viernes, 4 de noviembre de 2016

4 de noviembre de 2016. Viernes.
OYENDO CANTAR LA LUZ

Soledad en la luz, en el jardín. F: FotVi

-De pronto la rosa, sin llegar a abrir, se marchitó. No tenía agua con que crecer y se bebió una botella de ron. Dicen los que estaban con ella que se enfadó y lo pagó con ron. No diré su nombre, sólo que tenía doce años; es decir, una flor en ciernes, todavía en expectativa. Las flores, si se las corta y no se ponen en agua, si no se las cuida, fenecen. Una fiesta estúpida (el Halloween, un botellón), un enfado con alcohol, y la muerte. La muerte suele firmar estas desgracias, estos inesperados sucesos. Vas con risas y vuelves con tristezas, con llantos. Con lamentaciones. Si es que me dejan, yo diría a estos padres que quedan en abandono, con un trozo de vida menos, con un corazón desgarrado, les diría con Octavio Paz en su poema Tierra nativa: «Cierra los ojos y oye cantar la luz; / el mediodía anida en tu tímpano». Con su ojo de luz, Octavio Paz, Diario, nos enseña, tímidamente, el camino de la claridad; y la claridad, como diría otro poeta, Claudio Rodríguez, siempre viene del cielo (11:01:43).

jueves, 3 de noviembre de 2016

3 de noviembre de 2016. Jueves.
SIN NIDOS QUE SOÑAR

Aceitunas en el aire, en el jardín. F: FotVi

-Con temperaturas de primavera, nos va cercando el otoño. Ayer estuve en La Torre, y vi que los pájaros vestían su soledad, cantando. Desnudos de complejos, cantaban. Para decirse ellos, para oírse a sí mismos, sin nidos que soñar. Bajo el olivo, las aceitunas caídas. Se desprenden del árbol por su peso maduro, por su peso reflexivo. Están en el suelo como pensando. Podrían ser aceite, pero son pacto del mirlo y de la tierra. Se morirán en la tierra y serán como su amor ungido, su amor consagrado. Ayer estuve en La Torre y la nostalgia me golpeó en la mirada, y en el alma, pero al llanto lo dejó a un lado. Si uno se refugia en ella, si uno la llora, la nostalgia, Diario, es perversa, destructiva (18:35:33).

martes, 1 de noviembre de 2016

1 de noviembre de 2016. Martes.
AL OTRO LADO DE LAS PALABRAS

Palabras ascendiendo, desde el jardín. F: FotVi

-La fe, que nace en la tierra, se abre paso hacia el infinito, pasando por el cielo. El cielo de las estrellas y quizá el del asteroide donde vive El Principito, con su rosa huraña. O el cielo de las respuestas lejanas, de las respuestas que vienen de camino hasta llegar al que las espera. Esperar respuestas es tener fe. Tú te planteas preguntas y la fe trata de dártelas, y la oración ayuda. Rezar -no importa desde dónde o en dónde- es un modo de hablar al infinito, al más allá, al otro lado de las palabras, y esperar. Se reza con fe, y la esperanza aguarda, agazapada, trémula. Hoy he visto una iglesia destrozada en Nínive -o con la firma de la guerra que nada perdona-, y a unas personas rezando bajo los techos abiertos, rotos, por donde, después de las bombas, se precipitaba el cielo. Como un suceso de luz. Es la iglesia de la Inmaculada en la ciudad de Bajdida, próxima a Mosul. Abajo la palabra, y arriba la bóveda abierta del templo esperando las respuestas del cielo, que descienden en forma de paz, o en forma de más esperanza, o en forma de santidad perseguida. Y es significativo que, de entre tanto caos y destrucción, haya quedado en pie el Sagrario. Donde queda el viático para el que sufre. Donde queda un signo de comunión y no de guerra, un signo de la paz contra toda arma, un signo por el que se parte el pan y se reparte, para calmar todo hambre, aun el de los que hacen la guerra. La fe, Diario, hace el milagro de la esperanza, que siempre anda detrás de las palabras, si éstas son palabras de paz, palabras que envuelven y no distancian, si son abrazo y no bomba, si se comulgan y se mastican como el pan, con fe de bocado (11:51:06).

