viernes, 13 de mayo de 2016

13 de mayo de 2016. Viernes.
DE CRIPTA

 
Luz interior, cripta, en Iglesia de Santiago, Šibenik. Croacia. F: FotVi

-Sé que no soy feliz -decía aquél-, pero disimulo para que no se alegre mi enemigo. La felicidad es corta y caprichosa, y muy arraigada y asidua, por el contrario, la desgracia. Pero así como la desgracia necesita de grandes eventos para ser sentida, para saberse a sí misma infortunio -una pérdida entrañable y única, un desgarro sentimental, el día a día monótono y difícil, desesperante…-, la felicidad es más sencilla en sus afanes, y puede lograrse como decía Tolstoi con sólo apreciar lo que se tiene y no desear en demasía lo que no se tiene. Porque la felicidad es más interna, de cripta, que externa. La luciérnaga es feliz porque aprecia la luz que ella irradia, se sabe iluminada, y no añora la luz del sol, porque la luz del sol la apaga, hasta convertirla en una oruga más. Como la luz de la luciérnaga, Diario, la felicidad nace de la humildad, de saber llenar de luz interior aquello que uno hace, y, sin aspavientos, creerlo sublime (21:31:42).

miércoles, 11 de mayo de 2016

11 de mayo de 2016. Miércoles.
PALABRAS FEROCES

Hablando bien la una de la otra, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Me gusta no herir, y menos con la boca, dijo el sabio. Las heridas del cuerpo, si no matan, se curan; las del alma, casi siempre son de muerte. La palabra puede herir tanto o más que cualquier otro utensilio, y con más profundidad y saña, y haciendo que quede para siempre -quizá- la lesión. Y las palabras que hieren, que cortan, que rebanan sentimientos, no  se las lleva el viento. Herir sentimientos con la palabra, es como acceder al alma de otro y violarla, arrancarle vuelos a sus alas, precipitarla al vacío de la perplejidad y la incertidumbre. Yo, Diario, pretendo no hablar mal de otros, para no revelar que en realidad de quien estoy hablando mal es de mí; por lo que digo a las palabras: «¡Calla, palabra, no digas de otro lo que yo soy!», y acallo así mis palabras feroces, malignas; palabras que destruyen, destruyéndome (20:34:48).

martes, 10 de mayo de 2016

10 de mayo de 2016. Martes.
EL CEBO

El Etna fumando tras de mí, en Sicilia. Italia. F: FotVi

-Me recuerdo con un cigarrillo entre los dedos, oscuros de nicotina. Desde los dieciocho años, fumaba uno tras otro, como un pirómano del bosquecillo de mis pulmones. Entonces vestía sotana y, en ciertos momentos -como el de dar la comunión-, me turbaban mis dedos alquitranados tocando la blancura o nieve aquella de la forma consagrada. Dar la comunión con dedos ennegrecidos por la adicción no me parecía acorde con la pureza del momento, con ese dar a masticar la gracia que es la comunión, todo en blanco. Hasta que un día, hace cuarenta y cinco años, dejé de fumar. De pronto, como un golpe, y sin nostalgias. Liberé a mis pulmones y mis dedos de hollín y mis chimeneas funcionaron mejor. «¡Ah!» hacía, y el aire me regaba todo de paz fresca, de euforia de bosque. Y lo blanco, como una nueva inocencia, volvió a mis dedos. Digo esto porque acabo de leer una noticia triste: Francia pagará 20 euros a mujeres embarazadas que dejen de fumar. ¿Y habrá madres, que, no por el hijo, sino por los 20 euros, dejen de fumar? ¿Tan poco vale un hijo? ¿O tanto valen 20 euros? ¿O no se trata del valor de cada cosa, sino del acicate o el cebo? Deseo creer, Diario, que sea esto último: una especie de hermosa provocación o estímulo; otra cosa, sería una terrible decepción sobre nuestra sociedad, tan desvalida de valores, o de las luces que, hasta hace nada, intentaban guiarnos por la vida (21:27:54).

