10 de febrero de 2017. Viernes.
ASOMBRO DULCE
Gusto crujiente, caído del árbol. F: FotVi |
-Me pongo a escribir de mañana, y, de pronto, me
alumbra el sueño en los ojos, me da con los nudillos en los párpados e intenta
eclipsarlos: la placidez entonces se instala en todo mi cuerpo. Una especie de
nirvana soñador. Un nirvana liberador de sufrimientos, un estado de felicidad suprema.
Algo así como morder una manzana y no pensar en nada que no sea su gusto
crujiente y sabroso, su delicioso aroma y textura. (Mastico -pienso- y se me
llena la boca de un asombro dulce. Me relamo). De pronto, abro los ojos y me
doy con internet, que me llama, mientras sigo con el regusto de la manzana en
la boca. Y en internet, las noticias son o malas o regulares. Aunque alguna, no
obstante, puede salvarse. Leo casos de condenas: el Gürtel: Correa, El Bigotes,
Crespo, malvados; casos de juicios: el fiscal que le dice al señor Mas: «Este
juicio también es democracia», por lo visto dudaba el señor Mas (duda
interesada de un pícaro malandrín); Trump y sus bravuconadas, de altos
decibelios, que asustan, pero solo a los timoratos; en unas maniobras del
Ejército, cuatro heridos, consecuencia de emplear fuego real en una guerra de
mentira; Cataluña no negocia, pero el Estado tiene que pagar sus deudas, son listos;
en lo lejano, en el cielo infinito, descubren un puente de estrellas que
conecta dos galaxias, noticia que alegrará mucho al que duerma esta noche en la
estación del metro: en la soledad de su sueño celebrará que exista este puente
de estrellas, por el que se verá transitando hacia vida más benigna y compasiva;
y una frase que salva a la prensa y su noticiario de tanta perversidad:
Carolina Marín -oro en Brasil-, dice: «El oro lo conseguí yo, pero es un logro
de este país». Se refiere a España. Y a mí, que apenas soy algo que respira en «este
país», me da por emocionarme e inicio un aplauso, que nadie oye, salvo mi corazón agradecido. Como
ves, Diario, todo son juicios, condenas, vilezas, cosas amenazantes, mentiras,
medias verdades, alguna verdad (Carolina Marín), por lo que intento volver al
nirvana soñador, y ya no puedo, no hay manzana que morder que asombre mi boca
de clamor goloso, y sí hay algo que me dice: «Mortal, ha pasado tu hora», y me
siento atrapado, sin remedio, en esta levedad ilusa -crédula- que es la vida (19:26:15).