11 de noviembre de 2015. Miércoles.
SIN ESCUELA
Moderada belleza, en un jardín de Lindau. Alemania. F: FotVi |
-Sin letras, no habría
palabras, y sin palabras, no cabría la acrobacia de vértigo de las ideas diciéndose.
Sin palabras, las ideas quedarían mudas en el panteón tenebroso de los
silencios, con frío. Sin palabras, las cosas se sentirían huérfanas de nombre, y
serían montón, tropel, y no cosa, singularidad, presencia. Las letras son el
arroyo por donde trascurre el agua de las palabras. Mi madre, que nunca fue a
la escuela y sin embargo sabía leer y escribir, y hacer cuentas valiéndose de
garbanzos, me contaba que ella, de niña (10 años), aprendió a leer con las
letras del ABC, el periódico. Oía el sonido de las letras y luego las iba
identificando, hasta lograr situar cada uno de los 27 signos y cinco dígrafos (o
composiciones de dos letras, como ch o ll, o gu, qu y rr), en su retina y en su
mente, y leerlas. Primero, en sus balbuceos de lectora, la guiaba el dedo; luego,
llegó a mirar libremente las letras y a leerlas de corrido. Y, así, con furia
de lectora empedernida, leía periódicos y un solo libro, su devocionario, al
que adoraba por ser el que la guiaba en su adoración a Dios. Sin haber ido a la
escuela, bisbiseaba rezos y leía periódicos. Se podría decir que el diario ABC
la enseñó a leer. De igual modo, ahora, parece que ABC quisiera enseñar a leer
lo que es la democracia a Pablo Iglesias, y lo acaba de invitar a su Foro, para
que diga y oiga, y alcance la moderación. Y dijo y oyó, y fue moderado; y -aunque
me gusta- no habló de la casta, Diario,
porque él ya es casta (20:06:55).