi místico.
Invitados por el capellán de la Base, Ildefonso, un grupo de compañeros
visitamos, en La Ribera de San Javier, la Academia General del Aire. Primero, una
visión panorámica del recinto de la Academia, con el espejo vivo del Mar Menor
reflejando nubes y gaviotas, y pequeñas odiseas, hasta recalar en el hangar
donde se cuidan el esqueleto y fuselaje de estas águilas de metal. Águilas que vuelan
y recrean la belleza del vuelo, superando a veces la velocidad de un parpadeo y
dejando estelas que regocijan los colores rojo y gualda, y lo agridulce (por
los defectos que con frecuencia nos regalamos) de eso que llamamos patria,
donde se incluyen familia y tierra, con la historia como nudo de pescador que
ata, firmemente. La Academia es una ciudad joven, disciplinada, en la que se estudia
y no se le ponen trabas a los sueños. En la Academia, como Dédalo e Ícaro, su
hijo, y Leonardo da Vinci, se sueñan vuelos que se hacen realidad al final de
una carrera sufrida, por exigente. Yo, Diario, por un instante, me sentí ave que
volaba un sueño y lo contemplaba a un tiempo riesgo y luz, y por tanto vida. Como
cualquier alumno aplicado de la Academia. Gracias, Ildefonso, por haberme dado
la ocasión, a mis años, de soñar que soñaba vuelos (20:29:07).
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