miércoles, 24 de noviembre de 2021

 

24 de noviembre de 2021. Miércoles.
DONDE TIRITA EL FRÍO

La llama de la vela, alienta. F: Prensa

-Ya se ha presentado el frío y nos señala con su dedo aterido –largo, descarnado– que llega el invierno. El invierno es como un hueso mondo, que parece señalar siempre los polos, donde tirita el frío. Como repliega a las sombras, el calor consigue que se repliegue el frío. Un alma fría, sin embargo, hace que el corazón sea un témpano y gotee desafecto, incluso antipatía. Esta es la razón por la que intento tener caliente el alma, para que inflame –arda– mi corazón. Dice el escritor turco Mahmet Murat: «Cuando el invierno en tu alma coincide con el invierno de la naturaleza, entonces es cuando sientes realmente el frío». Es esta la razón por la que conviene calentar el alma: la oración, el acto de caridad humilde, la mirada amable, incendian, alejan el frío, lo gélido de la naturaleza, que no perdona. Aunque, a veces, sea mejor ser frío, como dice el Apocalipsis, que indiferente: «Ojalá fueses frío o caliente. Pero cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca». Esto es lo decía San Juan en el Apocalipsis a la iglesia de Laodicea; y una iglesia con una vida espiritual frágil, etérea, sin compromiso por el evangelio, sin cruz ni resurrección, con solo palabras y molicie, con solo dormición y bostezo, es vomitada, Diario, devuelta a la mediocridad, a la intemperie de la vida sin Dios, donde aguarda la soledad más extrema: el desamor más frío (13:07:53).

martes, 23 de noviembre de 2021

23 de noviembre de 2021. Martes.
CON ALAS EN LA MENTE

Amanecer, desde mi balcón. Casa Sacerdotal. Murcia

-Tras una noche fría de lluvias finas, lluvias de cendal, y sorteando nubes, ha reverdecido el sol. Con el bisturí de su luz ha ido rasgando nubes, haciéndose, al fin, realidad luminosa. Durante un tiempo se ha detenido en mi biblioteca y ha leído sus silencios, como si abriera su intimidad, desnudándola. Luego ha llenado los cielos de esplendor, ha marchado a hacer su recorrido triunfal y a seguir meditando lo que ha leído en los libros. Con la luz, irá regalando silencios, asombrados, al mundo. Y decir, que en este retiro mío con sacerdotes, he descubierto a un escritor (filósofo y profesor), de hondas convicciones religiosas y ferviente opositor a todo autoritarismo: Nikolía Berdiaeff. Es ruso y anduvo por el comunismo, al que dejó por la libertad, como se deja un mal amor. Ser libre es andar por el mundo pensando que nada te ata, que todo vuela, en ti y en tu rededor. En su libro El sentido de la historia (que prometo acabar de leer) escribe: «Las bases espirituales de la sociedad son eternas; en cambio, todas las fuerzas sociales, políticas y económicas son transitorias». No sé por qué, Diario –o sí lo sé–, leer cosas así me devuelven la esperanza en el ser humano, y me reafirman en la fe en el Dios que me pensó y me permitió vivir como un soñador libre, con vuelos, sin prejuicios y tolerante, con alas en la mente (12:37:24).

lunes, 22 de noviembre de 2021

 22 de noviembre de 2021. Lunes.
CECILIA, O LA MÚSICA DE DIOS

Belleza de Dios en Murcia, esta tarde. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Digo Cecilia y me nace música en la boca, la música de la gracia y la santidad. Como se percibe el olor de lo santo, también se escucha, si se presta atención y aunque no se diga, su música. La santidad es música en los ojos y en las manos; en los ojos es paz y en las manos, ofrenda. La santidad –el amor–, dice San Pablo, es paciente, no es envidiosa, no se envanece, no es egoísta ni se irrita, desecha la injusticia, busca la verdad. En los ojos de Cecilia –era la luz, el  reflejo de su alma– se oía la música del amor divino, que se hacía melodía en su boca. Dicen las Crónicas, que, cuando estaba siendo torturada, Cecilia cantaba, olvidando los dolores de su martirio. Cantando hacía presente en su martirio a Dios, que sufría en ella. Se dice que en la música de Bach se quiere expresar, lográndolo a veces, la belleza de Dios; en la vida de Cecilia se escucha como música, no la belleza, sino la misma vida Dios; vida que es Amor. ¿Por qué Santa Cecilia es patrona de la música? En La Leyenda Aurea, famoso tratado hagiográfico medieval, se cuenta que, en su martirio, cantaba gozosa: «Que mi corazón y mi carne permanezcan puros, Señor, y que no me vea defraudada en tu presencia». Y en todo caso, Diario, cualquier vida santa es nota músical, gloriosa, en la gran Sinfonía –magistral e inacabada– de Dios (18:50:32).

domingo, 21 de noviembre de 2021

21 de noviembre de 2021. Domingo.
REALEZA QUE NO CREA VASALLOS

Signo del Rey de reyes, corona crucificada. Varsovia. Polonia. F: FotVi

-Me gusta hablar de realeza, cuando ésta no crea vasallos, sino reyes. Al Rey que encarna esta realeza le llaman Rey de Reyes; y no porque esté por encima de otros de su misma alcurnia, sino porque se pone a la par de aquellos a los que él mismo ha hecho reyes. Este Rey comparte su realeza y sólo pide a los de su estirpe que se hagan dignos de ella. Ser digno de ser rey en este reino de reyes lleva consigo admitir que de la justicia brota la paz, y de ésta, el amor. Y que no puede haber vida sin luchar por hallar la verdad. Y que, hallada la verdad, la vida se hace santidad o humanidad que comparte, y trata, por tanto, de eludir egoísmos. En este reino de reyes, sobran las coronas, a no ser que sean de espinas. Es más asequible la corona de espino que la de oro y brillantes; está más al paso en el camino y se puede coger de cualquier zarza o sufrimiento propio o ajeno. Con corona de espinas se puede ser más samaritano –detenerse en el camino y atender al herido, dándole tu mirada y tus manos–, que con corona de oro y pedrería. Hoy, fiesta de Cristo Rey, me apunto, Diario, al reino de este Rey, que solo busca reyes y no siervos para su reino, reyes que él mismo hace y corona, y redime, si en algún momento pierden su realeza. La cruz es el trono de este rey, coronada de espinas  (20:35:57).

