viernes, 14 de octubre de 2016

14 de octubre de 2016. Viernes.
BOB DYLAN

Bob Dylan, en su pensamiento. F: Google.

-Tras la lluvia, un premio Nobel, el de Bob Dylan. En todo caso, un premio Nobel sorpresivo, increíble. Bob Dylan no hace literatura, pero canta literatura, dicen. O, en todo caso, se canta a sí mismo en su literatura. Sus canciones son rock y trascendencia, dicen, o humilde trascendencia, como la del salmo o la de la mano que alarga un mendigo para pedir una limosna. El mendigo, con la mano alargada, dice cosas, cosas tremendas, como por favor dame una limosna. Sin decir una palabra, pide una limosna. Así es Bob Dylan, sin decir una palabra literaria, culta, innecesaria quizá (toda literatura es innecesaria, pero da alas al espíritu) y con sólo alargar su guitarra, y hacerla sonar, ha dado en el clavo del premio Nobel. Un premio Nobel de literatura a una guitarra aterradoramente rock, a un pensamiento intensamente rock, a unos dedos que lloran y claman rock, a un alma que, cuando canta, entona rock, como un salmo que rompiera todos sus cristales en el padre Dios. Yo no creo que Bob Dylan haga literatura, hace un rock excelso, con letras aterradoras. Ejemplo: «Haz el bien sin mirar a quién, / mientras los ojos del ídolo con cabeza de metal brillan. / Barcos lejanos navegando en la niebla, naciste con una serpiente en los puños, / mientras soplaba la tempestad. / La libertad te espera en la esquina / y, para qué, si la verdad está tan lejos». Diario, una canción bellamente corrosiva, ácida, sublime, quizá (18:26:45).

jueves, 13 de octubre de 2016

13 de octubre de 2016. Jueves.
LA LLUVIA

Ciudad lluviosa, en Murcia. F: FotVi

-De pronto, oigo la lluvia; o la advino. En un octavo piso, la lluvia no se oye, sólo se presiente. La lluvia, en un octavo piso, es una adivinanza, un asomarte a ver. Sacas la mano y te la moja, te la roza. Como un beso de agua. Pero no te la colma. En La Torre, salías y te sentías inundado, de la cabeza a los pies, y sacudías las alas, y eras pájaro mojado. En la ciudad, ni la lluvia es igual, y menos en un octavo piso. En la ciudad, la lluvia es un suceso que ocurre abajo, en la selva de coches y gente, gente sin nombre y apellidos, coches que salpican. Gente y coches anónimos, Diario, que viven de la prisa (18:10:32).
12 de octubre de 2016. Miércoles.
PILAR, O FUSTE

La Columna, en Zagreb. Croacia. F: FotVi
(Por fin, entro en internet. Ayer escribía esto).

-Día del Pilar. Dices Pilar y te sucede una rosa blanca en la boca. Pilar, o fuste, columna, que, sin capitel, señala al cielo. Sin dejar la tierra, se marcha al cielo. Como diría Gerardo Diego de la Asunción de María: «Se va, pero se queda». La columna siempre está yéndose, sin irse. La columna, mientras está en tierra, allá arriba toca cielo y respira nubes; pero sin dejar la tierra. La columna, si dejara la tierra, por falta de raíces, moriría, por falta de maternidad. Sin una madre que las dé a la luz a cada instante, las cosas mueren. Sin el cordón umbilical que las alimenta, las cosas se caen sobre sí mismas y sucumben, terminan. Decir columna y meterte en la luz, y tocar las alturas. En María, los creyentes, creemos que se toca el cielo. Esta tarde está plomiza, pesada; iba a llover, y sólo ha mojado un poco el polvo acumulado del verano, ha hecho plof, y se ha metido en él, como un gusano perforador. Aquí nunca llueve, y si lo hace, mata la esperanza. Llueve a raudales, como si alguien tirara cántaros de agua. Y se convierte en lluvia destructora, en perverso aguacero. Esperemos, Diario, que algún día llegue un diluvio, sosegado (18:51:20).

