5 de julio de 2020. Domingo.
CIELO Y VUELO,
RIMAN
Niños celestes, en la tierra. F: Noel Celis |
-Domingo, azul, y
vencejos. Es decir, Dios, cielo, y vuelo. Un día del Señor perfecto. Pero, al
tiempo, también triste, por las consecuencias de la pandemia: pagarán más, y
más caro, los que menos tienen. Son, Señor, los que siempre pagan. Los ciegos,
los cojos, los desplazados, en general todos aquellos que te seguían y te
siguen. Recuerdo el día que, estando prohibido por la ley, tocaste a un
leproso. Antes habías oído: «Si quieres puedes curarme». Delante de ti, la
lepra, la pandemia, la enfermedad maldita, la proscrita. «Sintiendo compasión –dice
el evangelista–, extendió la mano y le tocó». Y el leproso quedó curado. Jesús tocó
la enfermedad: hizo suya la lepra. No le tembló la mano al tocar; tocó la
enfermedad y ésta se llenó de Dios. Por eso pudo decir Jesús: «Venid a mí todos
los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré». Él nos alivia, apaga
nuestros miedos, relaja nuestras inquietudes. Él endulza nuestras vidas. Sube
hasta mi habitación el piar de un pajarillo; un piar insistente, monocorde, y
sin embargo, glorioso, como una oración. Y me pregunto: «¿Rezan los pájaros?».
No sé, quizá. Lo que sí sé es que alegran la mañana, y nos llenan, de
una bella esperanza; con la antorcha de su canto, Diario, nos iluminan el día (12:03:55).