3 de noviembre de 2019. Domingo.
VESTIDO DE DOMINGO
El silencio de la luz, en Las Palmas. Gran Canaria. F: FotVi |
-Despierto y me veo
vestido de domingo, como cuando era niño. Allá en Molina, en la calle Honda,
donde todos cuidaban de mí: madre, la tía Rayos, la vecina, mi padre. Y yo, el
centro de todo; sin saberlo, todos pendientes de mí. Los domingos me vestía mi
madre con el pantalón de tirantes y la marinera nuevos, y me mandaba a la
iglesia. «A estar y hablar con el Señor», me decía. Y allí estaba yo,
hablando y hablando sin parar y deseando oír al Señor, que siempre callaba. Cuando
volvía a casa le decía a madre: «¿Por qué le hablo al Señor y él nunca me contesta?»
Y mi madre, juiciosa y con una sonrisa, me decía: «Porque él siempre habla en
silencio; silencio que solo escuchan los de corazón bueno». Y de aquellos
domingos llego a estos domingos, con el recuerdo de mi madre y sus palabras. Con
el recuerdo de su aldeana y humilde sabiduría, de gran claridad y sencillez. Sabiduría de la que yo, ahora, Diario, todavía me nutro, como
si bebiera, inclinándome, en la fuente de la vida (18:31:39).
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