miércoles, 6 de noviembre de 2019

6 de noviembre de 2019. Miércoles.
FLAUTA AFINADA

La fragilidad y la rosa, o la flauta y el concierto. Torre de la Horadada. F. FotVi 

-Dios y yo estamos en sintonía, creo: Dios es la batuta y yo soy el concierto, un concierto de flauta, humilde pero voluntarioso. No sería capaz de interpretar el Concierto para flauta dulce de J. S. Bach, pero sí dar alguna que otra nota, sin que chirríe la música. Un servidor es la flauta que reza y trabaja, que escribe alguna línea y sueña, y no tiene miedo a la muerte, y un poco más a la vida. Son notas estas que he bebido en los evangelios, esos libros que nos hablan de Jesús y de las andanzas de su corazón. Recorría caminos y decía palabras, que todos entendían. Hablaba de amor y, cuando se encontraba con el pobre, la piedad le caía de las manos, piedad que curaba las heridas. Y de las miradas, que sanaban el alma. Nunca se le vio reír, pero sí llorar. Por el amigo muerto –Lázaro– o cuando desde la cruz decía: «¡Padre, ¿por qué me has abandonado?!» Para de inmediato rectificar y confiarse a él: «A tus manos encomiendo mi espíritu». ¡Qué bien sonaba, en el concierto del dolor, la flauta de Jesús! A ese concierto, Diario, y durante toda la vida, se ha querido incorporar un servidor, y ser así –sin desentonar–, flauta afinada, según la voluntad de Dios (18:03:24).

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