28 de febrero de 2018. Miércoles.
SIN PIEDAD
La inocencia y la guerra, en el jardín. C. Sacerdotal. Murcia. F: FotVi |
-Sale el
sol y me esponjo como la tierra. Aquí, en el sureste, el sol es nuestro hermoso
y dócil animal de compañía. Salvo algún día gris y ceniciento, triste, el sol
nos acompaña como un lazarillo perfecto durante gran parte del año. Mientras,
en Guta, Siria, sigue la guerra exterminadora de Al Assad y los rusos contra el
EI o Estado Islámico. Dos monstruos, dos aberraciones. Y, en medio, el pueblo,
la población civil. La guerra, en este caso, se viste de tiranía. Los civiles -niños,
mujeres, ancianos- viven en el subsuelo, sin luz, sin apenas agua y sin comida.
Fuera, es intensa la artillería y los bombardeos; la piedad se ha alejado de
este lugar, la misericordia no se estila. Solo el afán de poder y la avaricia
reinan en este país de muerte y destrucción, de antagonismos irreconciliables. Pues
está la guerra y quienes la alimentan. Estos son más crueles -crueldad hipócrita,
además- que los que usan las armas. Todos están manchados en el negocio obsceno
de la guerra, los que la hacen y los que la ceban. Es como echar gasolina al
incendio del bosque. Tú, Diario, haz lo que quieras; yo rezo; así pongo mis
palabras al servicio de la paz, eludiendo a los que puedan llamarse mis enemigos,
que creo no tenerlos (18:29:29).
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