domingo, 30 de octubre de 2016

30 de octubre de 2016. Domingo.
AZUL SÁBADO

Azul sábado, en Pamukkale (o castillo de algodón), en Turquía. F: FotVi

-Dice bellamente Katy Parra, poeta, que «era rubia y tenía los ojos azul sábado». «Azul sábado», o un azul acuarela, un azul volátil, bellamente etéreo. Ayer fue sábado y el azul era como el de esos ojos inquietantemente celestes, lúcidamente virginales. Lo que no sé es si esos ojos «azul sábado» ven todo en azul, a lo Avatar, o sólo son azul sábado para ser mirados, admirados, celebrados. Celebrados, los ojos, no lo que ellos ven. Ver, deben ver como los ojos castaños, como los ojos verdes, o como los que son como el agua, que miran, hacen ruido de agua, y corren riachuelo adelante. Reflejando cielos, y cosas. Saltarines. Sin embargo, hay ojos del color del terror de cada día en el mundo. Ojos de horror, absortos, del color negro de la muerte. ¿O son ojos rojos, ensangrentados? Leo: 8.000 familias secuestradas por el Estado Islámico y colocadas como escudos humanos en Mosul. ¿Con qué color de ojos se mira esto? ¿Azul fantasía -«tenía los ojos azul sábado»-; castaños, como la tierra y el trigo a punto de segar; o garzos, como el espino nuevo en el campo? ¿O mejor no mirar? ¿O se mira y se calla? ¿O se mira y se llora? ¿O se llora sólo, sin mirar? No sé; me gusta lo de los ojos «color azul sábado», un hallazgo poético, pero no para mirar lo que ocurre a nuestra orilla, tan cercana, que casi nos hace culpables de no ver o no querer ver, o de, aun viendo, perseverar en la ignominia de creer que no ves. Y mientras, Diario, como diría Leila Guerriero, escritora argentina: «El domingo late afuera como un fantasma, o como un miedo» (11:26:17).

viernes, 28 de octubre de 2016

28 de octubre de 2016. Viernes.
EN RACIMO

Lamento blanco, en el jardín.

-Ahora, aquí en el piso octavo, me despierto temprano, y no oigo a los pájaros. Por lo visto, los pájaros no vuelan tan alto; no así los árboles que, poderosos, superan la cima de mi ventana. Son unos árboles rectos como una mirada al infinito. A lo sumo a los pájaros se les oye más lejos. Tras los árboles, hay un hospital, el Reina Sofía, que, antes que yo, se despierta con luces y sufrimiento. Lentamente, se van encendiendo las ventanas, y se va haciendo latido tenaz el dolor. Suena alguna sirena en la calle. Y al momento, la paz. La paz que trasmite el hospital visto desde lejos. No como en Alepo, donde todo es destrucción, pavor, muerte. Se bombardea sin piedad a la debilidad, en los hospitales. A la angustia de la enfermedad, se añade la otra angustia de lo insospechado. De la muerte que viene del cielo, Y mueren niños, en racimo. 18, 22. En total, esta semana, unas 400 víctimas civiles. Que quedan como cifras para la estadística. Sin una palabra de condena por parte del mundo llamado civilizado. O, a lo sumo, sirven para echarse la culpa unos a otros, Rusia y Siria a Estados Unidos, y éste a los otros dos, como si de un juego siniestro de pimpón se tratara. Y siguen las bombas, y las treguas de paz que no se cumplen, y las grandes palabras que, en la ONU y en otros foros de discusión y facundia, se lleva el viento. Y es que, mientras susurran las palabras en estas curias del simulacro, los silencios, Diario, se hacen cómplices de las bombas que caen del cielo y matan, los silencios encubridores (19:09:03).

miércoles, 26 de octubre de 2016

26 de octubre de 2016. Miércoles.
DIBUJO

Desgarro de sombras, en la noche. F: Anna Wi

-Me pongo a pensar y, en vez de esto, hago un dibujo en mi pensamiento. En mi pensamiento no pienso, dibujo cosas. Un poema, dos sillas, y, llorando agua y huesos en la noche, una luna inmensa. Dibujar la noche es fácil: un borrón y, a lo sumo, un farol oscilante que ilumina un pequeño espacio de ese borrón. Una cuchillada de luz en el dibujo, un desgarro en las sombras. Una cerilla basta para abrir esas sombras en la noche, en apariencia, tan cegadas y selladas. Oscila la luz y oscilan las sombras, hasta abrirse. Así es la vida, Diario, un ir entre sombras en las que de pronto aparece la luz de una cerilla que te salva, que te acoge, que se hace bastón con el que dar pasos (19:18:37).

martes, 25 de octubre de 2016

25 de octubre de 2016. Martes.
CUMPLÍ VIDA

Cumpliendo vida, en iglesia de San Blas. F: FotVi

-Me despierto a las siete y oigo que me dice el día (lunes), feliz cumpleaños. Cuando en la soledad no tienes quien te hable, te habla el día, que hace de las horas sílabas y de las sílabas palabras. Pero un poco más tarde, me acuden como abejas con polen en las patas felicitaciones y buenos deseos. Y es que ayer cumplí años. Cumplí sueños. Cumplí atascos. Cumplí irme de nubes y volver hecho lluvia. Cumplí quedarme en la tierra. Cumplí quebrar la luna en un charco y, al momento, recomponerla. Cumplí estar y no estar (algo así como ser y no ser). Cumplí fe y silencios, y secretas escuchas, profecía. Cumplí tiempo, si es que el tiempo convive con uno. Cumplí deterioro. Cumplí alegrías, sin detenerme a pensar en lutos. Cumplí tristezas. Cumplí viajes a la utopía y vueltas a la realidad, nunca derrotado. Cumplí amistades, preciosas casi todas. Cumplí desafíos, sin olvidar sus contrapartidas. Cumplí llantos y euforias. Cumplí bellas y rotas palabras, poesía. Cumplí libros, uno detrás de otro, como un caminar de hormigas que van dejando huella. Cumplí muertes de seres queridos. Cumplí niñez y juegos, y pesados estudios. Cumplí padres y hermanos, éstos más fugaces que aquellos. (Éstos, fugaces como un pensamiento furioso). Cumplí sonetos y versos libres, y deseos sin culminar. Cumplí años, días, horas, minutos, y ahora estoy cumpliendo este segundo de evasión, o de afirmación. Cumplí encuentros, y derrotas. Cumplí Candela, hermosa luz. Cumplí amor a Dios, y cruces con Dios. Amé y defraudé a Dios. Cumplí juventud y ancianidad; es decir, cumplí fuerza y debilidad, ese bello quehacer humano. Diario, cumplí vida (18:05:57)