lunes, 9 de mayo de 2016

9 de mayo de 2016. Lunes.
TERRACOTAS

Templo de Adriano, en Éfeso, Turquía. F: FotVi

-A Europa se le escapa Dios, como un jabón, de las manos, y no sabe qué hacer con la terracota de los pequeños y paticojos dioses que se ha fabricado en sustitución del primero. Dioses de terracota necesarios, sin duda, pero que no ven, ni oyen, ni sienten, sólo están; ejemplos: la economía, la técnica, la felicidad corrosiva y fugaz del consumo, el no parir, que así se redimen penurias de cuerpo y cartera -la cartera, o el alma empírica de esta sociedad-, la igualdad sin equidad, la corrección política -o no disentir en nada de lo que se impone con sólo apariencia democrática, la mayoría ha dicho-, la ocultación del bien y la epifanía del mal, la injusticia justificada, el sobrevivir sin vivir… Seguro que se me escapan algunos por olvido, pero estos son, creo, los «terracotas» de más apariencia en el nuevo olimpo posmoderno e institucional, convulso, del ahora mismo. Olimpo de casi todos los vicios y apenas alguna virtud. Además, éstos son los dioses de la desesperación y la angustia: sólo están cuando se les posee, la pobreza nunca halla ni su voz ni sus latidos, no hay en ellos calor que consuele. Por eso Europa ha dejado de ser referencia espiritual del mundo; ya no es fe, sino economía, bolsa, fisco, intereses, negocio, y así florecen los egoísmos y se ausenta la fraternidad. Ha habido tergiversación de credos: no creo en Dios, se dice, pero sí en los «terracotas», dioses mínimos y, tan limitados, que sólo llegan a unos pocos. Ya lo advirtió Chesterton: «Cuando se deja de creer en Dios -dijo-, de inmediato se empieza a creer en cualquier cosa», incluso, Diario, en «terracotas» ausentes (20:10:41).

sábado, 7 de mayo de 2016

7 de mayo de 2016. Sábado.
MEZQUINDAD

Monedas, en Museo ARQUA, Cartagena. F: FotVi

-Se me cae una moneda y no la cojo; ¿desprecio a la moneda, a su exiguo valor? Más tarde me topo con un indigente y le doy otra moneda de la misma valía que la extraviada. ¿Desprecio al indigente, a su insignificante valor? Salgo del trance y me aborda la conciencia con preguntas perversas, crudas. Cuando lo hago, dar una limosna, ¿lo hago por remediar algún problema, o sólo por quitarme un peso de encima? ¿El peso de la injusticia, quizá? Sin embargo, me dije, ni el peso de la moneda es excesivo, y, si pasas de él, tampoco el del indigente. ¿Entonces, qué es mejor dar o no dar? ¿Acercarte al menesteroso y ayudarle o dejarlo tirado en el camino sin la pequeña pero luminosa mezquindad de la moneda? Aunque, al dar la moneda, nos miramos: el indigente a mí y yo a él. Agradecidos ambos. Y esto tan parco, tan sin relieve, casi plano, iluminó mi gesto: el de alargar la mano y poner en la del mendigo una moneda sin valor material, pero sí humano. Y es que las miradas cómplices, a veces, dignifican lo que, en apariencia, Diario, carece de valor (21:11:37.

jueves, 5 de mayo de 2016

5 de mayo de 2016. Jueves.
VIAJES

Pasos en la arena, en Arenales de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-El Congreso, esa institución variopinta que se ha disuelto en unos meses como un azucarillo en un café, ha gastado por diputado (y diputada) 3.083 € (512.968 ptas.) en viajes. Sólo en viajes, y con humos además; cuando un ave -locura con plumas que vuela- no cobra nada por ir de allá para acá alegrando cielos y embelleciendo paisajes palustres. 3.083 € y emigrantes y menesterosos de cualquier hermosa calaña, sin embargo, en la puerta de Cáritas o de alguna otra ONG: ninguno sentado a la mesa de un diputado (o diputada) viajador. Sienta un emigrante a tu mesa. (Todavía Berlanga denunciando y poniendo un pobre en las conciencias). Y tienen que ser la fe (o la filantropía), sin subvenciones, los que los sienten a su mesa, y los miren a los ojos, y les hagan recordar el olor a guiso del hogar (les recreen olores del ayer) y, aun en la penuria, puedan comer con la hermosa grandeza de la dignidad, y no se sientan seres extraños y humillados, ni desposeídos. Y me pregunto con horror, saturado de incredulidad, con porqués que no llego a entender, ¿tanto nos cuesta la ineficacia? Pregunta, Diario, que nadie sabe o me quiere responder (22:03:56).