sábado, 20 de noviembre de 2021

20 de noviembre de 2021. Sábado.
NO HAY NIÑOS MALOS

Educando a la pobreza, con cariño. Misioneras de la Caridad. F: Googel

-Sigue la lluvia, sigue la alegría del cielo regando la tierra. De igual modo que una sonrisa de niño, en brazos de su inocencia, inunda –llueve– de claridad el cielo. Hoy, Día del Menor, se hace enormidad lo insignificante, y más valiosos los ojos del niño, que, absortos, contemplan maravillados el mundo. «¡Ah!» exclama el niño; y es como si dijera luz, belleza, silencio, color, tiza, pizarra, escuela, maestro, madre, padre, quizá Dios, sin saberlo aún. No hay niños malos, sólo infelices. Como dice María Montessori, especialista en enfermedades mentales: «La educación temprana de la infancia es clave para mejorar la sociedad». Educar a un niño, es como pulir, con paciencia y sabiduría de orfebre, un diamante. Se le van quitando esquirlas,  lacras, lo que oculta su belleza, hasta quedar útil para lucirlo. Al ver a tantos niños maltratados, echados a la calle, en trabajos inhumanos, pisoteados, violentados, pienso en los derechos de los niños, y entro en dudas sobre la verdad de que el ser humano esté hecho «a imagen de Dios». Estos derechos son: «Derecho a la supervivencia y a la salud –campos de refugiados y migrantes en el mundo–; derecho a la educación, al juego, a la protección, a no ser separados de su familia, a tener un nombre, a opinar y a ser escuchados». Tener un nombre, lo que nos distingue y nos hace únicos, libres, elegidos. Hoy, Día del Menor, rezo a Dios por la niñez indefensa, maltratada, sin asideros a los que agarrarse, abandonada en las cloacas de la sociedad, para que se libere de la humillación y pueda contemplar el cielo nuevo y la tierra nueva en la que, a salvo de cualquier injusticia o vejación, opinando y siendo escuchados, redimidos, merecen estar. Así lo pido, Diario, y así deseo que sea (17:49:12)

viernes, 19 de noviembre de 2021

19 de noviembre de 2021. Viernes.
EL HISOPO DE LA LLUVIA

Luna llorosa, anoche, en el cielo. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Han vuelto, emocionadamente, con la sencillez de una bendición, las lluvias. El hisopo de la lluvia ha exorcistado los campos y las montañas, y ha aumentado el caudal de manantiales y ríos, tocando, humedeciendo raíces del bosque y del trigal, que duermen en la tierra. En invierno, la belleza se enclaustra, se hace meditación e intimidad, reverencial plegaria callada. En primavera y en verano la belleza sale al exterior, y se hace flor precursora en el almendro, y más tarde trigal, y bosque inmenso: abundancia; hasta que llega el otoño, y, como una buena madre, duerme otra vez en sus brazos al invierno y lo hace lentitud, sueño de exuberancia, himno y germen de prosperidad. Con la pandemia, sin embargo, todo parece ser invierno, sin salida, como tapiados en la adversidad; no hay día que no den –televisiones, radios, prensa– una cifra penosa de muertos: 100, 50 –más o menos–, cifra siempre excesiva, inasumible, para llorar. Aunque vuelvo a Cervantes y él me da una lección de esperanza, y, con amabilidad de amigo, me corrige y me dice: «El hombre bien preparado para la lucha, ya ha conseguido medio triunfo». Bello axioma, Diario, que, desde el silencio y la humildad, intentaré poner en práctica, hasta dar con la primavera lúcida y florida del triunfo, donde se oscurezcan los miedos y aparezca la fortaleza del ser humano, don de Dios, iluminación que alienta y fortalece, y se hace belleza inmortal (17:57:16)

jueves, 18 de noviembre de 2021

18 de noviembre de 2021. Jueves.
SOSIEGO, EN ESPERA

Paloma que mira, absorta, en mi balcón. C.Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Leer la prensa es como morder el limón de la desgracia y que se te agríe el corazón. Muerdo las noticias y lloro; luego me alivio rezando. Rezar alegra el alma y anima la esperanza. Y colma la boca de paz. Dios, por unos momentos, habita la boca y la hace basílica de concordia, armonizando y cosiendo desgarros y haciéndolos palabras de bondad y tolerancia, de sosiego en espera. Los trabajadores del metal, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, los transportistas, los ganaderos, preparan huelgas antes de la Navidad. El descontento se extiende como una mancha pavorosa de aceite. Y el Gobierno, haciendo leyes que enfrentan, y derogando otras que unen y llaman al perdón, y a darse las manos, y a mirarse sin ira, olvidando y perdonando. Mientras despenaliza los piquetes violentos en manifestaciones y huelgas, condena a los que rezan sin acritud y de rodillas, y a más de cien metros de las puertas de las clínicas abortistas. Las que trituran fetos y los venden al mejor postor, para que los comercialicen. ¿Recuerdan al doctor Josef Mengele, al que llamaban «el ángel de la muerte» en el campo de exterminio de Auschwitz Birkenau? El día se llueve, quizá llore los agravios y desmanes de este Gobierno insensible, farsante, depredador. Y por el que, no obstante, rezo, para bien de aquellos a los que mal gobierna, como los niños con la luz de la inocencia aún en los ojos, o las madres libres de ideología, o los padres laboriosos y decentes, o los abuelos que llenan y alumbran los parques de hermosos recuerdos y migas de pan, para que picoteen las palomas; rezo, Diario, y espero; espero porque Dios, nunca falla (11:30:17).

