13 de agosto de
2017. Domingo.
LOS
AZULES
Arcanos en el cielo, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Y vas y te paras a meditar:
te detienes a pensar en serio, con método y un papel enfrente para ir anotando
conclusiones. O anotas tus conclusiones en tu interior, donde están el corazón y
los sentimientos que les acompañan, y lo sueños, donde anidan pájaros y alguna
estrella, y un cielo extenso e inabarcable. Y donde andan casi todos los
azules, salvo los que se tomó el trabajo de robarle Picasso al cielo (años 1901
a 1904) en su etapa azul. Ponía el pincel a pensar y todo le salía azul. Hasta
la piedad -virtud que escasea- de una madre abrazada a su hijo. La piedad, esa
virtud ausente, descartada, excluida. Todos admiramos la piedad de una madre
para con su hijo, ¿pero y la del hijo para con la madre? Se ven residencias en
las que la vejez jamás ríe: solo mira, con los ojos perdidos, el infinito. O,
como un niño, juega a mirarse las manos, o a decir palabras sin sentido, o
hacer silencios que incendian. Pero, Diario, ¿adónde miran los ojos de un
anciano cuando, en la soledad, se pierden en el infinito? ¿O qué dicen sus extrañas
palabras? ¿Y el clamor de sus largos silencios? (19:51:15).