16 de noviembre de 2019. Sábado.
DEJAR MATAR
Dignidad en el estanque. Lago de Trakai, en Vilna. Lituania. F: J. Giner |
-A veces leo en la
prensa determinadas cosas que no entiendo y que me cuesta interpretarlas. Cosas
que me dejan con los ojos redondos y pensativo, extrañado. Esta mañana de sol y
aleluyas azules en el cielo de Murcia, pero fría, descubro que para la justicia
hay veces en las que es más grave el hecho de llevarse un fajo de billetes que dar
muerte a un semejante. Y es que el fajo de billetes –pensará el juez y el que
hace las leyes– es de todos y la vida solo de aquel a quien se la arrebatan. En
España es más grave robar que matar, sobre todo si eres el que recoge las
nueces del árbol movido por los matones. En política, recoger nueces del árbol
que han movido otros, es un deporte lucrativo y cínico al que se apuntan
determinados poderes públicos. Ahí andan los hombres de ETA, aquella banda de
maleantes que hacía ruido y tiraba nueces del árbol con un tiro en la nuca del adversario,
siendo celebrados luego como héroes en sus respectivos pueblos y por los
políticos que, para su mísero triunfo inmoral y corrosivo, recogían el fruto.
Tal vez sea verdad lo leído esta mañana en la prensa. O no. Yo con todo, rezo –es
algo que me enseñaron de niño mis padres y maestros–, para que esto se
equilibre y haya pena por el que roba, pero más por el que mata. Y así no se
haga realidad, Diario, lo que decía Ortega, que «el mayor crimen está, no en los
que matan, sino en los que no matan, pero dejan matar» (18:02:10).
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