sábado, 3 de febrero de 2018


3 de febrero de 2018. Viernes.

CORRESPONSALES CELESTES

Luz, en el jardín. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-Ayer, día de la Candelaria -o de la Luz-: se dice -en el templo- lo que ya había sucedido en Belén. En Belén nació Dios y lo dijeron María, José, los ángeles, los pastores. Después serían los Magos; y con los Magos, lo dijeron la estrella, los sabios de Israel, el heno donde descansara el Niño Dios. La mula y el buey solo rumiaban y calentaban, que era otro modo de contemplar y de decir. Un acontecimiento interior, íntimo, ensimismado, que salta por los aires y se hace luz para las naciones. Con el Espíritu de Dios corriendo, agitado, de allá para acá. O los corresponsales celestes del insólito acaecer. En el nacimiento de Jesús, desde el canto del ángel a la mirada de José, observadora, enternecida, todo es epifanía, manifestación, apertura hacia el asombro. Y luego Simeón, el anciano que vio en el Niño al salvador, y que, desde su palabra profética, soltó la paloma de la luz hasta posarse en nuestros días. Y aquí estamos: celebrando, el día en el que Jesús se hace luz del mundo, la fiesta de la Candelaria; para todo aquel que la quiera ver. Toda epifanía es luz que abre alguna puerta a la oscuridad. Simeón, en el día de la presentación de Jesús en el templo, vio esta luz y, en esa luz, profetizó la salvación. Ayer, Diario, fue la onomástica de Candela, que celebra su luz, su preciosa epifanía particular, como una huella más de la bendición de Dios en ella (18:25:04).

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