viernes, 23 de noviembre de 2018

23 de noviembre de 2018. Viernes.
LAICIDAD

Bosque en el agua, sin mojarse, en Gutmanis, Estonia. F: FotVi

-En España, no solo la economía o el nivel democrático (y demográfico), o el riesgo de pobreza, van mal, sino que también los acompaña el estado de salud –enfermizo y decrépito–, de la libertad religiosa. Libertad religiosa, que, ante el ataque calculado y progresivo (y progresista) de los que se llaman laicistas, a veces parece esfumarse de entre nuestras libertades. La laicidad, que solo busca la separación entre la sociedad civil y la religiosa, pero sin atacarse, conllevándose, sin reticencias. Aquí se entiende como dentellada, que deja sangre y enfrentamiento. Leo en un informe que la libertad religiosa en España ha empeorado. Se suceden las agresiones físicas y verbales a personas consagradas; y cada vez son más frecuentes las profanaciones de templos y de la eucaristía. En el mundo, uno de cada cinco cristianos es perseguido (y ejecutado a veces) por su fe. En Arabia Saudí, el simple hecho de convertirse del Islam al cristianismo está condenado con la pena de muerte. Trescientos millones de cristianos sufren persecución en el mundo. Yo, cada vez que alguien es condenado por su fe, me pongo en su lugar y pienso: «Sería yo capaz de la heroicidad que ellos demuestran?» Porque son perseguidos y no desertan de su fe, se levantan de la persecución con más fe, enrocados en el rosario o en la cruz, y desafiando al tiempo y a la historia, ellos saben que detrás de la fe anda la fortaleza de Dios y sus promesas, que van, Diario, más allá de lo que pueda ofrecer este mundo, bello, pero histérico y enajenado, lleno de fríos y complejos, encadenado por tantos prejuicios y brutalidad (18:38:57).

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