21 de agosto de
2017. Lunes.
MIRADAS
INDISCRETAS
Muriendo junto al mar, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Siempre ando por el
mundo de incógnito, velado, con un aparente disfraz que me protege. Me protege
de mí mismo. Y de miradas indiscretas. Siempre hay una mirada que, como flecha
de indio invisible, te puede atravesar: en la frente, en los ojos, en el
corazón. Las flechas que dan en el corazón son las que más hieren y las que, a
la postre, matan. No me gusta distinguirme ni sobresalir, nado en la intimidad,
pero, desde ahí, respiro a la humanidad, que viaja conmigo en el mismo vagón del
tren que cogí en Molina un 24 de octubre de un año precoz, y que, si no descarrila
o es atacado por los malos, intenta llegar al mismo y concluyente destino, que
no es otro que el tránsito (o muerte) y su oculto, misterioso e inquietante después, donde nos espera, para unos, Diario,
la Trascendencia, para otros, la nada o el no estar: o la sola y volátil y
turbia ceniza, que, aventada, se lleva, con los sueños, el aire, azulando la
luz del sol (19:08:05).