lunes, 22 de enero de 2018


22 de enero de 2018. Lunes.

ALELUYA INFINITO

Destellos de fe, en el cielo. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Ayer fue domingo, o día pascual. Día de vida, de resurrección, de regreso. El día del «te habías ido» y «has vuelto», o «estás»; el resucitado estaba en el camino de Emaús, y cuando las lenguas de fuego, en el cenáculo, y junto al mar de Galilea. Estaba, y se le vio en la mesa, partiendo el pan; y en la tormenta, calmando las aguas de aquel lago interior, tan íntimo, tan vocacional; estaba, sobre todo, en el corazón de cada uno de los suyos, como un destello. Fue estar en el sepulcro en la noche; y en la mañana, ya no estar, entrando en la vida, según las escrituras que proclamaban a viva voz los discípulos. Y según las Escrituras, pasó -desde Galilea a Judea- haciendo el bien, y curando enfermos, y diciendo cosas nuevas -de Dios y de la vida-, y echando demonios, y así aliviaba a los poseídos. Que el demonio -que no existe- existe. Es lo que dicen las Escrituras, y la fe se fundamenta en pilares de fe y no en columnas de granito ni la opinión pública. Hay catedrales de granito, de roca, pero la fe se vive dentro del edificio, quizá en el interior de su cripta, donde habitan el silencio y el murmullo de los rezos, sin discursos ni votos. Fuera están la piedra y la belleza; dentro está Dios. Fuera se admiran los fastuosos arbotantes góticos y la incontinencia afilada de las torres que se elevan. Dentro, sin embargo, habla la fe; y el silencio: habla el Espíritu. Ayer, Diario, fue domingo, y yo lo viví desde dentro, donde, como un aleluya infinito, gozoso, estaba la pascua, salvando la alegría de vivir, y de soñar (18:17:37).

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