8 de octubre de
2018. Lunes.
VICIOS
Lloviznando, en Murcia. F: FotVi |
-Aparte de algún otro,
mi vicio más importante y corrosivo es el de la lectura. La lectura, como terapia
para adelgazar en la autoestima e ir completando así mis conocimientos. Que son
pocos. Y es que como dijo Sócrates: «Solo sé que no sé nada». (Apología de Sócrates, Platón). Por eso
leo y leo, hasta quemarme las pestañas (sin que me ardan). Mis lecturas
preferidas, desde la mañana a la tarde, son: El libro de las Horas (Laudes), con el que sintonizo con Dios. Le
muestro mis heridas y él me ofrece las suyas. Y las suyas tapan las mías, y así
doy comienzo al día. Luego abro internet y leo los periódicos, algunos, especialmente:
ABC, por su tercera; El País, por la viñeta de El Roto; El Mundo, por Raúl del Pozo y Antonio
Lucas. Y algún otro. Así contrasto opiniones y pienso dónde puede estar la
verdad, que casi siempre se me escapa viciada o deformada, según qué medio. También
leo Vida Nueva, por informarme sobre
la Iglesia, y El Cultural, para estar
al día en todo lo que se cuece en el campo de la cultura, y salir así de la
barbarie. Y, al fin, escribo; o no, depende: aunque un servidor lo intenta
todos los días, de lunes a lunes, salvo que esté de viaje, o enfermo. Que muy
pocas veces. Además leo otros libros. Ahora estoy con uno de Plotino: El alma, la belleza, la contemplación,
donde se dan cita el «más elevado humanismo y el misticismo más sublime». Además
de otro de Francisco Umbral: Días
felices en Argüelles. Al final del día, Diario, vuelvo al Libro de las Horas, para decirle buenas
noches a Dios, andar, ver la tele, cenar, e irme a la cama, y dormirme como una
rama de olivo (18:22:57).
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