lunes, 24 de octubre de 2016

22 de octubre de 2016. Sábado.
MOSUL, ALEPO

El juego de los niños de la guerra, en Afganistán.

-Digo Mosul o Alepo, y se me hace como un raspar trágico de lija en la mente. Mi mente se asombra y se rebela. Y cruje, como el entarimado de un escenario de teatro viejo de pueblo. Decir Kabul o Alepo es decir caos, abismo, tragedia, guerra. Y familias con niños en oscuros campos de concentración, con la desesperanza y el pavor en los ojos, y lo inocencia de los niños riendo, o dándole patadas a un balón. Patadas bélicas, sin embargo. Mosul, llamada ciudad de convivencia -en él coexistían musulmanes suníes y chiitas, cristianos y yazidíes-, es ahora un lugar de desafío, de duelo continuo. No hay escuelas y los niños se eternizan en el juego, y en hacer la guerra, con armas de mentira. Otro juego. O armas de verdad, otro juego más cruel. Se dice que más cien mil cristianos, en las alturas del Kurdistán, viven con la esperanza del regreso. Rezan y esperan. Debe ser, sin embargo, un rezo espeso y una esperanza turbia. Yo, en su situación, no sé cómo rezaría, si en paz o con ira, o con una duda desafiante ante Dios. Me veo cristiano con hijos en un campo de concentración en Kurdistán y me pregunto cómo sería mi oración, si fiera o humilde. ¿Sería como la de Job: «Perezca el día en que nací, / y la noche que dijo “Un varón ha sido concebido”?» ¿O como la del salmo 50: «Inclina tu oído, Señor, escúchame, / que soy un pobre desamparado?». No sé; sólo sé, Diario, que sería desesperada. O como la de Jesús en el Sinaí, abatida, sudada en sangre (12:06:04).

domingo, 23 de octubre de 2016

23 de octubre de 2016. Domingo.
BAJANDO EL OÍDO

Asamblea, en el jardín. F: FotVi

-Hoy es domingo. A las nueve y media recuerdo que salía para San Blas. Veinte kilómetros. Llagaba, tocaba la campana y empezaba la tarea: preparar libros litúrgicos, confesar a santos pecadores. (San Pablo). Mi alegría sonaba a arpa de diez cuerdas. Iban llegando fieles y monaguillas, Irene y Saray. Dos ángeles sin alas, a los que le silabeaba el gozo en los ojos. Y empezaba la misa, y sonaba el canto, coral, amplio, lleno de devoción. Y hablaba yo y respondían los fieles, y se hacía todo una asamblea celeste, con el Señor presente (nuestra fe), consolando, dándonos ánimos, bajando el oído hacia nuestras necesidades para oírnos. Y nos escuchaba, y creemos que nos ayudaba. Hoy decía el salmo: «El Señor está cerca de los atribulados, / salva a los abatidos». A los abatidos, a los pobres, a los hambrientos de justicia, a los que luchan por la paz, a los inconformistas, a los rebeldes con causa, a los limpios de corazón… Mis ojos se llenan de nostalgia, como un paisaje de palmeras en un oasis, o un sol cayendo en el mar al atardecer. Ya casi no miro hacia adelante, sin embargo miro con todo lujo de detalles hacia atrás. Y esto es síntoma de que algo terrible me está sucediendo. Pensar más en el hoy que en el mañana, es síntoma, Diario, de que se está haciendo la noche, la oscuridad; o tal vez el día radical, ¿la verdad sin ocaso? (18:41:02).

viernes, 21 de octubre de 2016

21 de octubre de 2016. Viernes.
BROMA PESADA

A veces llueve a gusto de todos, en la Torre. 