miércoles, 4 de mayo de 2016

4 de mayo de 2016. Miércoles.
SIN VERDADES

Buscando verdades, en Las Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Cojo un puñado de sol (realmente lo cojo) y lo amaso en mis manos, y, como si fuera ámbar con calor de carne, lo refriego en mi pecho, para calentar y debilitar así mi resfriado, que, casi abatido ya, va de huida; es lo que hacíamos de niños, en el tiempo del hambre y del frío en la escuela. Con ironía, y bajo el chamizo de la escuela de su propiedad, nos lo hacía hacer el maestro Navillo, que, a la sombra de la brevedad o esquema de su bigote, reía divertido. Y daba resultado: la fricción del sol en el pecho nos calentaba sin quemarnos, y, al tiempo que a la clase, alegraba a la raíz cuadrada y a la oración gramatical. Porque alegres nosotros -y el maestro-, la sabiduría tomaba forma de luz en nuestra mente y la incendiaba, llenándola de números y enigmas, de palabras. A un servidor, como no iba para banquero y le gustaba lo arcano, le dio por las palabras, olvidando un tanto los números, que luego en alguna ocasión eché de menos; pero sólo como se echa menos, en ocasiones, el no ser pájaro y volar o el no ser pez y nadar, y, como diría el poeta bíblico: «trazando sendas por el mar». Con estos recuerdos, y desde la nueva infancia que ahora vivo, me siento libre, átomo, estrella, juguete, luz, sombra, araña, libro, rebeldía, película en cine de barrio, niño con frío buscando un rayo de sol en la Plaza Vieja de Molina, y siento, Diario, que todo, con el dolor y la alegría presentes, y las ausencias latiendo, todo es «credo, amor y ensueño, y boca, / sin verdades, quizá, pero con alas» (19:55:04).

martes, 3 de mayo de 2016

3 de mayo de 2016. Martes.
EN EL AIRE

Soñando que es vuelo, en el jardín. F: FotVi

-Sol, el mirlo canta y el resfriado casi vencido. No empieza mal el día. Pero puestos a cantar en este momento, me digo, el mirlo lo haría mejor que yo. Canta sin nervios, vocalizando, galanteador. Se le nota enamorado, y sin resfriado, hace bellas melodías, que escribe en el aire. Envidio al mirlo que, para vivir en libertad y sin sobresaltos -salvo el del amor-, no tiene que soportar mítines, ni encuestas, ni la necesidad de votar cada dos por tres. El pájaro es carne; pero carne celeste, que vive la democracia de la más pura libertad, sin urnas. Quizá acierte el poeta Gilberto Owen cuando dice -con el mirlo, quizá- lo de: «Por la carne también se llega al cielo. / Hay pájaros que sueñan que son pájaros / y se despiertan ángeles». Lo peor, Diario, es soñar que eres ángel y despiertas ante una urna, sin vuelos…, y votando (21:00:17).

lunes, 2 de mayo de 2016

2 de mayo de 2016. Lunes.
SOLITARIO

La soledad puede ser hermosa, en Salinas de San Pedro. F: FotVi

-Anoche apenas pegué ojo, tosiendo. En el entresueño, y al otro lado de mí, me oía a mismo toser; la tos, que parecía venida de lejos, me daba sin embargo en la garganta y en la sien. Era como una pelota de pimpón percutiendo por todas partes. Se tose y se tiene la sensación de desgarro en la garganta y de opresión en el pecho, y, en los ojos, saltan chispas, como estrellas. Tres años hacía que no sentía esta cólera inicua del resfriado. Te resfrías y se encolerizan la tos y la mucosidad, y más en la noche, cuando la soledad acentúa su desabrigo al solitario. Un solitario con tos y mucosidad es un solitario más solo que la una, sin dos, y más aún si apunta la fiebre; si no hay alguien que te ponga la mano en la frente (la mano de la madre con su suave insistencia) y le diga a la fiebre detente, la soledad se hace más terca y ruidosa, e insiste como un lobo que te mira. Pero de pronto recuerdo a Bécquer que dijo algo así como que la soledad es muy hermosa…, si se tiene a alguien a quien decírselo. Y busco. Y encuentro a ese Alguien, en la noche, tras de la fiebre, y se lo digo, que estoy solo, y, sin saber cómo, Diario, me siento menos solo, o más cerca de entender que la soledad pueda ser hermosa; puede serlo (22:10:43).