miércoles, 17 de noviembre de 2021

17 de noviembre de 2021. Miércoles.
LA SORPRESA

Barraca murciana, en la huerta. Murcia. F: FotVi

Escribía yo el 17 de noviembre de 2012: La sorpresa lo es cuando algo que sucede te coge desprevenido, que es como un aprovecharse de un cierto desvalimiento o desabrigo tuyos. Si dormitas, te sorprende la gota de agua de una broma en la comisura o el roce de una pluma en la nariz. Te desgañitas haciendo aspaviento. Resoplas y gesticulas, y eres inocente causa de risas inocentes. La risa de las bromas es risa (casi siempre) sin mala intención, risa lírica, pues, o risa de espuma de cava solo. Pues andaba yo el sábado 15 por la avenida cosmopolita de Facebook, saludando y dejándome saludar, cuando de pronto me sorprendió un mensaje. O una mirada, y era alguien que me decía: «¡Te he visto!». Algo parecido a lo que le ocurre al personaje de Italo Calvino en el cuento Los años-luz, de Las cosmicómicas, que desde una galaxia a cien millones de años-luz, distinta de la que él está, le ponen un cartel en el que se podía leer: ¡TE HE VISTO!, llenándolo de inquietud y miedos. Una amiga de la infancia, me enviaba este mensaje: «¡Hola, Vicente…! No suelo entrar en Facebook pero hoy, al ver que el amigo Illán me nombraba, me ha picado la curiosidad y: “¡Te he visto!”. Aquí me tienes para comentarte que la semana pasada en La Casa Regional de Murcia en Valencia, oí cómo recitaban unas poesías tuyas, preciosas (Final y Muchacha, tú), arropadas por la calidez de un piano y… ¡me emocioné! Te felicito de corazón y no sé si me recuerdas, pero como sigo siendo bastante lanzada y el público murciano lo demandaba, yo recité “La cebolla”, de Esmeraldo Cano y he de confesarte, que los dos “triunfamos”. Tú, por merecida justicia a tu inspiración, y yo… Pues no lo sé, pero mi acento murciano que no he perdido, afortunadamente, hizo que nuestros paisanos se encontraran en claro transporte imaginario al corazón de nuestra tierra. Si llego a saber que tu poesía estaba programada, te habría recitado yo, aunque la rapsoda lo hizo muy bien. Recibe mi afectuoso saludo. Carmen Sabater.» Como ves, Diario, esta fue la sorpresa: hay quien recita en tertulias literarias (y nada menos que en Valencia) tus poemas, lo que es de agradecer. ¿No te parece? Y como ves: el «¡Te he visto!», no era nada inquietante, sino revelador de una antigua amistad. Hoy recuerdo; y recordar es vivir dos veces: el haber vivido entonces, y el vivir ahora, y esto me consuela, y, aunque envuelto en añoranzas, me rearma (20:18:31).

martes, 16 de noviembre de 2021

16 de noviembre de 2021. Martes.
11: SIGNO (¡!) DE ADMIRACIÓN

Reverenciando la luz, en el jardín. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Ayer Candela –mi sobrina-nieta– cumplía 11 años; años vividos entre signos de exclamación: (1Candela1). Es el 11 semejante al signo (¡!) que describe nuestra sorpresa por algo que es maravilla, éxtasis: algo que nos causa asombro. Si a los signos que forman la cifra 11, se les coloca un puntito arriba, y a uno de ellos lo pongo del revés –el puntito boca abajo–, habremos conseguido hacer del 11 un signo (¡!) de admiración. En todo caso, Candela es fascinante. Como un centelleo de luz en el agua, que irradia claridad. Crece, y lo va haciendo en edad, en sabiduría y en gracia, delante de Dios para su complacencia y delante de los hombres, para su bien. Como cualquier otra niña despierta, perspicaz, lúcida, va escalando los peldaños de las matemáticas, la historia, la lengua, los idiomas, sociales, hasta dar con la religión, donde halla valores, que luego le enseñan a vivirlos, a hacerlos discernimiento y amor. Dice que le gusta pintar, y la investigación, y estudiar, y el deporte, y comer palomitas; juega en el equipo infantil de baloncesto del colegio La Salle y en el agua es una sirena deslizándose con la suavidad de una mano sobre las alas de una paloma. O tal vez sea ella la paloma, el vuelo, la elevación, el hermoso texto que empezó a escribir hace 11 años, y que hoy sigue floreciendo en rosal con rosas. Candela, cumple años, cumple luz: sé epifanía del bien, asombro que asombre, sutil evangelio de Dios en tu ambiente, un acorde más de la excelsa e inacabada sinfonía de Dios en el mundo. Candela, Diario, no ha cumplido años, sino perfección, exquisitez, delicada feminidad, que centellea, que luce. ¿No lo sientes? (11:25:40).

lunes, 15 de noviembre de 2021

15 de noviembre de 2021. Lunes.
CON MÚSICA DE ROCK AND ROLL

Poemillas de Navidad anteriores, en descanso. F: FotVi

-Ya está en la imprenta mi nuevo poemilla de Navidad (digo poemilla, si no ofende, por ser de humildad pretendida, deseada). ¿Cuántos van? Desde 1991. Así como el año pasado el poemilla fue un tanto heterodoxo, el de éste lo es teológico y conciliar, casi tridentino. Al del año pasado hasta se le podía poner música de los Eagles o de Santana y quedar bien; es decir, se le podía vestir de los ritmos y vorágines del rock and roll, de sus pentagramas locos, y quedar como villancico de Navidad, algo histérico, pero villancico. No estaría mal un Nacimiento –aunque fuera de Salzillo– con ángeles cantando el hosanna con música de hard rock, o rock duro. En vez de hosanna en las alturas, se podría cantar hosanna en las guitarras, y en las baterías; o sea, hosanna a ras de tierra; y todo acompañado por un órgano, instrumento catedralicio por excelencia, y mitral, siempre que un fraile ido (marchoso y con flequillo, que diría Umbral), desgañitara el instrumento, haciéndolo ruido maravilloso, y deserción de la estética tradicional, gregoriana, tan suave y de leve oleaje, de tanta belleza. Un CD así, no estaría mal. Sólo que habría que prevenir que las bóvedas de los templos no saltaran por los aires hechas añicos de piedra y música, y con Dios tapándose los oídos; aunque, por estar acostumbrado Dios al estruendo de las cataratas y las estrellas, y al fragor del pecado de los hombres, estimo, Diario, que no le afectaría para nada al oído esta música ¿endiablada?; endiablada, pero interpretada, sin embargo, por ángeles, e inspirada, quizá, en el dolor del mundo, donde Él también se encuentra, y más desde aquella cruz del Gólgota, terrible. Cánticos a Dios en las alturas y también –¿por qué no?– en la tierra, a las gentes –desvalidas, olvidadas– de buena voluntad (12:59:41).