domingo, 9 de octubre de 2016

9 de octubre de 2016. Domingo.
DESGARRO

Cardos en la vida, y en el jardín. F: FotVi

-Hoy es el último día que estoy en la Torre, y me siento como algo que fuera a ser arrancado, a tiras, de su carne natural. Es una sensación de desgarro, de rompimiento, un crujir de libro que se desencuaderna. Una hoja aquí y otra allá, roto, partido en trozos extraños, como un cuerpo inerme. ¿Es melancolía o es añoranza? ¿O ambas a la vez? Creo, Diario, que ambas a la vez (20:12:28).

viernes, 7 de octubre de 2016

7 de octubre de 2016. Viernes.
LA FOSA DEL MAR

La mar serena, en Torre de la Horadada. F: FotVi

-Asustado el mar, queda la indiferencia de los hombres, su estrago espiritual. El mar, asustado por la tragedia que provoca cada día, cada hora de muerte, cada instante de pavor, llora. Ayer, más muertos; ayer y antes de ayer, como una cascada de turbación. El mar parece tragarse lo que ama, me dijo un día un pescador. El mar se revela contra la injusticia humana, contra los egoísmos humanos. El mar es inocente, sólo acoge, piadosamente, aquello que le echan, aquello que le ofrecen. Es un dios menor, que abre sus fauces y traga, sin pensar en qué, sin reparar en quién. Del mar se puede decir lo que decía Rimbaud, en su libro Una temporada  en  el infierno, de la belleza: «Un atardecer, senté a la belleza sobre mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la insulté». No es inteligente insultar al mar, más bien estar con él, ponerlo en tus rodillas y acariciarlo, con susurros de suavidad, con himnos maternales. De cien en cien hasta llegar a varios miles, ésa es la cifra de cuerpos humanos que necesita el mar para calmarse cada cierto tiempo, para darse a entender. «Un atardecer, senté a la belleza sobre mis rodillas», dice Rimbaud. Pero el ser humano no entiende, persiste en sus errores, en su desmemoria, en el andar de espaldas para evitar la realidad. Y cae en la fosa del mar, donde todo perece, Diario, recibiendo el abrazo solemne de la muerte (11:11:05).

miércoles, 5 de octubre de 2016

5 de octubre de 2016. Miércoles.
LUZ PRIMERA

Saliendo del mar, en Torre de la Horadada. F: FotVi

-Día este de luz y pájaros, de sereno estar. Sereno, porque no ha ocurrido nada que me desestabilice interiormente. Leo, medito, rezo. Y, si me apura el deseo, si el deseo se me sale por los dedos, escribo. Pongo en contacto mente y dedos, y estos se ponen a escribir, garabatean sentimientos. Y escriben lo que les viene de arriba, lugar donde están los sueños, donde viven las cosas: el pájaro, la luz, el silencio, el ruido, la soledad, la mezquindad, la juventud, la abulia, la vejez, el tiempo, el espacio, el mar (¡la mar!), la palabra, el temor, el miedo, la paz, el castillo, la guerra, la flecha, el silbido, el obús, el canto, el salmo, Dios, el otro lado, la nada, la risa, el llanto, o la risa que llora, lo negro, lo blanco, la noche, lo terrible, el amanecer…, respiro y anoto. Escribo. Susurro en el papel. Hablo al papel. Clamo. Día de luz, digo, y se me ilumina el alma de cosas. Las cosas por las que vivimos, por las que somos, por las que nos movemos. Por estas cosas, sacudimos los ojos, las manos, los pasos, pero el que manda es el corazón. O el sentimiento. O la pasión. O la locura. Me adentro en mí y veo esa luz, que, en mi interior, se hace eclosión de algo que me dice que vivo, que estoy, que palpo. Y toco el día, Diario, y veo que es verdad, que soy verdad (12:01:34).