domingo, 1 de mayo de 2016

1 de mayo de 2016. Domingo.
RESPIRAR ARRIBA

Sin dejar de pisar la tierra, en Éfeso. Turquía. F: FotVi

-Llega el domingo y me digo: voy a tratar de respirar un poco a Dios, y saco la cabeza más arriba de mí y de las cosas, e intento inhalar a Dios desde la fe, o en la esperanza, o amando, se trata de otro aire más sano y distinto del que se pueda respirar aquí abajo. Saco la cabeza del agua convulsa del día a día, del tropiezo y el hallazgo, del revés y el gozo de la idea o la palabra nueva y respiro hondo allá donde se mueven los astros y cabalga sobre sí mismo el espacio infinito. No es que me vaya de la tierra, sino que la elevo conmigo, hasta alzarnos y oír y sentir el clamor de lo que vive en el más allá, quizá donde se hallan los sueños, o quién sabe si el sitio donde se toca la luz y notas que en ella arde la trascendencia. Dios -y lo que él toca- arden como el hierro en una fragua, amorosamente, moldeándose fuego y hierro, dándose ambos forma y belleza. Y si es fuego que arde sin consumirse, no está mal quemarse de Dios, para iluminar así cualquier noche oscura, y sus pánicos, y el graznido de sus silencios. El domingo, Diario, respiro arriba, y como diría Simone Weil, lo hago para no dejar de vivir abajo, «confundiéndome con lo que aquí vive, desapareciendo en ello, y esto con el fin de amarlo todo tal como es» (20:06:18).

viernes, 29 de abril de 2016

29 de abril de 2016. Viernes.
LLANTO FRÍO

Belleza blanca de cactus (poema), en el jardín. F: FotVi

-Llovizna fría, percusión del canto de los gorriones, y una sensación de hartazgo infinito. Sin embargo, el cactus abre sus flores blancas y cumple con su vocación de ser fiel a sí mismo y a la primavera, su lugar de encuentro con la belleza. Nada sucede sin espera, también la de esperar contra toda esperanza. En el umbral del alba, aguarda la luz, hasta darse a sí misma posesión de la mañana. No antes. Ni el alba se precipita, ni la mañana se resiste a ser día. Hay concordancia, o diversos corazones que laten al unísono; hay armonía que hace posible un acorde (Bach), o la conjunción de cosas (un racimo de cerezas), o unos pies danzando sin pisarse (un ballet). Llueve química fétida sobre las instituciones en España; como razón vital, se ha instalado el desacorde, la hostilidad, el garrotazo vil del teatro de cristobitas, el arte de lo ignominioso; en política, al día de hoy, todo es una flagrante ofensa al pueblo que vota y sufre, y al que se la van cerrando alas y sueños. Ayer, en el Parlamento, se hizo burla de la sociedad que lo mantiene; se ofendió a la pobreza, que es la que paga. Llovizna fría esta mañana; o quizá llanto frío, Diario, en un tiempo en el que una de las pocas esperanzas que aún puedan quedarnos sea la de contemplar el cactus con sus flores blancas (poema), signo feliz de que en él (en su contemplación) todavía es posible la esperanza (12:19:12).

jueves, 28 de abril de 2016

28 de abril de 2016. Jueves.
JOLGORIO GENERAL

Jacinto Benavente, en Los Intereses creados.