domingo, 14 de noviembre de 2021

14 de noviembre de 2021. Domingo.
EL GRAN ACONTECIMIENTO

Frente al Belén de arena, en playa de Las Canteras. Las Palmas. Gran Canaria. F: FotVi

-«Es domingo, es la alegría / del mensaje de la Pascua». Así canta hoy el himno de Laudes. El de la Pascua es mensaje de vida y de sepulcros vacíos, y de alegría: luz para un paisaje de alientos nuevos. Es decir, un paisaje en el que las perspectivas se ensanchan, sobrepasan el horizonte y dan en el infinito, donde espera el gran acontecimiento –inédito– de la Misericordia. Dios –su amor–, nadando en piedad, dando la opción de salvarse a los descarriados hijos de Eva, la del bocado a la manzana; es decir, la del bocado al pecado, a la desobediencia insolente. Después de darla a comer a Adán –«¡Cómo cruje en los dientes de Eva!»– y morder este, quisieron ser dioses y se degradaron como personas, cayendo en la ignominia, y, desnudos de valores, fueron expulsados del paraíso, con una promesa, sin embargo, de redención. «Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente de ella», dijo Dios a la serpiente. (Génesis). El adviento que se acerca, nos invita a «conquistar la bendición… intentando ser indulgentes», nos dice San Gregorio Nacianceno.  En adviento la magnanimidad nos sale al camino, y se nos ofrece, como bendición, como algo consagrado, como fuerza que nos acerca al Dios-Niño, que, sin dejar de ser Dios, se hace nosotros. Dios acampa junto a nuestra tienda en la noche de Navidad, y en Él empieza a emerger la Ciudad de Dios, donde el Amor será ley y libertad, y Descanso (17:52:13).

sábado, 13 de noviembre de 2021

13 de noviembre de 2021. Sábado.
MUSEO BARÓN DE BENIFAYÓ

Museo Barón de Benifayó, organizadores. F: Faceboot 

-Sale el sol por el cuello apenas abierto de la camisa de las nubes y se instala en el bello concierto de la naturaleza. El sol, peregrino incansable, viste de luz al pino y a la mariposa, al silencio y a la música, al ser humano y a la vida, y se desparrama por el suburbio y la ciudad, es luz que ilumina y calienta. Como diría Isaías: «Todos los sedientos, venid a las aguas… Venid, comprad vino y leche sin dinero, sin costo alguno». Y el sol es todo gratis, Dios invita. He viajado a San Pedro del Pinatar con Francisco Javier Illán a celebrar, invitados, el 20 aniversario del Museo arqueológico y etnográfico del Barón de Benifayó. Una celebración –fiesta– entrañable y familiar. Ha habido palabras, música, diplomas, niños, emoción. Arriba, el sol y las nubes –juguetonas sombrillas del sol–, y, al frente, la fachada neo-mudéjar del Museo, hoy homenajeado. 20 años, su juventud me emociona; y cómo lo cuidan, como su tesoro cultural y pedagógico, educativo, y los tesoros hay que protegerlos, con mimo. Gracias Visi, alcaldesa; gracias Marcos, su guardián; gracias San Pedro todo, pueblo; preservar el pasado –las raíces– es ir haciendo el presente, y casi profetizar el porvenir. Decía Mario Botta, arquitecto suizo: «Un museo es un lugar espiritual. Cuando se acercan al arte, las personas suelen bajar la voz». Como en un templo, Diario, respetando y venerando la obra de Dios en la inteligencia del ser humano. Como diría Borges, el museo es: «Ese montón de espejos rotos»; pero que aún brillan y hablan de los sueños y fantasías de la humanidad; es decir, de Dios y su obra; del soplo del Espíritu que alentó el barro, transformándolo en sabia claridad, en creación (18:26:48).

viernes, 12 de noviembre de 2021

12 de noviembre de 2021. Viernes.
ÍNTIMO HACIA DENTRO

Pequeña planta, asomándose y saludando, en el jardín. T. Horadada. F: FotVi

-A mí, que soy bajito (o íntimo hacia dentro), nunca me ha preocupado el serlo, pues, a lo que no llego con las manos, ni aun empinándome, llego con los ojos y el pensamiento, y, en último término, con el deseo y los sueños. Para ver estrellas (o sentirlas, si se es ciego) no hace falta medir tanto o cuanto, sino, desde la sencillez (un modo de humildad), desde el éxtasis o el asombro, desde impulsos o envites del alma, levantar los ojos y mirarlas; y más, en noche abierta. Y si, con grandeza, te abajas un poco más, hasta logras verlas en los charcos del camino. Siendo bajito, alcancé frutos que otros más altos no podían coger. Los más altos no podían subir al árbol, por más pesados; yo, sí, por más liviano. Un día, bajito yo, escribí un verso, y me dijeron: «¡Cáspita, buen verso, sigue escribiendo!», y escribí un libro, al que, detrás, hostigaron otros, que también lo fueron, libros, y se hicieron hermanos. Bajito yo, subí al latín, y al griego, y a la filosofía (menos a las matemáticas), e incluso trepé a la teología, y me hicieron cura; y, bajito, tuve y sigo teniendo a Dios en mis manos, aunque no lo merezca, pues él se abaja a mí y así no tengo que alzarme sobre las puntas de los pies para tocarlo, y poseerlo, y ser de su misma familia: hijo de Dios. Y no sólo lo toco: lo palpo y me lo quedo, y estoy autorizado, luego de ser fraccionado, a darlo, repartiéndolo; Dios se me da pan, y cruje y es miga, y, puesto en la mesa, se deja comer. Eucaristía. Y es que para ascender al milagro, como a las estrellas, no hace falta ser alto ni bajo, sino mirar y creer que lo que ves es cierto; eso sí, Diario, fiándote antes de la fe, la que toca y siente sin ver, la que vive en la Trascendencia (11:53:56).

