2 de diciembre de 2022. Viernes.
EL ROSTRO DEL FRÍO
EL ROSTRO DEL FRÍO
-Esta noche, ha lloviznado un poco, como una aspersión del cielo sobre
un otoño tardío. Hoy he visto el rostro del frío; nunca pensé que el frío
pudiera tener rostro, y hoy lo he visto en el harapo de un indigente echado, en
forma de ovillo, en un soportal. Era un sin-techo en la cuneta del frío; un
necesitado de calor. De vez en vez se celebra un día (Caritas) para recordar a
los sin-techo, se les conmemora en las iglesias, y, más tarde, al calor del
hogar (de nuestro hogar), y hacemos un lamento entonces, montamos un drama,
pero nada más: los sin-techo se quedan fuera, sin techo, y nosotros dentro,
bajo techado. El techo de Dios –el cielo– para ellos y para nosotros, el menos
hermoso del hogar, pero más seguro. ¡Hace tanto frío en las estrellas y en el
plumaje del pájaro que vuela! Y, si Dios y unas elecciones no lo remedian,
habrá más rostros del frío en las cunetas, y en las conciencias: el paro y la pobreza que aumentan, la nieve que se anuncia ardiente de tan fría y, aunque blanca, cruel, blanca para el esquiador, cruel para el desheredado. Hoy he visto el rostro del
frío y me he quedado helado, Diario, es un rostro que denuncia injusticias de
las que tal vez yo –¿y por qué no?– sea copartícipe, y Dios con el pobre en el
portal, tratando –en sus huesos– de calentar el frío (17:45:18).
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