lunes, 3 de octubre de 2016

3 de octubre de 2016. Lunes.
EL JÚBILO

Llanto de rosa, en el jardín. F: FotVi

-Dejo la capilla del Carmen y la ermita (iglesia) de San Blas. Ayer fue el último día. Celebré misa, prediqué y contuve las lágrimas. Como diría aquél, me duele el alma; o mejor, me duelen, o me pesan, los años. Conforme me dejan los años, yo me voy dejando cosas en el camino. El camino de la vida, o camino de ir yéndose sin poder volver, o dejando, a lo sumo, un pañuelo de despedida en el aire. Se suele decir: «Cumplo años», y, en realidad, lo que cumplimos es el fin; fin disimulado de jubilación. El júbilo (o tedio) de la jubilación. Según se mire. Si miras los años que te van siguiendo fatigados, jadeantes, te entristeces; pero si miras el sentirte dando pasos, el sentirte avanzando, te alegras. O como diría Ingmar Bergman, director de cine sueco: «Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras subes, las fuerzas te van dejando, pero la mirada es más libre, la vista más dilatada y serena». Y será así, si para entonces ves. O si, como diría Borges, el divino (o malabarista literario) ciego, entras en la pavorosa soledad de la ceguera. «La ceguera es una forma de soledad», dejó dicho. (Digo malabarista porque, al escribir, se enreda en sueños y espejos y sale vivo de la pesadilla). Me estoy yendo, Diario; del todo, como el actor que hace mutis por el foro y es aplaudido; ayer, al finalizar la homilía, me aplaudieron. Me estoy yendo (19:57:57).

sábado, 1 de octubre de 2016

1 de octubre de 2016. Sábado.
OÍR LA PAZ

Amanecer, en Torre de la Horadada. F: FotVi

-Po fin parece que hemos despedido al verano, ese señor sudoroso y con pantalón corto, que desnudaba las playas. En verano, las playas se desnudan; en invierno, sin embargo, se visten de soledad. De hermosa soledad. La novedad es que ahora se oye el fluir del agua, se la nota estar, ser mar. Va y viene, y se la oye ir y venir. Y, como en los alcázares árabes, oír el agua en calma es oír la paz, darle vez al silencio para que diga que él también existe, se le advierta. Y, con él, la meditación, la reflexión, el pensamiento, que devanan la poesía. Siempre que se estime que la filosofía es otra clase de poesía. Dicen que dijo Alejandro Magno: «La poesía, que induce a los hombres al asombro, es fuente de la filosofía». (Hablaba con el sentir de Aristóteles, su maestro). Ayer fui a pasear junto al mar y me cautivó su rumor de fuente árabe, fuente de paz con arrullos. Latía el mar y latía yo, y ambos latidos se confundían. Se sentían próximos, Diario, y fui y le di la mano al mar (11:24:09).

viernes, 30 de septiembre de 2016

30 de septiembre de 2016. Viernes.
MORDISCO GOLOSO

El árbol de la ciencia, en Tallín. Estonia. F: FotVi

-En el dictum de Acton (siglo XIX) se dice que «el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente». El poder, ese vicio original, habido ya en el principio. En Génesis 3,5, se dice: «Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él (el árbol del bien y del mal), se os abrirán los ojos y seréis como dioses». Era la serpiente, el más astuto de los animales, la que hablaba. Como dioses, tendréis todo el poder. El poder absoluto, déspota, tajante, afilado. Se os abrirán los ojos, despertaréis de un mal sueño; se os abrirán los ojos del deseo. Y el deseo de poder desesperado, iracundo, irritado, es capaz de todo, hasta de dar muerte o morir matando. El deseo de permanecer, amurallándose, en el poder, y encerrarse en él con las bayonetas (ideológicas) caladas. Es lo que está sucediendo ahora en un partido político, respetable y necesario, por lo que es y ha sido, en esta etapa democrática, para España. La democracia, esta señora vestida de votos y de alternancias en el poder, que ahora parece estar en peligro. Yo, que no entiendo de política, creo saber algo de deseo y de poder, los dos pájaros oscuros que anidan en el corazón del hombre, y que, a veces, lo llevan a su propia destrucción. Le comen el seso y lo aniquilan, como una inmolación al dios que da y quita el dominio. Arder en la pira del poder, como una polilla en la llama que la atrae como un bello paisaje a la vista, o como el mordisco goloso, ávido, a una manzana; es decir, la del Paraíso. Sólo se trata, Diario, de morder; el gusto, antes del bocado, ya se derrama por las comisuras (11:50:58).

