4 de enero de 2019.
Viernes.
CUESTA
DE ENERO
Los Reyes Magos llegan, en Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi |
-De aquí a los Reyes,
los días te parecerán más cortos, más acelerados, sin remansos para el retiro y
la reflexión. Son días como de película muda, de aquellas películas atropelladas
y absurdas, irrazonables, de las que, al final, solo quedaban la risa y las
lágrimas, y una lección magistral: no te importe el qué dirán, ni nada de lo que
políticamente correcto te dicten. (¡Ay, aquellos Groucho Marx, y Charlot, y Laurel
y Hardy, y Harold Lloyd…!) Ahora mismo las palabras están llenas de retórica y
vacías de contenido. En el tiempo de la verdad líquida, de la posverdad, la
mentira se ha adueñado del lenguaje y, cubierta de eufemismos, de disfraces, pretende
erigirse en guía y horizonte para incautos. Pero del día de Reyes para allá, los
días pesarán más y serán más aciagos, más duros, como un naufragio en una
bañera. O como ir por la calle resbalando, al pisar, en cortezas de plátano
abandonadas. Se notará la cuesta de enero, en que empiezan la escuela para los
pequeños y los quebraderos de cabeza para los mayores. Otra vez los libros para
los más jóvenes y los despertadores y las prisas para todos los demás, menos
para los más viejos, que veremos cómo los días son cada vez menos días, y más humo, sin embargo, disuelto en el aire. De momento, Diario, vivamos la Cabalgata de Reyes con ojos
absortos, llenos de perplejidad, y dejemos que la noche de Reyes aflore en nosotros
el niño (o Candela) que llevamos dentro, y gocémonos con el regalo que nos
dejen, aunque sea tan bello y cotidiano como el poder decir al día siguiente: «¡Aún
vivo!», sin más y sin menos, y con la sorpresa en los ojos, allí iluminando, como una libélula (18:47:49).