jueves, 11 de noviembre de 2021

11 de noviembre de 2021. Jueves.
SANGRE Y TRIGALES

Lago de Tiberiades, Genesaret. Israel. F: FotVi

-El rosal ha dado su penúltima rosa roja. O el rojo y el amarillo de las hojas caídas en el jardín. Como un saxo («¡Que viva, España…!»), o una bandera, cantando las glorias de España: la España una y triste, que nos ha tocado vivir. ¿Y libre? Rojo y amarillo. La bandera de España: sangre y trigales. En la escuela se nos decía esta hermosa metáfora. El maestro Navillo, en Molina (bellos recuerdos: yo, crío, revoltoso, vivo), decía: «Niños, esto es España: sangre y trigales», y nos señalaba la bandera. Él, represaliado, venía de la sangre; y nosotros, hijos de obreros, del hambre, que todavía –aunque algo aliviado entonces– nos perseguía: o el otro trigal baldío de la posguerra. Como –casi– empieza a suceder ahora. Entonces nacía el tallo, pero no la espiga. Y, sin espiga, se esfumaba el pan. También hoy podríamos decir con Séneca, que «todo lo vence el hombre, menos el hambre». Puede auparse a la estratosfera, y en caída libre, romper la barrera del sonido. O derrocar a un dictador para que venga otro. O poner un ingenio en Marte y que revele cosas asombrosas: el agua que hubo o pudo haber, si fue el barro y lo alentó el espíritu, o si lloró y rio la vida, o no. Pero el hambre sigue en el mundo, y, con él, la injusticia y la pobreza. Y lo más triste: siguen los pobres en mi ciudad, y bajo el puente que los cobija, y a la puerta de mi mano, que a veces les da algo: un instante de consuelo para su llanto. Dios, sin embargo, sí remedia lo que el hombre, o por falta de voluntad, o por egoísmo, o por olvido, no hace. Tristeza, pues, otoñal, Diario; lamento inmenso en el jardín de la vida, que llora hojas caídas, y ríe un poco en el camino de la esperanza, la que nunca muere, la que restaña heridas y descubre horizontes nuevos, y vive en esos bellos horizontes (17:44:42).

miércoles, 10 de noviembre de 2021

10 de noviembre de 2021. Miércoles.
LAS PLANTAS RECITAN

La rosa en el jardín, diciéndose. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Si el sol canta, las plantas recitan, aun en otoño. (Ejemplo: el rosal en el jardín, con sus flores anhelantes, diciéndose). El sol esta mañana está cantando su canción quebradiza, y las plantas la repiten, con gozo de humildad musitada. El otoño tiene estas músicas, casi de gregoriano monástico, que las plantas hacen celebración. Y la hacen –ritual litúrgico– dando su olor y color, como una incensación laica. Halagando la luz, de vidrio, del otoño. Hay quien dice que Dios inventó el otoño para hacer dos primaveras: la primavera esmeralda –verde–; y la  primavera dorada –otoño–; o Dios pintando la variedad –libertad– como un pintor impresionista, imprevisible, admirablemente personal. Decía Juan Ortiz, periodista, que el otoño es el juez de las hojas. Yo diría que es el rey Midas de las hojas: las arranca del árbol y las deja caer para que se conviertan en oro; oro, sin embargo, humilde, que, para hablar, se deja pisar. Hay quien asegura que el crujir de las hojas, al ser pisadas, es el llanto del mundo, de lo más pobre, donde Dios habita, consagrándose, haciéndose humanidad crucificada, eucaristía terrenal y sumisa de amor. Sol y plantas, Diario, que salmodian a Dios; salmodia –alabanza–, a la que –si me lo permitís, amigos– yo me uno, como una hoja más del otoño en el suelo, custodia de sumisión y regalo, de libertad, con música (12:01:41)

martes, 9 de noviembre de 2021

9 de noviembre de 2021. Martes.
PAISAJE EN EL PAISAJE

Paisaje en el paisaje, alabando. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Viajo a Torre de la Horadada, con la alegría de poder extender la mirada más allá de las cuatro paredes que me cercan. Paredes, sin embargo, afables, expresivas, que laten conmigo, que conocen el mundo con mis ojos, y que se miran en mí. De vez en vez, cruzamos las miradas, ellas callan, y yo les cuento. Sé que me oyen, aunque no dicen nada. Cuando yo pase, confío que hablen y digan cosas de mí, cosas que yo no conozca, o cosas que hayamos vivido juntos; en todo caso, que sean cosas hermosas. Por eso, ante ellas, me respeto y las respeto. Luego, ellas dirán, son libres. Hoy he salido al campo y he estirado mi mirada, que se ha llenado, gozosamente, de naturaleza. Con la lucidez que siempre le acompaña, conducía mi sobrino Javier, y yo me notaba paisaje en el paisaje. El paisaje, como las paredes, no hablaba, pero su silencio me inspiraba alabanza. Alabanza que hacía, como Francisco de Asís, al Creador: «Loado mi Señor», decía. Y el viaje, Diario, ha resultado ser sereno, contemplativo, emocionadamente sencillo, y agradecido (17:49:36).

lunes, 8 de noviembre de 2021

8 de noviembre de 2021. Lunes.
¡EXULTE EL ABRAZO!

Devoción en el beso, y en la abuela que lo recibe. F: Prensa.

-Es hermoso el día, como ver crecer una hoja en un árbol del bosque. La hoja crece, llamarada de luz en la luz. El bosque, en la hoja, se embellece, no obstante haber árboles caídos, cortados por la hoz del tiempo. Es la metáfora de lo que ocurre en el bosque –a veces inhumano–, de lo humano. No todo en la naturaleza humana es cruel, feroz. Competición. Sucedió así: una madre, al ir a aparcar, atropella a una niña de 6 años a la puerta del colegio, involuntariamente. Conmoción y lágrimas, ambulancias, y la madre de la niña fallecida que aparece y se da de bruces con la tragedia. Llora, como la madre causante del accidente. Y al fin, y después de contemplar la derrota sentimental y maternal de ambas, se funden en un abrazo. El abrazo es el júbilo del amor hecho signo que atrae y funde, y conforta. Es valor que hoy no se estila como forma de consolación, que se desecha por decadente y obsoleto. Abrazadas, rozando sus lágrimas, la madre de la víctima y la causante de la misma, alentándose, ambas abrazando –quizá– la misma cruz, la cruz del dolor extremo. Siempre que abrazas, te están devolviendo el abrazo, pagándote con la misma moneda de amor que tú das. Es el signo de Jesús palpando las llagas del leproso, amándolas, en el tacto. La que había causado el accidente estaba desolada, llegó la madre de la niña fallecida, y, en el abrazo, puso su corazón a la altura del otro y se consolaron: deslumbre de misericordia. Ya dejó dicho San Juan de la Cruz: «Quien no ama, ya está muerto», y todo abrazo es amor, que vive, Diario, en quien lo da y en quien lo recibe: unción que alivia y cura, y consagra (12:17:22).