-Fracaso. Es palabra que estos días en la sociedad (en esta en la que intentamos la vida) suena a lágrima o a fatiga, a decepción. Se ha frustrado un fruto del árbol de la democracia: tras la flora de unas elecciones, el fruto es formar gobierno. Ha florecido la democracia -los votos- pero no ha dado uvas, sino agrazones. Es decir, los racimillos esos de la vid que nunca maduran como debieran, que quedan en cápsula seca, sin abeja que la libe. Quizá los políticos (y esta sociedad) no sirvamos para este menester; es decir, para lograr que no falle el transitar festivo de la flor, hasta el acontecimiento de ser almendra o suceso comestible. ¿Causas? O la helada, o la penuria de una lluvia feliz, o la excesiva frivolidad de la flor por el afán de quedar siendo flor para siempre. O flor, sin el ejercicio humilde y desprendido de la donación, de la excelsitud de miras, sin los complejos de Narciso. Leo en Los intereses creados de Jacinto Benavente (Premio Nobel, por cierto) esta perorata final de Silvia (perorata moralista, aunque verdadera), en la que dice: «Y en ella visteis, como en las farsas de la vida, que a estos muñecos como a los humanos, muévenlos cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición». Estrenada esta obra en diciembre de 1907 y definida por Benavente como «comedia de polichinelas», viene a dar luz y razón al porqué del fiasco colectivo que ha supuesto el no hallar modo de formar gobierno tras unas elecciones, aunque democráticas, con tufo, sin embargo, Diario, a espectáculo fachoso y a gracieta, a me quito la corbata o me meo en mitad de la calle, con jolgorio general (12:46:38).

martes, 26 de abril de 2016

26 de abril de 2016. Martes.
ALEGRÍA FURIOSA

Aventura en el espacio, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Primero las conocí por separado, una a una, como canicas de jugar al gua; luego, las uní de dos en dos, o en racimo, como cerezas, y fui diciéndolas con tropiezos, con atascos, dudando, hasta que un día corrí a casa y, con una alegría furiosa, dije: «¡Mamá, sé leer!» (Cinco o seis años, no sé, tiempo de iluminaciones aún, en la posguerra). ¿Premio por tal heroicidad? Puso mi madre su mano lenta y dulce en mi cabeza -¡qué hermoso premio!- y dijo: « Mañana le daré las gracias a sor Matilde». Sor Matilde -tiene una calle en Molina- era como Platero, pequeña y alegre, y como hecha de algodón, tanta paz y suavidad daba, y tan maternal era su mirada. «La m con la a, ma, y repetida, mamá», decía; así empezó todo, como un hilo de agua que da comienzo a un río, un Danubio lingüístico incontenible, turbador, bellísimo. ¡Aprender a leer! O de sorpresa en sorpresa, como una batalla incruenta, pero en la que va la vida, Diario, dar comienzo a la aventura de la búsqueda de la verdad en libertad, como una siempre novedosa y deslumbrante 2001 odisea en el espacio, del espíritu (20:49:20).

lunes, 25 de abril de 2016

25 de abril de 2016. Lunes.
DECIR DOS VECES

Al escribirla, tiembla la luz, en Lo Pagán. F: FotVi

-Dos días sin escribir es mucho silencio. Dos días sin decir a las palabras os necesito, os amo, os doy, os recibo en mi casa, me voy a vuestra casa, os toco, os lato, sois mi templo, es una temeridad, por si decidieran olvidarme e impedir así poder urdir sueños y decir: «¡He hablado palabras escritas!»; o mejor: «Me han hablado las palabras que he escrito». Porque decir y escribir palabras es permitir que las palabras se encarnen en ti, al tiempo que tú vives encarnado en lo que significan. Como la rosa vive en la palabra, tú, al escribirla (escribir es decir dos veces), vives en la rosa, y la rosa, a su vez, en ti. Es una sublime correlación, amorosa. Ida y vuelta de la palabra al objeto y del objeto a ti. En estos dos días he dicho muchas palabras, sobre todo evangélicas, y con el temblor o la sacudida que siempre me acompañan al decirlas. Desgranar como espiga el evangelio, y darlo trigo, y que, plantado, prenda en la tierra del alma, se me antoja, al cabo de los años, tarea que asusta. Ya sé: la fuerza del Espíritu que alienta. Pero esto no impide que me siga aterrorizando enfrentarme al hecho de, tratando de hacer ver que no son mías, poner palabras de Dios en mi boca. La palabra de Dios sonando en mi boca, y me estremezco, y me asoma el sudor a la frente, como miedo que gotea. Hoy, por fin, he escrito; es decir, he hablado dos veces, y he contado estas cosas, que, quizá, Diario, no te interesen, pero que a mí me libaran de la atroz soledad de no escribir las palabras que, escritas, mejor escucho (20:43:32).

