25 de mayo de 2015. Lunes.
ESTADO DE
ANSIEDAD
Campo de trigo con cipreses, V. van Gogh, en G. N. Londres. F: Google |
-Hubo un tiempo en que además de cursar estudios de piano intenté poner
colores en orden para que fueran un cuadro, una rapto artístico en un lienzo. Intenté
pintar; tenía sueños. En la adolescencia y la primera juventud se quiere ser
todo: ser cura, músico, alpinista, escribir la Eneida, plantar dos árboles (un
bosque), dar inteligencia a los pinceles y procurarles así tema a las manchas de
pintura para que fueran pavor y emoción, luz y sombras, arte en el lienzo. O
sea, ser todo. Yo, en mi adolescencia, quise ser todo. Y, de entre todo, aparte
de ser cura, apenas llegué a ser un tipo bajito y escribir algún libro; es
decir, esa fue toda mi pascua florida y frutal. (El bosque lo convertí en unas
pocas macetas, que cuido para no alejarme de ti, belleza original, a la que
amo). Decir que las elecciones locales nos han dejado un panorama de paleta de
pintor llena de colores, pero sin definición; colores en estado de ansiedad. Todos
desean ir al lienzo y figurar en el cuadro; azules, rojos, morados, anaranjados,
magentas (faltan colores fundamentales: el blanco, el negro, el oro), que piden
al pincel los lleve a la gloria del poder estar, o de estar en el «poder». ¿Estos
colores aman el cuadro, el perderse ellos para que surja la totalidad, el conjunto,
la gracia o el pavor, la emoción; es decir, la Capilla Sixtina o el Campo de
trigo con cipreses? Por el contrario, yo veo una locura de egoísmos, que
diría el poeta. O de intereses; lícitos, pero sin olvidar que lo que se
persigue es el bien común, la belleza del conjunto, la obra artística, también
en política. Veremos, Diario, qué Velázquez o qué ruindad sale de todo esto (20:54:48).