12 de marzo de 2019. Martes.
PALOMAS ZUREANDO
Ascensión vegetal (y musical) al cielo, en Éfeso. Turquía. F: FotVi |
-Otro día de sol y de palomas
zureando. Hoy no salgo a andar. Ayer, como cualquier deportista, tuve, de
pronto y sin aviso, un pinchazo en los gemelos. Quedé paralizado y renqueando. Y
muy tocado por el dolor (y la vejez), pude llegar, por fin, a mi destino. Ya en
casa, analicé la situación, y vi que el tobillo se había inflamado. Eché mano
de un gel analgésico y antiinflamatorio y, dolorido, me puse a trabajar. Y aquí
estoy, trabajando. Esta mañana, he leído y escrito, y oído música. Ahora, en
cualquier emisión de radio, te abruman con rock and roll (o música de roca y
rollo); pero yo sigo con Mozart, Tchaikovski, Back. Y el gran Beethoven. Y son
los compositores a los que acudo cuando dejo la calle y me sumerjo en el silencio,
donde se hallan, ocultos y expectantes, los grandes (o pequeños) mensajes del
espíritu. Esta mañana, luego de escribir un rato, me he puesto a oír a Mozart (Concierto para piano y orquesta nº 21) y
a Back, en su Cantata 147. Y, mientras
oía esta música, en la que parecen confluir tierra y cielo, y Dios, que va de
corcheas a violines, y de estos en ascensión hacia las estrellas, ha descansado
mi pie y he dado suelta a mis silencios, que me han hablado del bien,
tan íntimo e inquieto, y de la intangibilidad de la belleza, sutil y acuosa, y tan hecha de espíritu y gracia, y armonía (19:14:49).
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