domingo, 7 de noviembre de 2021

7 de noviembre de 2021. Domingo.
MÚSICA CALLADA

El piano, música callada. Varsovia. Polonia. F: FotVi

-Domingo, 6 grados al despertar, un sol de lana, suave, y la oración de alabanza en los labios, para llamar al siempre desvelado Dios, que habla con silencios. En Dichos de luz y amor enseña San Juan de la Cruz: «Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída en el alma». Como el amor con amor se paga, el silencio, con silencio, se oye. El ruido no oye, ensordece, el silencio, por el contrario, escucha. En silencio, y dispuesto a escuchar, leo: «Tú ven, ven, oye conmigo, / oye la silenciosa/ reproducción del polen». Y sigue: «¡Cómo / suenan la almendra, la manzana, el trigo!». Claudio Rodríguez en el poema Música callada, como una exhalación misteriosa y mágica de silencios, que nos habla, no de oír, sino de escuchar, de afinar el alma y paladear la belleza oculta. Cuando leo la Sagrada Escritura, lo hago en silencio, para escuchar su interior y desentrañar su entraña, invadiendo sus rincones de gracia donde se halla Dios, y entonces oigo que responde a mis preguntas, amando. En el amor se oye el silencio de Dios, tan clamoroso, pero tan sin sonido. Como el silencio de la fruta, que solo se oye cuando la lesionas, cuando la muerdes. Entonces da su dulzor, que también es silencio. Para oír el rumor de las cosas que me sirven –el libro, la mesa, la luz, el papel donde escribo– quedo en silencio; y el silencio, Diario, me enseña a amarlas y respetarlas, y a Dios, que está en ellas, y en las que –también en silencio–, se dice, se expresa, y habla, sin palabras (12:09:19).

sábado, 6 de noviembre de 2021

6 de noviembre de 2021. Sábado.
¡LA LUZ!

María con el Niño, Santa Sofía. Estambul. Turquía. F: FotVi

-Anoche relampagueaba y tronaba el cielo, y una lluvia fina mojaba el espectáculo, que no duró mucho, solo unos instantes, instantes de luz y sombras, maravillosos. «El fuego del cielo y la noche, qué bien cuadran», me he dicho: se apaga el cielo –el relámpago–, y la noche se encierra en sí misma, la oscuridad se encubre en su oscuridad; se vuelve a abrir y, mientras las calles se visten de charol, danzan las sombras y los árboles fulguran. La luz y la noche, o los colores el pincel que los pinta. Me llamaba la atención un anciano pintor que, en el parque, y debajo de una jacaranda en flor, pintaba retratos sin modelo. Echaba una mirada al entorno, se concentraba, y al poco el pincel se ponía en movimiento. Mirada, mano y pincel. Y el lienzo. Donde toda la luz se concentraba junto a los colores que el pincel iba derramando. El pincel que ponía sombras y claros, y deletreaba así los rasgos de las figuras que el pintor le sugería. Sólo los días de lluvia no acudía el anciano pintor. Un día de los que me acercaba a ver su trabajo, le pregunté por qué hacía únicamente retratos, y sin modelo. Me contestó que «sólo pintaba recuerdos», por lo que no necesitaba modelos. «El pintor que pinta a un modelo –me dijo– lo paraliza en el tiempo, arrebatándole la gracia y el movimiento. Pintar los recuerdos, sin embargo, es dar vida a lo que pintas, los gestos, las miradas, los destellos de su cuerpo que no pasan. Yo pinto mis recuerdos para que no muera nada de lo que fue mi vida y la de aquella persona que pinto, que detengo en el cuadro sin detenerla a ella», concluyó. Y, al querer saber la razón de pintar en el parque: «El pintor –me dijo–, ¡la luz!». Y allí dejé al anciano pintor, con su mirada, su mano, su pincel. Y su luz. Dando vida en el lienzo a sus recuerdos, que quizá fueran recuerdos (¿y por qué no?) de todo lo que amó. Con este modo de pintar, Diario, sin modelo, no debe ser difícil –después de orar un poco– pintar a Dios, en su ancho, en su inabarcable Amor (17:21:21)

viernes, 5 de noviembre de 2021

5 de noviembre de 2021. Viernes.
CON DIOS EN LA RETINA

Peregrinando, casa de la Virgen: monte Solmiso. Turquía. F: FotVi

-Sale el sol y miro el día, y me abrigo un poco, ha empezado a notarse el frío, el de cara de invierno, pero otoñal. Aún no es frío que hiera y aturda, que pasme, es un frío de serenidad benigna, piadoso, que solo invita a resguardar las manos en los bolsillos y a salir a la calle con jersey. Mientras, dejo que vuelen  imaginación y sueños –reflexiono, cavilo ideas–, y me digo: «Se me ha dado peregrinar», y en ello estoy: en peregrinación constante, y viviendo. Toda vida es un ir, es un dar pasos hacia alguna parte, y todo nace de la fe y se alarga y prolonga en la esperanza. El brote es la fe y el tallo, la esperanza. La fuente es la convicción, y el río, el anhelo y la expectativa, lo que va surgiendo y prospera. En uno y otro caso, todo es correr; el correr del árbol del tronco a las ramas y de éstas, a la hoja y al fruto, hasta tocar aves y cielo. Un árbol sin cielo es como una catedral sin rezos; la catedral no acaba en las bóvedas, sino en Dios, en el que da –más allá de las bóvedas– la plegaria, con la que se le toca, se le invita a responder. Sin verle, yo peregrino con Dios en la retina; en la fe le veo y en la esperanza le voy siguiendo, hasta el amor, acorde final, y hallazgo. Pero en mi peregrinar con Dios se me harán presentes, lo sé, la tentación y la persecución; es decir, la duda y la cruz. Siempre habrá quien me invite a convertir las piedras en pan o a darme los reinos de este mundo, si, postrado (¿ante qué dios: el poder, el dinero, el prestigio?), le adoro. La duda me perseguirá, con la cruz. Pero, al fin, la duda y la cruz se tornarán certeza y glorificación, pues como se afirma en el Libro segundo de los Macabeos: «El Señor Dios vela», y si él vela, Diario, no tengo por qué temer ni a mí mismo ni a mis enemigos. Y así vivo, peregrinando, batiendo alas (19:52:22).

jueves, 4 de noviembre de 2021

4 de noviembre de 2021. Jueves.
LUZ Y ASOMBRO

Niños riendo, Navidad. F: Brother.