-Me dicen en la Torre que ayer llovió con bravura, cayéndose todo el cielo sobre los tejados. Tanto, que tocó unos cables en la pared de casa e hizo saltar los plomos. De inmediato, aviso de Securitas Direct. La batería de la alarma está baja. Me pongo en camino. Soluciono el problema. Y me cuesta una caminata de cien kilómetros. De Murcia a la Torre y vuelta, desde allí hasta aquí. Una broma. Sin duda, Diario, una broma pesada; o quizá, una broma con cierta disimulada gracia (19:01:49).

jueves, 20 de octubre de 2016

20 de octubre de 2016. Jueves.
SOMBRAS VIVAS

Mariposa tornadiza, en el jardín. F: FotVi

-Tocaba ir al oftalmólogo; ayer tocó inspeccionar mi ojo, ver qué rama de eucalipto hay en él, o qué koala dormita en él. O qué monje del Monte Athos se enreda, meditando, en él. Hay cosas moviéndose dentro de mi ojo. Cosas que van y vienen, sombras vivas, ágiles como moscas insistentes, malévolas. Voy al Hospital Los Arcos y hago cola dos horas; te citan a las tres y media y te llaman a las cinco y media. Y lo celebro; porque al final te atienden con corrección y agrado. Una muy joven médica me dice que son nada las sombras de rama de eucalipto que se pasean por mis ojos y que, en otra ocasión, esté más atento y no deje para mañana lo que puedo hacer hoy. Que en cuando note algo en los ojos vaya de inmediato a urgencias, y notifique al oftalmólogo lo que me sucede, no vaya a tratarse de un desprendimiento de retina, que sería irreparable. Y como con la dilatación del ojo no puedo conducir, me trae y me lleva a casa mi ángel conductor Luis, el que, menos cuando reza, siempre sonríe. Y llegado a casa, me aburro, pues no puedo entrar en internet, y tengo que mirar las plantas. El mirlo, mientras, goloso y voraz, come aceitunas, que, tras picotear, desecha al instante. Salta, corre, grazna, se detiene y mira con descaro, y luego grita y se va. Y ya hoy por la tarde, en Murcia, Diario, llueve un poco, con mesura, y sale el sol, y se alegra la rosa, y la mariposa tornadiza (18:34:15).
18 de octubre de 2016. Martes.
COMBUSTIBLES

(Antes de ayer escribía esto).

Espectro a atardecer, en el jardín. F: FotVi

-Hoy me levanto dormido; es un modo tonto de levantarse. O un modo de levantarse abstraído. Si te levantas así, tu destino es ir dando tumbos, y tener la cabeza embotada. Y te pones ante el papel, y no escribes; o si lo haces, deliras, o disparatas, o haces pirotecnia. Y eso es feo. Tan feo como morderte las uñas ante tu profesor de estética. O tan simple como pintar un cuadro de Miró, sin fama ni luz en el pincel para hacerlo. En estos casos, escribes por escribir, y mueres un poco en lo que escribes. Te cuesta más. Y borras mucho. Entretanto, leo la bella teoría del profesor Antonio Manchón sobre la razón de los dibujos de los niños. A veces, me ocurre lo que a los niños, escribo para encontrarme a mí mismo. «El niño -dice el profesor Manchón- dibuja como fórmula para encontrarse a sí mismo». Encontrarte a ti mismo, que andas perdido en un mundo hostil, diabólico en ocasiones, ininteligible casi siempre. Un mundo que sufre y que te hace sufrir, que muere cada día en esa pequeña maravilla que llamamos niño y que dibuja lo que le duele o le alegra dentro, en ese sueño truncado por la guerra o por una acción pavorosa de un mayor. A las siete, esta mañana, he despertado al despertador y me he levantado antes que él, y, tras rezar y desayunar, me he puesto a escribir, hasta poder pergeñar estas cosas que estoy contando, que  no sé, Diario, si son lógicas o sólo combustibles; es decir, dignas del fuego (13:22:44).

domingo, 16 de octubre de 2016

16 de octubre de 2016. Domingo.
FALSOS SOLES

Nacimiento del sol, en Murcia. F: FotVi

-Contemplo, absorto, salir el sol. Sale con la lentitud de un largo sinfónico (Albinoni, adagio) y, poco a poco, como un tigre que se desperezara, va invadiendo la inmensidad del cielo, apagando estrellas. Hay, sin embargo, una que se resiste: el lucero de la mañana. Parpadea encandilado un tiempo, pero, al fin, sucumbe. Como nuestra sociedad, invadida por falsos soles, o soles de farol nocturno y vacilante de película. El inefable sol del poder, envanecido, aparentemente escuchador, humildemente prepotente, disimuladamente despótico. El poder, que todo lo pone en dirección a sus intereses, sin mezcla de generosidad alguna. Y el dinero, tan íntimo del poder, tan humillado ante el poder, tan de la mano del poder. Y el prestigio, que, al mirarse así mismo, distorsiona, encubre, vela todo lo demás. El sol del cielo se levanta majestuoso y luego, al atardecer, declina con la humildad del vencedor desprendido; tras darlo todo, se desliza por el horizonte hasta perderse en su inmensidad, en su casa de la noche, silenciosa bóveda de estrellas. Con la luna, como don para las sombras. La noche en la que los gatos maúllan y los perros tiran ladridos a la luna, con la lengua fuera, encendida. Y esta mañana me preguntaba yo: ¿Qué pensará el sol -si es que lo dejamos pensar- de todo esto: el hambre, la guerra, las muertes, la pobreza, la barbarie, la belleza, la luz, el lenguaje de los bosques, la inocencia de un niño? ¿Qué pensará, Diario? ¿Piensa el sol? ¿O el sol no piensa y soy yo el que está pensando por él? (18:11:50).

viernes, 14 de octubre de 2016

14 de octubre de 2016. Viernes.
BOB DYLAN

Bob Dylan, en su pensamiento. F: Google.

