12 de febrero de 2018. Lunes.
CARNAVAL
Plumaje de loro, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Y llegó
el carnaval, o el rebelarse civilizado. Es tiempo de permisividad, y en él
brillan el disfraz y la chirigota. O la gracia intencionadamente amanerada (o
no) y sin pelos en la lengua. Desde su origen pagano -saturnales, bacanales, lupercales-,
hasta nuestros días. Todo proviene del carnem-levare
(o abandonar la carne), el mandato de
la Iglesia en el que se prohibía comer carne los viernes de cuaresma. Así surgió
la batalla entre don Carnal y doña Cuaresma, o entre el desmadre del descaro y el
ejército más devoto de la religiosidad. En carnaval, todo es objeto de rechifla
y escarnio: desde la política a la clerecía, con la máscara y el disimulo como
carta de presentación. En estos tiempos, don Carnal ha podido con doña
Cuaresma, y así como uno sale a la calle y lo aclama con cólera festiva, con
mojigangas ebrias; la otra se recoge en las iglesias y lo celebra con la paz de
la liturgia y el clamor del silencio de la meditación. En uno, Diario, prevalece
la bulla, el cisco, el fragor; en otro, la paz, Bach, la muerte, la
resurrección. ¿Cuál escojo? (18:29:45).
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