jueves, 29 de septiembre de 2016

29 de septiembre de 2016. Jueves.
TRAS SUS MIEDOS

Pájaro volando. Izquierdo. ABC

-Esta noche, se han vaciado los cielos. De lluvia, truenos y relámpagos. Y se han asustado los pájaros, ovillados en sus ramas. Cuando los cielos se desatan, los pájaros, en las ramas de los árboles, se recogen tras sus miedos. Y callan, y así esconden sus temores, sus pesadillas. Un pájaro es un soñador empedernido, contumaz. Que sueña mundos nuevos, donde poder anidar y seguir soñando. Los sueños de los pájaros: un nuevo nido, unos polluelos, cantar, morir, iluminar, volando. Los pájaros, Diario, mueren volando, como los poetas. O como escribiera Marina Tsvietáieva, poeta rusa: «Vivir. Y hacer lo posible porque los otros vivan» (19:11:48).

miércoles, 28 de septiembre de 2016

28 de septiembre de 2016. Miércoles.
Y FUE LA LLUVIA

Amanecer con lluvia, en Torre de la Horadada. 

-El otoño fue y dijo: «Que sea la lluvia», y fue la lluvia, como un milagro del cielo. El cielo, a veces, hace el milagro de la lluvia, que anima a la vida a seguir siendo vida, a seguir destellando. No sé por qué me conmueve la lluvia; quizá sea, Diario, porque llena a las plantas de luces, y las hace reír, y al sencillo y esperanzado campesino con ellas. La lluvia, por estas tierras, cuando cae, lo alegra todo, hasta a la tristeza (20:16:45).

martes, 27 de septiembre de 2016

27 de septiembre de 2016. Martes.
MÁSCARAS

La sencillez nos mira, en el jardín. F: FotVi

-En otoño, los mirlos no cantan, graznan. Y defecan (con perdón). Y lo hacen como Miguel Barceló en la Cúpula de la sala XX del Palacio de Naciones Unidas, en Ginebra, con chafarrinones de pintura lanzada al azar. Caiga donde caiga. Luego dirán que esto es arte, y tal vez lo sea. Pero arte acribillado, hecho de pepilla de pintura, o de puré de estrellas, quizá. De este modo, el cielo de la sala se llena de agresivas y pacientes estalactitas de colores, que amenazan caer. Este es el cielo o cúpula que yo veo en nuestro deambular político de ahora mismo. Todo está hecho de chafarrinones, de excreciones sectarias, de expulsiones voluntaristas, de intereses creados lanzados al techo, de infantilismos precoces, que amenazan caernos encima. No hay moderación, hay lucha, parapeto y lanza, demonios en la cabeza, embestidas de colores: azul, rojo, lila, naranja… ¿De qué color es la mentira? Los mil colores al techo, para que queden como obra de arte de la intolerancia, de la huida hacia adelante, aunque nos quede la sensación de que nos vamos a romper la crisma. La crisma de la responsabilidad. En este mundo casi celeste de la política, nadie se siente responsable. Abundan la charlatanería y la pesadez de estómago, en política abunda el descaro. O la máscara, que tapa el rostro y las verdaderas intenciones de quien la lleva. Nunca sabrás lo que piensa un político más allá de sus palabras; porque las palabras, Diario, son su máscara, su disfraz, su camuflaje (12:21:58).

domingo, 25 de septiembre de 2016

25 de septiembre de 2016. Domingo.
DESPEDIDA

San Blas, en procesión. F: Inma

-Hoy, domingo, me encuentro con Dios en la esquina del altar, al otro lado de su palabra. Palabra del Señor, decimos en la misa, y, levantándolo, besamos el libro santo, dejándolo luego abierto en el ambón para que nos vigile. Los libros siempre vigilan, y más si son santos. Vigilan las palabras que decimos en su nombre, y las que callamos, y las que le imputamos. Los libros siempre son mirada, observación, pero callada. Dios mira desde el libro que dices abrir en su nombre; y, según digas del libro, se ríe o se lamenta, o simplemente se asombra. Esta mañana el lleno de asombro y he sido yo; en San Blas, y de improviso, he recibido una bella despedida. Definitivamente, me jubilo. Después de cincuenta y nueve años de actividad pastoral, cojo el cáliz y la estola y me voy a Murcia, a vivir el júbilo de mi descanso. Una despedida hermosa e inesperada, y emocionada. Niños y mayores me han dicho cosas que alegran mis años, que le dan sentido. Que unas niñas te digan que se acordarán de ti, al igual que jóvenes y mayores, y de un modo espontáneo, te pone la voz ronca y gotas de agua en los ojos, lágrimas, que tú tratas de resistir. Luego están los cantores, cantando como los ángeles, o haciéndolo como sencillas personas que cantan -y bien- porque aman. Aman a Dios y al hermano, que en esta ocasión soy yo. Finalizada la misa, un familiar ágape, otra especie de misa, pero ésta no precisamente santa, o quién sabe, a lo mejor sí. En la primera Dios se hace hombre y muere y resucita por amor; en la segunda, el amor se hace aperitivo y habita entre nosotros. Entonces pienso que todo es gracia de Dios, Diario, incluso mi vida perdonada, errática a veces, pero siempre abierta, como un evangelio pequeño, al amor de Dios y del prójimo, mi feliz destino, hasta el último momento (19:50:24).

