26 de enero de 2017. Jueves.
EL LIMBO
Barca caída, en el Mar Menor, Lo Pagán. F: FotVi |
-Ayer me caí. Al ir a celebrar misa me lie con el alba
y di con mis huesos en el limbo. Me amontoné en mí mismo como un fardo tirado. Caerse
es ponerse a un paso de la humillación, de la risa tonta y perversa de los
otros. En este caso, mis compañeros se asustaron y corrieron en mi socorro. Tardé
un poco en ponerme en pie. Hasta reponerme del pasmo primero. Yo no pedía
socorro: me reía. Ves una pierna por aquí y la otra por allá, todo dislocado, y
la cabeza, sin embargo, en alto, y te ríes. He salvado la cabeza, decía para mí.
Me había dado con ella en la pared de enfrente, tan largo me proyecté. Después
empecé a tirar de una pierna, y de la otra, de un brazo y del otro, y, mientras
reía, me iba recomponiendo. Y reunido todo lo dispersado, con esfuerzo y
ayudado por un compañero, me puse en pie. Me miraban con ojos asombrados, abiertos
a la incredulidad. Seguramente se decían: con el barquinazo que se ha dado y no
se ha hecho nada. Nada, Diario, es un decir: un frívolo rasguño en la mano, solo
eso. ¿He de darle gracias a Dios? (19:47:46).
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