jueves, 12 de abril de 2018

12 de abril de 2018. Jueves.
EL LIBRO IMPRESO

Herejes santos, en libro impreso. F: FotVi 

-Salí a caminar y me entretuve mirando, ante una librería de textos viejos, cómo sobreviven los libros. En un pequeño cajón habría unos veinte libros, todos a un euro el ejemplar. Pobre, pero feliz final de libros en otro tiempo celebrados y vendidos -según las editoriales- por cientos de miles. «Ya serán menos», me suelo decir, escéptico, y siento acertar, porque los libros no son –para muchos- objeto de deseo. Entré y me hice con dos: El Napoleón de Notting Hill, de Chesterton y Cuentos completos de Alejo Carpentier. Dos autores que manejan el idioma como orfebres de la perfección y el asombro; el uno desde la sátira y la ironía, el otro, desde «lo real maravilloso», como rasgo iluminador de la historia de la literatura de América. Me dijo la señorita que si quería una bolsa y le dije que no: me gusta tocar, sentir, oler el papel de aquello que adoro y sirvo, el libro impreso. Nunca aceptaré una tableta electrónica para leer un libro; la razón: no emite olor de libro, no alegra el tacto, no gime al pasar sus hojas. Es este un silencioso acontecer técnico, sin alma ni sabor, híbrido, impuro, sin estética literaria, y tan frío, que, al tocarlo, hiela los dedos y la mente, y el corazón. Se congela, Diario, el hecho mismo de leer; sería algo así como morder una manzana virtual, aparente, o en sueños: te quedas sin bocado y sin el crujir excitante y virtuoso del fruto en la boca (17:55:32).

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