-Sol espléndido, bajo el palio azul del firmamento. Extiendo las manos, las abro y tomo un poco de sol, lo pongo en mis ojos y la claridad me invade; ser claridad –centelleo–, que irradie claridad: como aquella niña de tres años, que, al preguntarle qué era Navidad, exclamó: «La Navidad es el cumpleaños de Jesús». Y al insistir y preguntarle quién era Jesús, sin cortarse y ceceando, respondió: «Ez el Hijo de Dioz». Y todo queda como estaba, salvo el ceceo de las «eses» y el asombro. Y la niñez, que, sin romperse ni mancharse, como el cristal que deja pasar la luz, ha dicho palabras tan sobresalientes y exactas, tan bellas entre sus dientes. La niña aún no era consciente de lo que decía, pero sí las palabras que dicen lo que alguien, que se las había enseñado, intentaba que dijeran. Las palabras siempre dicen, afirman, suceden, aunque no se entiendan. Decir, consiste en revelar la perla, la alhaja de la idea –acontecimiento espiritual– que encierra la palabra. La idea se desenreda de la mente y habita en la palabra, hasta que ésta es dicha y expone su alma, su interior de luz o sombra, de paloma o de ave rapaz. Las ideas, en la palabra, están calladas, pero no inmóviles; por eso, al romper la palabra, como el germen en la semilla, las ideas se hacen significado, emoción, vibración, y entre sustantivos y verbos –acompañados de otros complementos–, drama o comedia; es decir, vida: o explicación y crónica de ésta, historia humana. Navidad, pues, Diario –y según esta niña, que aún no alcanzaba los tres años–, es el cumpleaños de Jesús; de Jesús, que es –revelación en boca de una niña– el Hijo de Dios (19:44:11).

miércoles, 3 de noviembre de 2021

3 de noviembre de 2021. Miércoles.
VOLVIMOS RIENDO

Vieja, con siglos, pero iluminando. Catedral. Murcia. F: FotVi

-El grupo de ancianos –¿de sabios?– de la Casa Sacerdotal fuimos vacunados ayer: tercera dosis contra el covid y la vacuna de la gripe. Al ir, caminábamos pensando en el pie que adelantábamos y en el que dejábamos atrás; o sea, trabajosamente, como tanteando las pisadas. La vejez se cansaba en nuestros pies, que hablaban el lenguaje de lo efímero, de lo extenuado. Quizá. Con el salmo íbamos diciendo: «Al ir iban llorando, llevando las semillas». La semilla de lo que fuimos: aquellas ilusiones, las bondades de Dios, lo que hicimos y lo que dejamos de hacer, los pros y los contras de nuestras vidas, las homilías lerdas, sin preparar, o las otras sabias, encendidas de amor y cordura, meditación –recogimiento–, y trabajo, y gracia de Dios. O el Espíritu Santo invadiendo, irrumpiendo en nuestra mente y corazón. Como el águila aletea sobre sus polluelos, y los alimenta. Así nos inspiraba el Espíritu de Dios. Caminábamos, pues, con el peso de los años y los recuerdos resbalando, bajando a nuestros pies, haciéndolos pausa, y risas benévolas. Arrastrábamos la vejez y reíamos –¡las vejez ríe!–, por no llorar. Aunque pienso: «¿Y por qué llorar, si cuesta lo mismo reír?». Nos pincharon –la dulzura de una azucena joven–, y nos volvimos riendo, «trayendo las gavillas». Recogida la cosecha de la vacunación, volvimos y nos fotografiamos, como recuerdo y agradecimiento a una sanidad pública y virtuosa, concebida para todo el que se acerca a ella, y la solicita. En este momento me viene a la memoria, Diario, una máxima de Epicuro de Samos: «No se ha de considerar dichoso el joven, sino el anciano que ha vivido una hermosa vida» (11:56:22).

martes, 2 de noviembre de 2021

2 de noviembre de 2021. Martes.
HOY, PLEGARIAS

Cielo de oración, en Casa Sacerdotal, Murcia. F: FotVi

-Día de los fieles difuntos; fieles, o los fallecidos en la luz –aureola– de la fe. Ayer llevamos flores a los cementerios, que se marchitan; hoy, les ofrecemos plegarias, que Dios escucha y permanecen en su sensible e inmenso amor, floreciendo. Siempre. Las plegarias no se extinguen, nacen de un amor más espiritual, más íntimo, más de entraña, amor que nunca falla, y más si se da; si se da, se hace más amor, se agranda, gozosamente se multiplica en el corazón. El pan, partido, se hace más pan, más clamor en la boca, más gracia que masticar. En la flor que se ofrece, puede que haya amor, pero un amor fugaz, lírico tal vez, pero breve, amor que se va debilitando conforme la flor va muriendo, que agoniza con la flor. Sin embargo, la plegaria –palabra– es bocado que se eterniza en los labios del que reza, y más si descansa en el amor de Dios. La plegaria se hace combustible hermoso en el amor de Dios, hoguera que no se consume. Ayer, flores; hoy, plegarias, para los difuntos: será como poner voz a las flores, sentimientos a los pétalos, constancia al polen –con abejas– para que perduren. Decía Antonio Porchia, poeta italoargentino: «Se vive con la esperanza de ser un recuerdo». La flor es el recuerdo; la plegaria, Diario, es el amor hecho palabra, siempre en la boca, masticándolo, reanimándolo, como algo a lo que se alienta cada vez que se dice, y reposa –Él, que oye– en Dios (16:58:10).

