lunes, 29 de enero de 2018


29 de enero de 2018. Lunes.

ABUNDANCIA

Lluvia, en Estambul. Turquía. F: FotVi

-Domingo; y la lluvia dando en los cristales como con toques de pico de pájaro. El lenguaje de la lluvia en los cristales es el más cercano y familiar, y el más sonoro. Imagino a la lluvia entrando por la ventana de casa, tratando de sorprenderme. Y yo, por temor a ver el milagro, me tapo los ojos. Y, con los ojos tapados, oigo su glorioso repiquetear en los cristales. De niño, y acurrucado entre las sábanas, oía caer la lluvia en el tejado, en Molina, calle Honda, y me inquietaba. Creía que el espíritu de la lluvia descendería por las goteras y me llevaría, haciéndome lluvia con él; lluvia que regaría la tierra, y que de ella, conservada en tinajas, o en cisternas, beberían las personas, los animales. «¡Beberme las personas, los animales!», me decía, y me alarmaba. Pero luego supe que no, que la lluvia, cuando cae serena, es bendición, y que su espíritu es la alegría. Ayer, domingo, llovió -y nevó- en Murcia; yo me gocé con el gozo de los campos, a los que la sequía hace enmudecer de flores y plantas, y de pájaros. Cuando llueve, Diario, renace y habla y sueña la abundancia, y yo, que la oigo tamborilear en los cristales, me alegro, y digo: «Hola, abundancia», mientras la lluvia sigue su tarea de reanimar el mundo y su sed, de mojar y celebrar la vida, de embellecerla (18:46:02).

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