miércoles, 25 de septiembre de 2019

24 de septiembre de 2019. Martes.
TRISTEZA EN LOS ALCÁZARES

Lo perverso de las riadas, en Murcia. F: FotVi

-Salimos Manolo Peñalver y un servidor camino de Los Alcázares, uno de los pueblos más castigados por la gota fría. Los dos fuimos allí párrocos, no hace mucho. Antes paramos a desayunar en San Pedro, con unos amigos. Luego seguimos camino del barro y la desgracia, del pueblo surgido una vez más del agua. Hace tres años se inundó la población y brotaron las lágrimas, pero posteriormente, con determinación y cierta euforia, volvió a florecer el pueblo, fue otra vez un pueblo de veraneo y negocio, un pueblo feliz. Pero esta segunda vez ha cundido la decepción, un cierto y pegajoso desencanto. En Los Alcázares hay bares cerrados y una de las dos iglesias, abierta. La riada se llevó la fe de los fieles de una a otra iglesia y cerró los bares, sin piedad. Por supuesto, las playas artificiales han vuelto a ser lo que eran: mar sin más, sin paseo ni arena, con solo agua acre y pestilente, mar menor. Lo que no se ha ido al mar, todavía queda en las calles, hecho surco por los neumáticos de los coches y pesadilla para los más ancianos. Sin embargo, Cáritas y los organismos oficiales siguen funcionando, la solidaridad y el dar ayuda al que lo necesita no paran, siguen activados, el barro no ha cegado la conciencia cívica de la población, que, no obstante, desconfía del futuro. Mi amigo y un servidor volvemos tristes de los Alcázares, pero esperanzados, de estos barros de hoy, Diario, quizá brote, si se ponen los medios, un árbol nuevo,  frondoso, que abrigue lo destruido. Rezo por ello (8:49:29).

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