-Tras la lluvia, un premio Nobel, el de Bob Dylan. En todo caso, un premio Nobel sorpresivo, increíble. Bob Dylan no hace literatura, pero canta literatura, dicen. O, en todo caso, se canta a sí mismo en su literatura. Sus canciones son rock y trascendencia, dicen, o humilde trascendencia, como la del salmo o la de la mano que alarga un mendigo para pedir una limosna. El mendigo, con la mano alargada, dice cosas, cosas tremendas, como por favor dame una limosna. Sin decir una palabra, pide una limosna. Así es Bob Dylan, sin decir una palabra literaria, culta, innecesaria quizá (toda literatura es innecesaria, pero da alas al espíritu) y con sólo alargar su guitarra, y hacerla sonar, ha dado en el clavo del premio Nobel. Un premio Nobel de literatura a una guitarra aterradoramente rock, a un pensamiento intensamente rock, a unos dedos que lloran y claman rock, a un alma que, cuando canta, entona rock, como un salmo que rompiera todos sus cristales en el padre Dios. Yo no creo que Bob Dylan haga literatura, hace un rock excelso, con letras aterradoras. Ejemplo: «Haz el bien sin mirar a quién, / mientras los ojos del ídolo con cabeza de metal brillan. / Barcos lejanos navegando en la niebla, naciste con una serpiente en los puños, / mientras soplaba la tempestad. / La libertad te espera en la esquina / y, para qué, si la verdad está tan lejos». Diario, una canción bellamente corrosiva, ácida, sublime, quizá (18:26:45).

jueves, 13 de octubre de 2016

13 de octubre de 2016. Jueves.
LA LLUVIA

Ciudad lluviosa, en Murcia. F: FotVi

-De pronto, oigo la lluvia; o la advino. En un octavo piso, la lluvia no se oye, sólo se presiente. La lluvia, en un octavo piso, es una adivinanza, un asomarte a ver. Sacas la mano y te la moja, te la roza. Como un beso de agua. Pero no te la colma. En La Torre, salías y te sentías inundado, de la cabeza a los pies, y sacudías las alas, y eras pájaro mojado. En la ciudad, ni la lluvia es igual, y menos en un octavo piso. En la ciudad, la lluvia es un suceso que ocurre abajo, en la selva de coches y gente, gente sin nombre y apellidos, coches que salpican. Gente y coches anónimos, Diario, que viven de la prisa (18:10:32).
12 de octubre de 2016. Miércoles.
PILAR, O FUSTE

La Columna, en Zagreb. Croacia. F: FotVi
(Por fin, entro en internet. Ayer escribía esto).

-Día del Pilar. Dices Pilar y te sucede una rosa blanca en la boca. Pilar, o fuste, columna, que, sin capitel, señala al cielo. Sin dejar la tierra, se marcha al cielo. Como diría Gerardo Diego de la Asunción de María: «Se va, pero se queda». La columna siempre está yéndose, sin irse. La columna, mientras está en tierra, allá arriba toca cielo y respira nubes; pero sin dejar la tierra. La columna, si dejara la tierra, por falta de raíces, moriría, por falta de maternidad. Sin una madre que las dé a la luz a cada instante, las cosas mueren. Sin el cordón umbilical que las alimenta, las cosas se caen sobre sí mismas y sucumben, terminan. Decir columna y meterte en la luz, y tocar las alturas. En María, los creyentes, creemos que se toca el cielo. Esta tarde está plomiza, pesada; iba a llover, y sólo ha mojado un poco el polvo acumulado del verano, ha hecho plof, y se ha metido en él, como un gusano perforador. Aquí nunca llueve, y si lo hace, mata la esperanza. Llueve a raudales, como si alguien tirara cántaros de agua. Y se convierte en lluvia destructora, en perverso aguacero. Esperemos, Diario, que algún día llegue un diluvio, sosegado (18:51:20).

domingo, 9 de octubre de 2016

9 de octubre de 2016. Domingo.
DESGARRO

Cardos en la vida, y en el jardín. F: FotVi

-Hoy es el último día que estoy en la Torre, y me siento como algo que fuera a ser arrancado, a tiras, de su carne natural. Es una sensación de desgarro, de rompimiento, un crujir de libro que se desencuaderna. Una hoja aquí y otra allá, roto, partido en trozos extraños, como un cuerpo inerme. ¿Es melancolía o es añoranza? ¿O ambas a la vez? Creo, Diario, que ambas a la vez (20:12:28).

