2 de mayo de 2016. Lunes.
SOLITARIO
La soledad puede ser hermosa, en Salinas de San Pedro. F: FotVi |
-Anoche apenas pegué ojo, tosiendo. En el entresueño, y
al otro lado de mí, me oía a mismo toser; la tos, que parecía venida de lejos,
me daba sin embargo en la garganta y en la sien. Era como una pelota de pimpón
percutiendo por todas partes. Se tose y se tiene la sensación de desgarro en la
garganta y de opresión en el pecho, y, en los ojos, saltan chispas, como estrellas.
Tres años hacía que no sentía esta cólera inicua del resfriado. Te resfrías y
se encolerizan la tos y la mucosidad, y más en la noche, cuando la soledad
acentúa su desabrigo al solitario. Un solitario con tos y mucosidad es un
solitario más solo que la una, sin dos, y más aún si apunta la fiebre; si no
hay alguien que te ponga la mano en la frente (la mano de la madre con su suave
insistencia) y le diga a la fiebre detente, la soledad se hace más terca y ruidosa,
e insiste como un lobo que te mira. Pero de pronto recuerdo a Bécquer que dijo
algo así como que la soledad es muy hermosa…, si se tiene a alguien a quien decírselo.
Y busco. Y encuentro a ese Alguien, en la noche, tras de la fiebre, y se lo
digo, que estoy solo, y, sin saber cómo, Diario, me siento menos solo, o más
cerca de entender que la soledad pueda ser hermosa; puede serlo (22:10:43).
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