jueves, 22 de septiembre de 2016

22 de septiembre de 2016. Jueves.
UN LAMENTO DE LIBÉLULA

Lamento de libélula, en el jardín. F: FotVi

-Se me aparece la paz, vestida con un lamento de libélula. Es una palabra, que como el otoño, se viste de hojas caídas. La paz -como aquella princesa de Rubén Darío- está triste, ya que es «la libélula vaga de una vaga ilusión». Una libélula, o la fragilidad, la duda. Una vaga ilusión. Ayer fue adulado, celebrado, el Día Mundial de la Paz, una paz en guerra. Guerra en Siria, guerra en Afganistán, guerra en Iraq, guerra en Yemen, guerra en el mar, donde mueren los empujados, por las guerras, a huir. Cuando la paz es un castillo de naipes, se celebra el día de la paz. Con pompa y solemnidad, con discursos engreídos, llenos de falsedad. El mundo, decía el Papa Francisco en Asís, «tiene una ardiente sed de paz». Pero el mundo olvida, mira hacia otro lado, porque el mundo vive en «el paganismo de la indiferencia». La indiferencia, ese pecado blanco, agua con limón, nada con nata, que nos hace ser apáticos con lo que no nos toca, con lo que pasa a nuestro lado clamando pero sin rozarnos, y nos deja desganados; lamentándonos, pero tibios. Sin armas pacíficas -como el diálogo, el respeto al prójimo, el mirar un poco más allá de nuestros propios intereses, mirada que alcance horizontes nuevos, iluminados-, no habrá paz en el mundo. Con estas ausencias en el corazón del hombre, la paz será como un bello sueño, que al despertar, se borra, enmudece, se hace tierra baldía, sin nada que cantar. Día de la paz, Diario, o día de la volatilidad (12:21:35).

martes, 20 de septiembre de 2016

20 de septiembre de 2016. Martes.
LA LLUVIA LEVE

Lluvia callada, en el jardín. F: FotVi

-Esta mañana, por fin, han caído diez gotas y media por metro cuadrado de lluvia. Lluvia mínima, contenida, callada, que, sin embargo, refresca el ambiente. Hasta ha puesto silbos en la boca de los pájaros, que exultan en el árbol. Revolotean, pían, se persiguen, se aman, bajo la prudente lluvia. Que dirá: «No sea que se majen y no puedan volar». La lluvia compasiva, la lluvia con corazón de mariposa, la lluvia leve, casi hecha de aire. ¿O es aire? Esta lluvia fina es aire en descensión, que alivia la sequía. Primero asciende, y luego cae, como un suceso de gracia. Me conmueve esta lluvia pequeña que te moja sin calar, como una mirada humilde de H2o. Y, entretanto, siguen los dramas en el mundo: el drama sirio, el drama de los inmigrantes en las fronteras, el drama ecológico, el drama de la droga que anula la voluntad, el drama del paro, el drama de la desigualdad, la crisis de valores. O enterrar valores, para que se hagan más visibles y escandalicen más los defectos. Pero yo digo con la poeta Raquel Lanseros: «Me pongo por testigo en esta hora, / cuando la lluvia lava más que riega / y los libros liberan más que nutren». Esta mañana, Diario, mientras contemplaba el mar, me mojaba con esta pequeña lluvia, que me hablaba de paz y lavaba mi interior, curándome de alegres veleidades (19:31:16).