viernes, 7 de octubre de 2016

7 de octubre de 2016. Viernes.
LA FOSA DEL MAR

La mar serena, en Torre de la Horadada. F: FotVi

-Asustado el mar, queda la indiferencia de los hombres, su estrago espiritual. El mar, asustado por la tragedia que provoca cada día, cada hora de muerte, cada instante de pavor, llora. Ayer, más muertos; ayer y antes de ayer, como una cascada de turbación. El mar parece tragarse lo que ama, me dijo un día un pescador. El mar se revela contra la injusticia humana, contra los egoísmos humanos. El mar es inocente, sólo acoge, piadosamente, aquello que le echan, aquello que le ofrecen. Es un dios menor, que abre sus fauces y traga, sin pensar en qué, sin reparar en quién. Del mar se puede decir lo que decía Rimbaud, en su libro Una temporada  en  el infierno, de la belleza: «Un atardecer, senté a la belleza sobre mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la insulté». No es inteligente insultar al mar, más bien estar con él, ponerlo en tus rodillas y acariciarlo, con susurros de suavidad, con himnos maternales. De cien en cien hasta llegar a varios miles, ésa es la cifra de cuerpos humanos que necesita el mar para calmarse cada cierto tiempo, para darse a entender. «Un atardecer, senté a la belleza sobre mis rodillas», dice Rimbaud. Pero el ser humano no entiende, persiste en sus errores, en su desmemoria, en el andar de espaldas para evitar la realidad. Y cae en la fosa del mar, donde todo perece, Diario, recibiendo el abrazo solemne de la muerte (11:11:05).

miércoles, 5 de octubre de 2016

5 de octubre de 2016. Miércoles.
LUZ PRIMERA

Saliendo del mar, en Torre de la Horadada. F: FotVi

-Día este de luz y pájaros, de sereno estar. Sereno, porque no ha ocurrido nada que me desestabilice interiormente. Leo, medito, rezo. Y, si me apura el deseo, si el deseo se me sale por los dedos, escribo. Pongo en contacto mente y dedos, y estos se ponen a escribir, garabatean sentimientos. Y escriben lo que les viene de arriba, lugar donde están los sueños, donde viven las cosas: el pájaro, la luz, el silencio, el ruido, la soledad, la mezquindad, la juventud, la abulia, la vejez, el tiempo, el espacio, el mar (¡la mar!), la palabra, el temor, el miedo, la paz, el castillo, la guerra, la flecha, el silbido, el obús, el canto, el salmo, Dios, el otro lado, la nada, la risa, el llanto, o la risa que llora, lo negro, lo blanco, la noche, lo terrible, el amanecer…, respiro y anoto. Escribo. Susurro en el papel. Hablo al papel. Clamo. Día de luz, digo, y se me ilumina el alma de cosas. Las cosas por las que vivimos, por las que somos, por las que nos movemos. Por estas cosas, sacudimos los ojos, las manos, los pasos, pero el que manda es el corazón. O el sentimiento. O la pasión. O la locura. Me adentro en mí y veo esa luz, que, en mi interior, se hace eclosión de algo que me dice que vivo, que estoy, que palpo. Y toco el día, Diario, y veo que es verdad, que soy verdad (12:01:34).

lunes, 3 de octubre de 2016

3 de octubre de 2016. Lunes.
EL JÚBILO

Llanto de rosa, en el jardín. F: FotVi

-Dejo la capilla del Carmen y la ermita (iglesia) de San Blas. Ayer fue el último día. Celebré misa, prediqué y contuve las lágrimas. Como diría aquél, me duele el alma; o mejor, me duelen, o me pesan, los años. Conforme me dejan los años, yo me voy dejando cosas en el camino. El camino de la vida, o camino de ir yéndose sin poder volver, o dejando, a lo sumo, un pañuelo de despedida en el aire. Se suele decir: «Cumplo años», y, en realidad, lo que cumplimos es el fin; fin disimulado de jubilación. El júbilo (o tedio) de la jubilación. Según se mire. Si miras los años que te van siguiendo fatigados, jadeantes, te entristeces; pero si miras el sentirte dando pasos, el sentirte avanzando, te alegras. O como diría Ingmar Bergman, director de cine sueco: «Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras subes, las fuerzas te van dejando, pero la mirada es más libre, la vista más dilatada y serena». Y será así, si para entonces ves. O si, como diría Borges, el divino (o malabarista literario) ciego, entras en la pavorosa soledad de la ceguera. «La ceguera es una forma de soledad», dejó dicho. (Digo malabarista porque, al escribir, se enreda en sueños y espejos y sale vivo de la pesadilla). Me estoy yendo, Diario; del todo, como el actor que hace mutis por el foro y es aplaudido; ayer, al finalizar la homilía, me aplaudieron. Me estoy yendo (19:57:57).

