22 de noviembre de 2021. Lunes.
CECILIA, O LA MÚSICA DE DIOS
CECILIA, O LA MÚSICA DE DIOS
-Digo Cecilia y me nace música en la boca, la música de la gracia y la santidad.
Como se percibe el olor de lo santo, también se escucha, si se presta atención y
aunque no se diga, su música. La santidad es música en los ojos y en las manos;
en los ojos es paz y en las manos, ofrenda. La santidad –el amor–, dice San
Pablo, es paciente, no es envidiosa, no se envanece, no es egoísta ni se
irrita, desecha la injusticia, busca la verdad. En los ojos de Cecilia –era la
luz, el reflejo de su alma– se oía la música
del amor divino, que se hacía melodía en su boca. Dicen las Crónicas, que, cuando
estaba siendo torturada, Cecilia cantaba, olvidando los dolores de su martirio.
Cantando hacía presente en su martirio a Dios, que sufría en ella. Se dice que en
la música de Bach se quiere expresar, lográndolo a veces, la belleza de Dios; en
la vida de Cecilia se escucha como música, no la belleza, sino la misma vida Dios;
vida que es Amor. ¿Por qué Santa Cecilia es patrona de la música? En La Leyenda Aurea, famoso tratado hagiográfico
medieval, se cuenta que, en su martirio, cantaba
gozosa: «Que mi corazón y mi carne permanezcan puros, Señor, y que no me vea
defraudada en tu presencia». Y en todo caso, Diario, cualquier vida santa es nota músical, gloriosa, en la gran Sinfonía –magistral e inacabada– de Dios (18:50:32).
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