18 de abril de 2015. Sábado.
¡ESTOY CIEGO!
Luz, en la oscuridad. F: FotVi |
-De pronto, la titulación de una noticia en un periódico que se dice global,
puede convertirse en algo obsceno e injusto, por falso. Batalla o
enfrentamiento de religiones en una patera, titula El País, que narra luego el hecho de que unos musulmanes arrojaran
a doce cristianos al mar. Guerra, batalla, enfrentamiento; es decir, unos
pudieron más que otros. No es que el odio de unos pudiera con la fe de otros; se
trata de que «ellos eran siete y nosotros ocho, vaya una paliza que le dimos
ellos a nosotros». (Canción de mi niñez). Guerrear, o sacar las armas (no las
almas) y lanzarse a dar mandobles. Ese titular «batalla de religiones», está
más acorde con lo que el progresismo agnóstico, líricamente ateo, a veces tiránico
en lo intelectual, piensa sobre la religión y sobre el cristianismo en
particular. Para El País (global) y
sus arribistas y convictos siguen las guerras de religión, aún; y no la guerra
de la barbarie contra todo lo que no admita que en el paraíso islámico hay huríes
que te hacen la manicura y pagan favores al que muere matando. Matando
infieles. O que el dios Eros, en el paraíso yihadista, calma deseos y pone
gotas irresistibles de clamor emocional al goce erótico. Por lo visto, sólo hay
muertes heroicas, y con enemigo que mata sin causa, o por delirio enfermizo, en
dibujantes del Charly Hebdo y sus próximos.
Sólo se detecta lo terrible y demoníaco en aquello que hiere la ideología, no
la fe; siendo así que la fe busca lo que trasciende más allá de la ideología y es
perceptible sólo en el otro mundo al otro lado de los sentidos, donde habita la
vida interior, o la luz de la vida. Lo que alienta. Pero hay filosofías -el
llamado escepticismo nihilista- para las que, lo que no revelan los sentidos, no
existe. Y, cuando lo más sencillo sería comprobar si lo que falta es luz y
decir «no hay luz, encenderé la lámpara», la vorágine del no veo nada, «¡estoy
ciego!», se hace, sin embargo, epidémica en nuestro mundo. «¡No veo!», se
grita, y se echa mano entonces de la «nada», para acabar de apagar toda
esperanza. No hay guerra de religiones; sólo se trata, Diario, de odio. Fe de
un lado y odio del otro, con la «nada» como horizonte pavoroso (20:51:12).
Cada vez el mundo está más ciego, por desgracia. Ser cristianos nos va a resultar cada día más difícil, pero no desfalleceremos, porque la fuerza de Dios es tan grande que no nos dejará caer. Pediremos por la paz y la libertad de las personas. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es, Rufina. Como los antiguos mártires, estos cristianos perseguidos de ahora, son un ejemplo. Dios ayuda. Un abrazo.
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