sábado, 1 de octubre de 2016

1 de octubre de 2016. Sábado.
OÍR LA PAZ

Amanecer, en Torre de la Horadada. F: FotVi

-Po fin parece que hemos despedido al verano, ese señor sudoroso y con pantalón corto, que desnudaba las playas. En verano, las playas se desnudan; en invierno, sin embargo, se visten de soledad. De hermosa soledad. La novedad es que ahora se oye el fluir del agua, se la nota estar, ser mar. Va y viene, y se la oye ir y venir. Y, como en los alcázares árabes, oír el agua en calma es oír la paz, darle vez al silencio para que diga que él también existe, se le advierta. Y, con él, la meditación, la reflexión, el pensamiento, que devanan la poesía. Siempre que se estime que la filosofía es otra clase de poesía. Dicen que dijo Alejandro Magno: «La poesía, que induce a los hombres al asombro, es fuente de la filosofía». (Hablaba con el sentir de Aristóteles, su maestro). Ayer fui a pasear junto al mar y me cautivó su rumor de fuente árabe, fuente de paz con arrullos. Latía el mar y latía yo, y ambos latidos se confundían. Se sentían próximos, Diario, y fui y le di la mano al mar (11:24:09).

viernes, 30 de septiembre de 2016

30 de septiembre de 2016. Viernes.
MORDISCO GOLOSO

El árbol de la ciencia, en Tallín. Estonia. F: FotVi

-En el dictum de Acton (siglo XIX) se dice que «el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente». El poder, ese vicio original, habido ya en el principio. En Génesis 3,5, se dice: «Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él (el árbol del bien y del mal), se os abrirán los ojos y seréis como dioses». Era la serpiente, el más astuto de los animales, la que hablaba. Como dioses, tendréis todo el poder. El poder absoluto, déspota, tajante, afilado. Se os abrirán los ojos, despertaréis de un mal sueño; se os abrirán los ojos del deseo. Y el deseo de poder desesperado, iracundo, irritado, es capaz de todo, hasta de dar muerte o morir matando. El deseo de permanecer, amurallándose, en el poder, y encerrarse en él con las bayonetas (ideológicas) caladas. Es lo que está sucediendo ahora en un partido político, respetable y necesario, por lo que es y ha sido, en esta etapa democrática, para España. La democracia, esta señora vestida de votos y de alternancias en el poder, que ahora parece estar en peligro. Yo, que no entiendo de política, creo saber algo de deseo y de poder, los dos pájaros oscuros que anidan en el corazón del hombre, y que, a veces, lo llevan a su propia destrucción. Le comen el seso y lo aniquilan, como una inmolación al dios que da y quita el dominio. Arder en la pira del poder, como una polilla en la llama que la atrae como un bello paisaje a la vista, o como el mordisco goloso, ávido, a una manzana; es decir, la del Paraíso. Sólo se trata, Diario, de morder; el gusto, antes del bocado, ya se derrama por las comisuras (11:50:58).

jueves, 29 de septiembre de 2016

29 de septiembre de 2016. Jueves.
TRAS SUS MIEDOS

Pájaro volando. Izquierdo. ABC

-Esta noche, se han vaciado los cielos. De lluvia, truenos y relámpagos. Y se han asustado los pájaros, ovillados en sus ramas. Cuando los cielos se desatan, los pájaros, en las ramas de los árboles, se recogen tras sus miedos. Y callan, y así esconden sus temores, sus pesadillas. Un pájaro es un soñador empedernido, contumaz. Que sueña mundos nuevos, donde poder anidar y seguir soñando. Los sueños de los pájaros: un nuevo nido, unos polluelos, cantar, morir, iluminar, volando. Los pájaros, Diario, mueren volando, como los poetas. O como escribiera Marina Tsvietáieva, poeta rusa: «Vivir. Y hacer lo posible porque los otros vivan» (19:11:48).

miércoles, 28 de septiembre de 2016

28 de septiembre de 2016. Miércoles.
Y FUE LA LLUVIA

Amanecer con lluvia, en Torre de la Horadada. 

-El otoño fue y dijo: «Que sea la lluvia», y fue la lluvia, como un milagro del cielo. El cielo, a veces, hace el milagro de la lluvia, que anima a la vida a seguir siendo vida, a seguir destellando. No sé por qué me conmueve la lluvia; quizá sea, Diario, porque llena a las plantas de luces, y las hace reír, y al sencillo y esperanzado campesino con ellas. La lluvia, por estas tierras, cuando cae, lo alegra todo, hasta a la tristeza (20:16:45).

