8 de marzo de 2019. Viernes.
DÍA DE LA MUJER
Tulipanes para la mujer, en Pamukkale. Turquía. F: FotVi |
-Me tiembla el día –claro
y soleado– en los ojos, pero abro las manos y me surge una paloma. No la de la
paz de Picasso, que también, sino la de mi corazón en paz. La paz que irradia
la ancianidad tranquila, por haber vivido y ha dejado vivir, sin incordios, sin pugnas,
sin iras. Hoy, 8 de marzo, alguien ha determinado que sea el día de la mujer.
¿Y por qué no también el día de ayer, y el de mañana, y el del 10 de abril, y
el del 15 de junio, y hasta el del 31 de diciembre? Un servidor todos los días les
da las gracias a las mujeres –tan señoras y tan leales– que nos sirven. Señoras
en todo: en la cocina, la limpieza, la lavandería. Yo les miro las manos y me
conmuevo. Con esas manos tan afanadas, tan hacendosas, tan maternales, nos
atienden. Y los ojos; les miro los ojos y a todas les sonríen; son ojos que destilan
amistad y humanidad, ojos que consuelan. En nuestra ancianidad, cualquier
mirada o gesto amable, nos sabe a un dulce sin azúcar. (Sin azúcar, por lo de la glucosa,
de todo aquel que pasa de los 60, en la sangre). Hoy, como cada día, celebro la
grandeza de estas mujeres y pido por la igualdad en todos los órdenes: en el
trabajo, en la casa, en los salarios, en su dignidad. Sobre todo, Diario, en su
dignidad, de donde emanan todos las demás oportunidades y logros, con todo el potencial de elevarse y, como diría San Juan de la Cruz, poder así «darle a la
caza alcance» (18:03:53).
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