sábado, 14 de abril de 2018

13 de abril de 2018. Viernes.
NO TENGO UN MÁSTER

Cielo cubierto de másteres, en Murcia. F: FotVi

-Yo no tengo un máster, ¿qué puedo hacer? ¿Quién me puede vender uno? ¿Me dirijo a la Universidad para que le ponga precio al máster que necesito? ¡Luciría tanto en mi currículum, me daría tanta vida intelectual, lírica y emocional, adornada de fantasía! No duermo, pensando en el máster que no tengo. Antes se decía: «Escribe un libro, planta un árbol y ten un hijo»; ahora debiera decirse: «No escribas, planta un árbol y ten un máster». Es la verdad líquida de la nueva sociedad, que no le importa bañarse en fuentes de aguas virtuales con tal de decir que nada y guarda la ropa, o que todo acaba siendo ficticio. El mundo de lo relativo en el que parece que cualquiera puede nadar sin ahogarse, aunque no sepa nadar. Ahora que todo político –y personajillo- que se precie borra de su currículum másteres y títulos que no ha hecho, yo deseo hacerme con uno que diga que soy alto y joven, y que sé catalán. Y lo deseo, porque me interesa entrar en la Sinfónica de las Islas Baleares, que precisa a un cuentista que recite relatos en los intermedios de cada concierto, mientras los violines arrastran las notas de la primavera de Vivaldi. Permíteme, Diario, conseguir un máster, sea como sea, aunque tenga que morder un melocotón y llegar hasta el hueso, y saborearlo, y, lamida a lamida, desgastarlo; hasta lograr morder el gajo, con su deleitoso sabor a almendra (18:39:39).

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