miércoles, 31 de enero de 2018


31 de enero de 2018. Miércoles.

OFUSCADOS

Ruinas de imperios, en Éfeso. Turquía. F: FotVi

-Así como se te puede atragantar un hueso y ahogarte, también hay huesos que se instalan en la mente y la atascan sin piedad, hasta cegarla. «No hay peor ciego que el que no quiere ver», dice el refrán. Es un vidente, pues, que cierra los ojos para no ver la flecha que llega y le va a herir sin remisión. Entre ceja y ceja o en el alma, donde los sentimientos. O ser herido de muerte, por ofuscación. Los hay ofuscados, como un tal Puigdemont. Que anda perdido y hallado en Bruselas, como mascota graciosa del independentismo. Hace títeres y todos los números le salen torcidos. Va a hacer una gracia y se cae, y, en vez de reír, como ocurre con el payaso, hace llorar. Aplastado por el gorro frigio de su peluca, piensa -si es que lo hace- obnubilado, ciego, obseso. Ha entrado en una rabieta de niño malo: «¡Yo quiero ser presidente!». Lloriquea sin consuelo, y hay quien le sigue la cantinela y se pelea en la calle con los mossos por él, pero, al llegar la noche, se marcha a casa, volviendo la mirada airada y los puños en alto. Ya no podría parafrasear Paco Umbral, en su Travesía de Barcelona, aquello que dijo Eugenio D´Ors: «Nadie sabe lo que puede caber en un minué»; solo que Umbral lo dice de la sardana: «Nadie sabe lo que puede caber en una sardana». Ahora la sardana está partida, rajada, rota, y se puede salir de ella sin esfuerzo, solo hace falta alzar la rabia y ponerte una careta de cartón del forajido. Forajido que se consuela, bebiendo cerveza y comiendo langostinos en Bruselas, importándole un bledo estas masas amasadas en el barro del odio y el incumplimiento -guiados por él- de la ley. Así, Diario, se ahoga un pueblo con el hueso del independentismo y la oscuridad mental que esto produce, y la flecha, ya lanzada, en camino de herirle el alma, sin remisión posible (12:08:51).

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