lunes, 1 de noviembre de 2021

1 de noviembre de 2021. Lunes.
PUNTO CERO

Florecillas en la acera, con humildad. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-Las flores son así: sin ser oro, ni diamante, ni joya de diadema real, se dejan donar. Y, cuando se dan, son un lujo, incluso para el espíritu. Como el mar o el universo de las estrellas. La flor va del tallo de la planta, al obsequio, con un latido especial. O no va; sólo se queda en flor, como luz o gozo de lo efímero. Un ramo de flores, aunque éstas sean silvestres, es un tratado, a veces, de ofrenda amistosa. Y aun de amor. Las flores se cortan como el trigo, pero, en vez de pan, se ofrecen aroma y color; es decir, se dan intrascendencia, quizá, que ama y festeja, y que muere sin estertor ni drama. El pan alimenta, y, aunque duro, perdura; la flor es sólo una exhalación que hace vibrar la luz y fascina. Para cautivar, a la vez, los sentimientos. Ayer vi unas florecillas que habían nacido en la hendedura entre dos losas, en la acera, y las fotografié; y pensé: he fotografiado el punto cero del universo: el Aleph, según Borges. Ahí, en esas florecillas, se hacía resumen y espejo la creación. Su fuerza, su boato. Esta mañana ya no estaban; pero habían cumplido su misión de ser una realidad viva –quizá con alma– del Todo que nos aturde y maravilla. La flor, que incluso es exvoto (casi oración), para los difuntos. Celebrar la flor, Diario; para, en ella, evocar, en el día de Todos los Santos –con el recuerdo de los santos de casa, los tuyos, los míos– la Santidad de Dios (21:07:37).


domingo, 31 de octubre de 2021

31 de octubre de 2021. Domingo.
LA VIDRIERA DEL DÍA

Así amanecía, una hora menos. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Un día más, y con cambio de hora: el día, como una paletada de luz, se me ha hecho, de pronto, claridad; y en la catedral del día, hermosa vidriera de color. Hemos dado al reloj marcha atrás y nos ha regalado una hora más de reposo. La paloma del sueño no se ha movido hasta que el despertador ha sonado. Una hora más en mi vida, y una hora menos de vida. Una alegría inmensa por la hora que se me da, y una pequeña tristeza –sombra–, por la hora que se me quita. Pero como diría Gabriela Mistral: «Las horas más felices son aquellas que nos hacen sabios». O un poco más sabios, pienso yo: menos ignorantes. Ahora que se estila no saber nada, o muy poco, para ser primer ministro o acólito –compinche– de ministro –la excelencia no cuenta–, no estaría de más que el pueblo alcanzara más sabiduría y así poder desmontar las patrañas, la farsa que se traen entre manos los mandamases y sus lacayos, siempre bien pagados y olvidadizos, con la mentira como arma propagandística y perversa. En este momento, la política es publicidad y apariencia, nada sólido y constructivo, derribo. Pido a Dios, Diario, que el pueblo aprenda a valorar la verdad y repudiar la hipocresía, y que castigue al engañador no creyéndole jamás, dejándole caer, como se tira una colilla, en el barro del olvido, sin ira, pero con audacia, y fiesta en los ojos (17:53:43)

sábado, 30 de octubre de 2021

30 de octubre de 2021. Sábado.
HERMOSA MONOTONÍA

Pequeña belleza caída, en el jardín. C. Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-¿Cuándo se me ha ocurrido dar gracias por las pequeñas cosas –la cuchara, el vaso, el calzado– que cada día sostienen y alegran mi vida? Pequeñas cosas digo; como la gota de agua o la letra de un libro. La gota de agua que hace posible el mar; o la letra, que, en el libro, conforma la biblioteca. O las ondas hertzianas y electromagnéticas que nos permiten ver la tele y escuchar la radio. Todo nace de lo pequeño para alcanzar lo grande, lo extraordinario. Miguel Ángel decía: «La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas». El atleta corre, desafía al cronómetro, pero dando pasos, que son pequeñas cosas, como la nota musical o la tecla del piano. El atleta bate marcas, la nota musical crea melodías que luego se representan en el piano, como manjar y regalo para el espíritu. Un tapiz se hace con el hilo de la trama y una gran fortuna empieza con un céntimo. Como decía Sócrates, el conocimiento se inicia en un pequeño asombro. Te asombra una espiga y piensas en el grano de trigo, que cae en tierra, muere y da fruto. (Jesús de Nazaret). Dar gracias, Diario, por la hermosa monotonía de las pequeñas cosas que nos acompañan en la vida y nos hacen vivir como si Dios estuviera a tu puerta llamando, ofreciéndose amor; o el sí de Dios al ser humano, tan esquivo a veces (12:38:14).

viernes, 29 de octubre de 2021


29
de octubre de 2021. Viernes.
PALABRAS, AMADAS

Todo es leguaje, habla el cielo, el ser humano, Dios. F: FotVi

-Cuando escribo, suelo cuidar las palabras, pues hablan, tal vez sin pretenderlo, de mi interior: desnudan mi alma –con frío, a veces– sobre el papel en el que se escriben. Las palabras que dices son el aliento que expeles, en el que se mezclan sonido e intimidad, entraña y conciencia. En las palabras, aunque no quieras, te dices, te expones, te haces sílaba expresiva, que refiere, que narra. Si escribes odio, no trates de herirlo odiándolo, sino sálvalo con un poco de amor –elevación – y sin armas arrojadizas en las manos. No digas: «Mata al odio»; di mejor: «Salva al que odia». Y, si el que odia se hace amor, habrás roto, agrietado, resquebrajado el odio, y salvado al que aborrece, y al aborrecido. El odio no vive en sí, ni por sí, sino en el corazón de quien odia; esta es la razón por la que dice San Juan: «El que odia…, no sabe adónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos». El odio ciega; el amor abre ojos, restaña heridas, permite ser libre e instaurar el evangelio –la Palabra– allí donde se posa. Yo, Diario, al escribir, elijo –con devoción– las palabras, para que nunca puedan decir mal de mí; las palabras, que todo lo dicen, callan en sus silencios, hasta el momento en que alguien las pronuncia –o las escribe–, amándolas (13:25:00)