martes, 27 de septiembre de 2016

27 de septiembre de 2016. Martes.
MÁSCARAS

La sencillez nos mira, en el jardín. F: FotVi

-En otoño, los mirlos no cantan, graznan. Y defecan (con perdón). Y lo hacen como Miguel Barceló en la Cúpula de la sala XX del Palacio de Naciones Unidas, en Ginebra, con chafarrinones de pintura lanzada al azar. Caiga donde caiga. Luego dirán que esto es arte, y tal vez lo sea. Pero arte acribillado, hecho de pepilla de pintura, o de puré de estrellas, quizá. De este modo, el cielo de la sala se llena de agresivas y pacientes estalactitas de colores, que amenazan caer. Este es el cielo o cúpula que yo veo en nuestro deambular político de ahora mismo. Todo está hecho de chafarrinones, de excreciones sectarias, de expulsiones voluntaristas, de intereses creados lanzados al techo, de infantilismos precoces, que amenazan caernos encima. No hay moderación, hay lucha, parapeto y lanza, demonios en la cabeza, embestidas de colores: azul, rojo, lila, naranja… ¿De qué color es la mentira? Los mil colores al techo, para que queden como obra de arte de la intolerancia, de la huida hacia adelante, aunque nos quede la sensación de que nos vamos a romper la crisma. La crisma de la responsabilidad. En este mundo casi celeste de la política, nadie se siente responsable. Abundan la charlatanería y la pesadez de estómago, en política abunda el descaro. O la máscara, que tapa el rostro y las verdaderas intenciones de quien la lleva. Nunca sabrás lo que piensa un político más allá de sus palabras; porque las palabras, Diario, son su máscara, su disfraz, su camuflaje (12:21:58).

domingo, 25 de septiembre de 2016

25 de septiembre de 2016. Domingo.
DESPEDIDA

San Blas, en procesión. F: Inma

-Hoy, domingo, me encuentro con Dios en la esquina del altar, al otro lado de su palabra. Palabra del Señor, decimos en la misa, y, levantándolo, besamos el libro santo, dejándolo luego abierto en el ambón para que nos vigile. Los libros siempre vigilan, y más si son santos. Vigilan las palabras que decimos en su nombre, y las que callamos, y las que le imputamos. Los libros siempre son mirada, observación, pero callada. Dios mira desde el libro que dices abrir en su nombre; y, según digas del libro, se ríe o se lamenta, o simplemente se asombra. Esta mañana el lleno de asombro y he sido yo; en San Blas, y de improviso, he recibido una bella despedida. Definitivamente, me jubilo. Después de cincuenta y nueve años de actividad pastoral, cojo el cáliz y la estola y me voy a Murcia, a vivir el júbilo de mi descanso. Una despedida hermosa e inesperada, y emocionada. Niños y mayores me han dicho cosas que alegran mis años, que le dan sentido. Que unas niñas te digan que se acordarán de ti, al igual que jóvenes y mayores, y de un modo espontáneo, te pone la voz ronca y gotas de agua en los ojos, lágrimas, que tú tratas de resistir. Luego están los cantores, cantando como los ángeles, o haciéndolo como sencillas personas que cantan -y bien- porque aman. Aman a Dios y al hermano, que en esta ocasión soy yo. Finalizada la misa, un familiar ágape, otra especie de misa, pero ésta no precisamente santa, o quién sabe, a lo mejor sí. En la primera Dios se hace hombre y muere y resucita por amor; en la segunda, el amor se hace aperitivo y habita entre nosotros. Entonces pienso que todo es gracia de Dios, Diario, incluso mi vida perdonada, errática a veces, pero siempre abierta, como un evangelio pequeño, al amor de Dios y del prójimo, mi feliz destino, hasta el último momento (19:50:24).

jueves, 22 de septiembre de 2016

22 de septiembre de 2016. Jueves.
UN LAMENTO DE LIBÉLULA

Lamento de libélula, en el jardín. F: FotVi

-Se me aparece la paz, vestida con un lamento de libélula. Es una palabra, que como el otoño, se viste de hojas caídas. La paz -como aquella princesa de Rubén Darío- está triste, ya que es «la libélula vaga de una vaga ilusión». Una libélula, o la fragilidad, la duda. Una vaga ilusión. Ayer fue adulado, celebrado, el Día Mundial de la Paz, una paz en guerra. Guerra en Siria, guerra en Afganistán, guerra en Iraq, guerra en Yemen, guerra en el mar, donde mueren los empujados, por las guerras, a huir. Cuando la paz es un castillo de naipes, se celebra el día de la paz. Con pompa y solemnidad, con discursos engreídos, llenos de falsedad. El mundo, decía el Papa Francisco en Asís, «tiene una ardiente sed de paz». Pero el mundo olvida, mira hacia otro lado, porque el mundo vive en «el paganismo de la indiferencia». La indiferencia, ese pecado blanco, agua con limón, nada con nata, que nos hace ser apáticos con lo que no nos toca, con lo que pasa a nuestro lado clamando pero sin rozarnos, y nos deja desganados; lamentándonos, pero tibios. Sin armas pacíficas -como el diálogo, el respeto al prójimo, el mirar un poco más allá de nuestros propios intereses, mirada que alcance horizontes nuevos, iluminados-, no habrá paz en el mundo. Con estas ausencias en el corazón del hombre, la paz será como un bello sueño, que al despertar, se borra, enmudece, se hace tierra baldía, sin nada que cantar. Día de la paz, Diario, o día de la volatilidad (12:21:35).