viernes, 22 de abril de 2016

22 de abril de 2016. Viernes.
LIBROS DE PAPEL

Mi primer Quijote, mi primer bello recuerdo. F: FotVi

-Yo leo; todavía leo. Y en libros de papel, donde pueda subrayar una palabra e iluminar así su ser y su contenido, distinguiéndola del mimo modo que destaca un diamante en el esplendor de una joyería. Deslumbra la palabra subrayada, porque alerta de que alguien, al pasar por ella y preferirla, la ha amado. Nos enseñó a leer subrayando, aquel profesor -don Ramón Rodríguez Herrera-, que, antes de cualquier lectura, nos exigía tener un lápiz a mano, para decirle al lápiz -decía él- qué palabra (o párrafo) te había maravillado. Algo así como: el lápiz y tú, cómplices de un asombro, de una seducción. Leo en La Peste de Albert Camus algo que me emociona y que subrayo: desde este momento -afirma el protagonista- «deseo no ser enemigo mortal de nadie». Reacciono y subrayo: «deseo no ser enemigo mortal de nadie». Como un martilleo: al subrayar, arrebato al protagonista la frase y, retenida en mi mente y en mi conciencia, la hago mía, y pretendo vivirla. Sin embargo, ahondo más: no sólo no deseo ser «enemigo mortal», sino simplemente «enemigo»; deseo no ser enemigo de nadie (de nada), y, si es posible, ni siquiera de mí mismo. Y -en honor de mi profesor don Ramón- subrayo esto último, ni de mí mismo. El día del libro: leer y subrayar, o dejar constancia, Diario, de que hubo una vez que te enamoraste de algo que leíste (13:12:35).

jueves, 21 de abril de 2016

21 de abril de 2016. Jueves.
GRAFITERO

 
Grafiti, en las Salinas y Arenales de S. Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Cosas del hoy, es sobre lo que escribo; cosas que garabateo o trazo no como un grafitero en un lienzo de pared abandonada y casi nunca propiedad del rebelde con espray. Soy grafitero de cosas sucedidas o que pudieran suceder. Y lo hago en lienzo o muro de mi propiedad y, desviándome de cualquier corrección política en aquello que hilvano o reproduzco, con absoluta -y benevolente, sin embargo-, libertad. La benevolencia siempre debiera ser en cualquier actividad un poco de miel o alivio incluso en el acíbar. Me conmueve todo lo que sucede alrededor mío: todo dolor, toda mentira, la brusquedad de una catástrofe inesperada (Ecuador), el silencio que se hace tras la lectura de un poema que turba, la luz de una herida curada por un samaritano, la mano de la madre que tienta la frente al hijo y apaga (con milagro) la lumbre de su fiebre, el hallazgo por el telescopio Hubble de una burbuja gigante a 8.000 años luz en el espacio, que Cervantes siga viviendo aún en la equilibrada locura de Alonso Quijano, que aún haya bien (más bien que mal) en el mundo, que una reina cumpla noventa años y no le aburra ni le pese seguir llevando la corona…; y lo que más, Diario, seguir viviendo y poder contarlo, cosa que, además de maravillarme, me causa una cierta turbación (21:46:49).

martes, 19 de abril de 2016

19 de abril de 2016. Martes.
COMO PIEDRA

¿Corazón cerrado?, en Salinas y Arenales de S. Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Día ventoso, como el alma de la sociedad en la que nos movemos desvalidos y tercos en la vulgaridad. El viento viene frío y, con las manos, se mete en los bolsillos y hasta en el sitio de las ideas, y ahí queda, helando. Y frías las ideas, y sólo con el atolondramiento de lo inútil alentándolas, se paralizan las palabras, nacen huecas y sin gajo, viven en el exilio de no decir nada. Y el lenguaje, sin palabras que digan y hablen, que establezcan redes de comunicación, de enlace, se muere, y el corazón así no asoma a la boca y, como piedra, se endurece allá en el interior más oscuro de uno mismo. Cuando se habla o se mastica corazón en las palabras, se nota en el que escucha, pues oye palabras con rumor de ternura, de piedad, rumor de latido amoroso. Se ama -como se odia- en las palabras. Razón por la que yo examino cada día mis palabras, y antes de darlas, las gusto, por ver si saben a comunión o a esquina de ala de murciélago, a roca o a aleteo, si saben a Dios o a cosa ruin, y, según me sepan, las digo o me las trago, para darles así oportunidad de purificación. Aunque, a veces, Diario, y con todo, me salgan esquinadas y necias, mal encaradas, hasta irreconciliables conmigo mismo, absurdas (20:58:28).

