19 de enero de 2017. Jueves.
COSAS QUE JAMÁS SON ESTRIDENTES
Oyendo nevar, en Murcia. F: FotVi |
-Tras la nieve, cae una lluvia tenaz y abundante, feliz.
El termómetro vive sus días de más bajo volumen en Murcia: dos grados sobre
cero. Ayer estábamos a cero grados, y sin lobos que aullaran. Hoy solo se oye
la música de la lluvia, a lo lejos. A la altura que yo vivo (piso 8º), no se
oyen -y si prestas el oído- más que cosas que jamás son estridentes, como el
silencio de Dios o el clamor de las estrellas, o, en todo caso, el roce del
tiempo en mi vida, que la va erosionando. (¡Se oye el tiempo!). Cuenta Amos Oz
en su novela Tocar el agua, tocar el
viento, que el viejo profesor Zaicek, movilizando reservas ocultas de
energía, se levantaba del sillón «y se paseaba por la alfombra con pasos de
porcelana». Es lo que toca a la vejez: pasear, andar, caminar con medidos pasos
de porcelana; es decir, sin ruidos, sin estridencias, sin causar molestias. El viejo
profesor Zaicek, polaco, que entendía de San Agustín y de Friedrich Nietzsche, se
chamuscaba sin embargo las puntas de la barba cuando alimentaba las llamas en
la chimenea. Ser viejo y asumirlo, Diario, pero con el espíritu y la mente libres,
y evitando que se te chamusque la barba cuando vayas a animar el fuego en la
chimenea (19:48:06).