lunes, 19 de septiembre de 2016

19 de septiembre de 2016. Lunes.
COMO LA DROGA

Morir en lo blanco, en el jardín. F: FotVi

-Ha dicho el Papa Francisco: «La corrupción es como la droga. Algunos piensan que pueden usarla y dejarla, pero produce adicción. Y genera pobreza, explotación y sufrimiento». La corrupción, o la garra que te atrapa. Y lo hace por el lugar más indefenso, por el deseo. Deseo ser grande, y me dispongo a construir una torre de Babel que cree recelos en el cielo. Por algo Aristóteles consideraba más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista al enemigo. Conquistar los deseos, sería algo así como conquistar un incendio mientras éste destruye lo que toca. El deseo, encendido, es un momento de codicia que se desborda, un acto de amor extraviado. Sin percatarnos de sus consecuencias, con el deseo nos ocurre lo que decía Marcel Proust, que «nos fuerza a amar aquello que nos hará sufrir». El deseo es como el perfume, su aroma es efímero, al poco, se desvanece, huye, deserta de ti. Desear la droga, es desear tu destrucción. Y el Papa Francisco compara la corrupción a la droga, que apresa y te inmoviliza intelectual y afectivamente. La droga arruina la voluntad, y, sin voluntad, la corrupción arruina la conciencia moral del individuo, que ve bien, o no le importa, la explotación y sufrimiento del contrario, del hermano. El corrupto, que no ve más que los tantos por ciento que él se lleva, no ve la angustia del que apenas tiene para sobrevivir. El corrupto, Diario, pasa del dolor ajeno, y sólo se concentra en espesar, en hacer grande, su cuenta corriente, su cuenta de vileza (18:59:09).

sábado, 17 de septiembre de 2016

17 de septiembre de 2016. Sábado.
ESTAR

Sol caedizo, en Lo Pagán. FotVi

-Se hiela el tiempo y, para recibir al otoño, se ilustra de lluvia. De lluvia, en el norte; aquí abajo, nos toca seguir esperando que llueva, la Virgen de la cueva… Leo: «Inundaciones, frío y olas de siete metros a las puertas del otoño en Asturias»; o sea, que el otoño viene a galope tendido, en veloz caballo, por allá arriba, mientras que, por aquí abajo, llega a los lomos de un paciente y resignado burro, que mira con ojos tristes. Allá arriba, llega; acá abajo, quizá llegue. O no llegue. Por estas tierras, en lluvias, siempre nos toca las de perder, o las de ganar en sol, que apaga las cosechas. El sol, como libro de vida, nos enseña que, si se abusa de él, mata. Mirad un campo de girasoles sin agua: los girasoles aparecen con la corona baja, cenicienta, enlutada, abatida. El girasol, que vive por el sol, sin agua, se muere de sol. Es como morirse de amor. Te mata lo que amas. ¡Ah, la vida, esa fragilidad que nos mantiene en pie, esa hebra de luz que nos alumbra, que cada día nos da el sí para seguir en la brecha, para continuar andando! ¡La vida, ese don! Hoy, un sol caedizo, silente -silencio que habla-, recorre los cielos en son de paz, y nos dice que vivamos, y él, que es sol, nos dice que no desfallezcamos, que sigamos esperando la lluvia, para poder seguir viviendo. Él se reconoce ya debilidad. En Ladera Este, y en el poema Cuento de dos jardines, dice Octavio Paz: «No sabemos hacia dónde vamos, / transcurrir es suficiente, transcurrir es quedarse». Transcurrir, Diario, con sol o con lluvia; transcurrir es estar (12:02:16).

