8 de mayo de 2018. Martes.
OPTIMISMO
Llora la lluvia, en mi balcón. Murcia. F: FotVi |
-Hoy no
me despierto martes, sino mayo, y florido. Como la Pascua florida. Soy un
producto de la liturgia del tiempo. De igual modo que hay albaricoques mayeros,
hay personas con mente de mayo, es decir, gozosas, fecundas, líricas. Emite
cantos el mirlo, y zurea la paloma, y los gorriones revolotean feroces. Ayer
pasé un mal día: un riguroso y rijoso dolor alargado desde el cuello al hombro;
estuve todo el día triste, sin ganas de nada, como perro apaleado. Hoy, durante
la noche, y tras algún remedio casero -de los que usaba mi madre-, ha
desaparecido. Alguien me dijo: «Ve al médico», yo dije: «¿Para qué?». Y
pulvericé el lugar del dolor con un antiinflamatorio tópico, y he amanecido sin
dolor, y con una risa de música de rock, ruidosa y convulsa, con alas. Es
decir, la vejez se cura con la medicina del optimismo y un poema que prenda en
la esperanza. A eso de las cinco de la tarde, llueve con truenos y granizo; el
granizo llama en los cristales de mi balcón, yo le abro y pasa, helado y
ruidoso; una pequeña piedra de granizo se derrite ante mis ojos. La veo temblar,
como «una lágrima furtiva». Mientras, los políticos ensayan palabras ofensivas,
unas más hirientes que otras, para decírselas -«¡Que se jodan!», Diario, a los
pensionistas que, en la puerta del Gobierno, claman por sus pensiones; clamor que
no escucha, que solo oye (19:22:13).