lunes, 18 de abril de 2016

18 de abril de 2016. Lunes.
PELIGRO APASIONADO

Bellamente terrible, el ocaso. Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Otra vez la pesadilla de los escombros y la muerte, y de las preguntas. ¿Por qué, por qué? ¡Dios! Es un rezo. ¡Dios! ¡Dios! ¡Dios! La vida, que trabaja sin tregua en destruirse, es un peligro laborioso, apasionado, que nos acecha siempre. Detrás de este paso o del siguiente, o cuando amanece o cae el sol, o al empezar un sueño; tras el espejo o al otro lado de la plegaria. Decía Simone Weil, filósofa francesa: «Amar la verdad significa soportar el vacío. La verdad se halla del lado de la muerte». Una vez más, Ecuador en estado de sufrimiento, o todo un pueblo con la cruz a cuestas. Nunca, en la vida, acaba el Gólgota, al menos en las visiones del miedo. Tenerife, Lesbos, Ecuador, naufragio de emigrantes en la ruta de Libia a Italia. La vida, siempre en el camino de la muerte, esperando una duda, un desliz de sí misma, para diluirse en ella. No mata la muerte, se muere la vida, como un vuelo o una palabra, sin dudar; la vida, Diario, es así, un peligro laborioso y apasionado, bellamente terrible (22:02:41).

domingo, 17 de abril de 2016

17 de abril de 2016. Domingo.
INSIGNIFICANTE

Estrella, en Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

Caminar como aquel caminante, que, con Machado, hacía camino al andar. Si puedo, y para darme y dar vida a lo que contemplo, camino. Y lo hago para no quedarme atrás. Miro cada cosa y cada cosa me mira. Y nos damos amistad. Y me admiro de la belleza de aquello que responde a la palabra, por qué no ofensiva, de insignificante. Nada en la creación es insignificante. Mirad esta estrella, llegada de no sé dónde, y hallada y fotografiada por mi máquina indiscreta en mi paseo de esta tarde. Toda ella es luz; luz que embellece su sencillo y hermoso ser de planta. Barrón se llama, Diario, o carrizo, apenas una brizna de luz, pero cegadora (22:48:45).

viernes, 15 de abril de 2016

15 de abril de 2016. Viernes.
UN MENDIGO

Belleza de lo desvalido, en Tallín. Estonia. F: Joan Giner

-Fue ayer; al salir del supermercado. Dentro, sonaba música chirriante de rock, de rock sin roll; es decir, de rock sin posibilidad de alabeo, de arqueamiento, tan anodino e insulso resultaba. A mí, que llegó a impactarme el rock and roll de los años 50 (Elvis Presley), este otro rock de rasgue de guitarras sin ton ni son, rock de plagio y voz merengue, me entristece. Y eso que no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor. Salía del supermercado, y, en la puerta, tímidamente apartado, había un mendigo, de mirada triste. Sus pertenencias, una bicicleta, una bolsa, un trozo de cartón plegado, para dormir, me dije, y, en la mano, un vaso de plástico. Me detuve y le eché una moneda, apenas nada. Me miró, hizo una inclinación de cabeza y me dijo: «Gracias; Dios le bendiga». Muchas veces las palabras tienen más valor que lo que dicen (unas veces braman y otras acogen, o desnudan, o se hacen deslenguadas en la lengua), pero, en esta ocasión, las palabras del mendigo empequeñecieron aún más la  moneda que había depositado en su  modesto vaso de plástico, moneda que, tras la sencillez y modo sereno y altísimo de dar las gracias, sonó a casi nada. Y entonces, el mendigo lo fui yo. «Gracias; Dios le bendiga», dijo, como un himno de Laudes instrumentalizado con música de Bach. Confuso, estuve por volver y darle yo a él las gracias por su bendición y por su diferente y hermoso modo de agradecer. Ya no se estilan estas palabras, que hasta llegan a acongojar la garganta. No volví, y es algo que aún creo deber hacer; por lo que he decido intentarlo -si me empuja el valor, Diario- con el próximo mendigo (12:50:03).