miércoles, 14 de septiembre de 2016

14 de septiembre de 2016. Miércoles.
MARTES Y TRECE

Parpadeando, en el jardín. F: FotVi

-Ayer fue martes y trece, o martes y el ensalmo, el hechizo. Es el asombro de lo inverosímil, de lo que es fábula. En el mundo de hoy, prevalece la quimera por encima de la realidad. Incluso más que en otros tiempos, donde todo eran brujas y hechizos, y pócimas. En aquella época, quemaban tristemente a las brujas, hoy, por el contrario, las ensalzan, las hacen éxito viral. Las meten por las redes y por ahí andan, haciendo artificios, creando falsas ilusiones, iluminando fantasías. En la televisión todo parece grande, los pecados y las virtudes. Pero una vez fuera de los objetivos y los focos, todo se empequeñece, se puede medir, todo es pequeño acontecimiento, todo es humano. Fuera de los focos hay lágrimas, ilusiones, chascos, y los años que no perdonan. Hay días que, bajo los focos, uno ríe, celebra su éxito, pero, una vez en la oscuridad, se deshace el mito, se rompe la arbitrariedad, se ocultan los lamentos. Ayer, martes y trece, pensé todo esto, mientras leía al poeta Shuntaro Tanicawa, que en un poema titulado Un Chagall y una hoja de roble, decía: «He gastado todos mis ahorros en una litografía de Chagall / y la he puesto junto a una hoja de roble que encontré en el camino… / El Chagall es hermoso. / La ahoja de roble es hermosa… Mirando la hoja de roble / pienso en la delicadeza de lo creado… Una hoja de roble y Chagall, / ambos preciosos, irreemplazables». A veces, pienso, Diario, que la poesía nos salva de nuestras ofuscaciones y delirios absurdos y nos pone en nuestro sitio de seres humanos, con nuestros miedos y sueños, todo a la vez, como un milagro que parpadea (19:28:04).

lunes, 12 de septiembre de 2016

12 de septiembre de 2016. Lunes.
TODO ES RELÁMPAGO

Luz, en el jardín. F: FotVi

-Abre el día y, con el día, se abre la palabra. Y se abre la palabra porque está en todas las cosas. Ahí está la luz, y la palabra que va con ella, diciéndola y definiéndola, amándola. Luz, la que abre el día, y su palabra, haciéndola. Y la hormiga, y la flor, y el mar, y el tiempo, todo va con su palabra a cuestas. Se arremolinan las cosas ante la palabra para ser dichas. Y la palabra elige a las que quiere, hoy a dicho luz, y nube, y Dios. «Crece la luz bajo tu hermosa mano», he cantado yo en un himno de Laudes. Con la luz acariciándome los labios, con la luz hurgándome en los labios, con la luz saltando como una chispa de mis labios. Chispa de luz, o chispa de palabra. Porque en este milagro que es la palabra, todo es chispa, exhalación, destello; todo es relámpago. Todo es luz que estalla. Y yo me acojo a esa luz para ver, para estar en el día, para poderlo decir. Digo día, Diario, y se me llena la boca de luz (19:49:02).

sábado, 10 de septiembre de 2016

10 de septiembre de 2016. Sábado.
RESPLANDEZCAMOS

A la deriva, en Los Alcázares. F: FotVi

-La fragilidad de la vida nos toca cada día, avisándonos. Como dioses en miniatura, nos creemos imperecederos, sublimes, y, sin embargo, el barro del que estamos hechos acude a nuestras heridas, y las delata. Cada día, por una u otra causa, se rompe una vasija, y nos llena de estupor el trance. Vidas rotas en el mar, en un accidente, o la muerte misma de todos los días, la que nos sorprende jugando a los dados o planificando un viaje a las estrellas. Ayer fue en O Porriño, antes en Santiago de Compostela, todos los días en Siria, en Irak, en el punto más inverosímil de cualquier carretera del mundo; y hoy, no sabemos. La muerte «no se sabe», ni cuando llega. La muerte es un «un no saber», que electriza la mente y -de ordinario- la enferma de miedos. ¿Qué es y qué hay después de esa bella vasija rota que es la muerte? Para el creyente, Dios; para el no creyente, la nada, el «no estar»; para el no creyente todo se disuelve en el todo, como un azucarillo en el café. O en la nada, en la que no cabe ni el café. En todo caso, nos queda la esperanza. O el «seamos optimistas», resplandezcamos. En el relato Deutsches Requiem, del libro El Aleph, de Jorge Luis Borges, dice Otto Dietrich, que va a morir: «Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno». Me condeno, viene a decir, pero existo, no me diluyo en el absurdo, soy. La muerte, Diario; o la expectante angustia de tener que esperarla, pues llega sin aviso (20:48:51).