25 de enero de 2017. Miércoles.
DESLUMBRAMIENTO
Mar plano, en Torre de la Horadada. F: Fotvi |
-He viajado a la costa y he visto el mar. Y no podía
creer que este mar tan pacífico hoy, tan echado en sí mismo, tan liso, hubiera
podido hacer tanto daño en costas y playas estos últimos días de fiereza y saña,
de corazón suelto y desatado. El mar, cuando se crispa, es irreconocible
incluso para sí mismo. ¿O sí se conoce? ¿Se conoce y por eso avisa? Después de
la tormenta, de los cristales rotos, avisa, echándose tendido, inmóvil, al sofá
de su dormitar. Le están robando tantas costas al mar, que en días de cuchillos
largos, se amontona y se echa a rescatar lo suyo. Y se mete en casa del vecino
que osó robarle la parcela donde construyó su ensoñación, su palacete. Desde
aquí -se dice el mar- no verás más salir el sol. Y de un golpe, con olas de
ocho metros, destroza lo que halla a su paso y que considera suyo. Y luego se
tiende perezoso y paladea, riéndose, su procacidad. Qué hermoso lo que dice
Antonio Machado, poeta de la belleza cadenciosa y lúcida: «Descubrí el secreto
del mar, meditando sobre una gota de rocío». Mirar una gota de rocío, envolverla
con la atención del poeta y el científico, escrutar su interior, hecho de pequeñas
maravillas, de mundos que ruedan como olas, detenerte en su pequeñez y
deleitarte. En lo pequeño, Diario, se te aparece lo grande, como Dios en la luz
de una brizna de trigo o en el gran enjambre ensordecedor de los cielos, donde
todo habla, donde todo es luz. Deslumbramiento (19:47:40).
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