22 de noviembre de 2019. Viernes.
PAPEL DE CARTA
El pensante, en el parque Łazienki. Varsoviana. Polonia. F: FotVi |
-Ayer mañana parecía que
el cielo estuviera nevado, tan vestido de blanco andaba. Tan limpio e
inmaculado. Como un papel de carta en el que escribir. O como un cristal
emboriado en el que dejar, con la pluma del dedo, un amor escrito. El cielo
pensaba, y yo a su par. Pensaba que el mundo está bien hecho, aunque
deteriorado por la conciencia nociva de la naturaleza humana. Los ERE aquí (El
periódico El País, con Sánchez, no se
hacen eco de los ERE), y el caos en Hispanoamérica y en otros lugares del
mundo. Conciencia, pues, nociva, y pecaminosa. Sin embargo, esta mañana
sorprendo al sol hurgando en la biblioteca (mi pírrica biblioteca), leyendo, quizá, o quizá recordando otras lecturas. Me conmueve este sol insistiendo en
beberse los libros antes de irse. El sol soñando historias, me digo, y admiro
su modo casi fugitivo de leer e irse, como el que va de camino y con la mano
bebe del arroyo un trozo de agua salvadora y sigue andando. Pero, como dice el
salmo: «y levanta la cabeza». Se humilla, bebe, y, airoso, levanta la cabeza, y
camina. Se trata de seguir el sendero, aun con sed y aunque haya enfrente una
espada, o el silencio. Como el sol, Diario, como la vida, que, en el sueño,
siempre se percibe mejor, más descansada, más asequible, y luminosa (11:39:41).