10 de noviembre de 2015. Lunes.
ROTURA
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Luz vegetal, en el jardín. F: FotVi |
-Cada día, al despertar,
saludo el amanecer con la alegría de la luz primera en los ojos, luz verbal, luz
fragilidad, luz de gota de agua con destellos. Luz limpia. Se me encienden los
ojos de luz y rezo. Y me digo: «Dios y luz», y, no obstante el «allegro, ma non
molto» (alegre, pero no mucho) que imponen los tantos años, empiezo el día como
con redoble de tambor, ligero, volador. Pero, de pronto, la cotidianidad, el
eco del mundo en la prensa, me descabalga de la luz. Cataluña -dicen- se va; pero
yo digo, sin embargo, que ya se ha ido. Cataluña ya no está: borradla del mapa;
será península, pero no España. Ya no lloverá lluvia de España en Cataluña, ni
nevará nieve de España en el Pirineo catalán; salvo las aves, todo se parará en
la frontera. Para España, en Cataluña, todo será límite, pasaporte, otra moneda,
y corazones tal vez enfrentados, o en todo caso desconfiados. Todo se romperá
en pedazos de egoísmos, y ya no habrá continuidad en la historia ni en los
afectos. Llorará España; pero, con el tiempo, más Cataluña. Gaudí no será español;
pero tampoco la Alhambra será catalana. Una fracción de catalanes, pequeña, grande,
no sé, desde luego, influyente, ha roto mis libros de geografía, de historia,
de literatura, de arte; ha roto mi emoción catalana. Con la tristeza de lo roto
en los ojos, me encuentro, sin embargo, con esta otra noticia feliz y
alentadora: que el Concierto de Aranjuez,
del invidente Joaquín Rodrigo, cumple 75 años, y me consuelo. Joaquín Rodrigo, que
componía dictando notas como la lluvia gotas de agua. El Concierto de Aranjuez, donde Rodrigo hace de las cuerdas de la guitarra
un paisaje y una música irrepetibles, que, con la hoguera de su melodía,
incendia y pone latidos nuevos en los jardines y arboledas del alma. Menos mal
que el Concierto de Aranjuez, Diario,
todavía es España (20:39:49).