22 de abril de 2015. Miércoles.
TIERRA BESADA
Maternal tierra, en el jardín. F: FotVi |
-Si nunca has besado la tierra, hazlo, sentirás cómo late. Y besa; la
tierra besa, devuelve besos. Ruborizado, su beso es húmedo, mineral, tremendo,
sabe a algo parecido a carne de algo que parece carne de madre. Aquella carne
de labio que yo besaba de niño y que ahora es mi gozo, en el recuerdo. Besando
la tierra, vuelvo a otros besos; a aquellos de mi niñez, intensa, jugosa (de
juegos), lenta y veloz, con altibajos de esperanza, hoy se comía, mañana,
menos, y el baño en el río, y la escuela, donde, como mi padre de yeso (era
albañil), yo me ungía de tinta, o de tiza, y de números y mares, con algún
palmetazo en la mano dudosa, esquiva, que me daba el maestro. Besar la tierra y
morderla, para, saboreándola, respetarla. Si nunca has besado la tierra, hazlo,
sentirás cómo sufre. Y muere; va muriendo, como el ave untada de petróleo, como
el delfín en una red de arrastre, como la ciudad vestida con el sayal negro de
la contaminación. Besa y muerde la tierra para que las sientas viva, ahora que
todavía es tiempo, ahora que «un viento de Dios aún aletea por encima de sus
aguas». (Génesis). Si nunca has besado la tierra, hazlo, sentirás su llanto, su
pavor de morirse. Si nunca has besado la tierra con amor, Diario, hazlo, para
que no se nos muera de tristeza y dejadez, y vuelva a sentirse estimada y
tierra madre de nuevo, hoy, día de la Tierra (19:37:27).
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