23 de marzo de 2019. Sábado.
MIEDO DE LAS
PALABRAS
Siempre hay un rayo de luz, que nos salva. En Salinas de San Pedro. F; FotVi |
-Sábado gris y con una pizca de lluvia, como si se le
echara una rociada de sal al cocido, que crepita en la lumbre. La lumbre de la
política. En Barcelona, donde los animalistas han suprimido los toros, un tal Torra,
sin embargo, se le ve lidiando a la ley y al Estado con una «estelada» y un lacito
amarillo en la solapa, a modo de nudo gordiano de la mentira y el cachondeo. Quizá
se deba esto a que como dice Chesterton: «Estimo que se trata de un hombre exclusivamente
preocupado por una broma, y esto lo hace un hombre peligroso». O aquello otro: «La
superstición de las grandes civilizaciones se ha hecho mala, pero la superstición
de las nacionalidades pequeñas es peor». Y los políticos en Madrid, tirándose
pullas, y destapando sus verdades, que, si ganan las elecciones, se convertirán
en mentiras. Y mientras, en el personal de a pie, un susto de película de
terror, en el que el asombro y la angustia se mezclan para excitar los miedos
sobre el porvenir. Me asustan las palabras y las miradas, y las manos con las
que el simio humano y político come y tira contra el otro todo lo que encuentra
a su paso. Ha bajado la capacidad intelectual de los políticos y ha subido su
tono agresivo y cínico. Y he de confesar que tengo miedo de las palabras, palabras
que se han vuelto broncas y belicosas, y, por tanto, temibles. Un servidor pide
a Dios que nos libre de nuestros demonios, los que tanto daño nos han hecho a
lo largo de la historia; pero de entre todos, y de un modo especial, Diario, los demonios del odio y la venganza, y el de la intolerancia (17:57:29).