23 de diciembre de 2019. Lunes.
LAS CALLES BRILLAN
En Belén, donde nació Jesús. Israel. F: FotVi |
-Con motivo de la Navidad, Eduardo Jordá escribe en ABC: «Las calles brillan. Quizá sea una forma de abrazar la felicidad». Sólo que esas luces, de ordinario, brillan en las calles donde hay más luz, y menos, en las que abunda la pobreza y la escasez. Escasez de pan y escasez de luz. En Navidad hay calles que «brillan» más, y otras que quedan sólo con la luz amarillenta e indigente de la bombilla solitaria que apenas ilumina un desconchón de la fachada donde luce. Yo creo que la Navidad es más para estas últimas, donde hay probablemente menos luz ficticia, y más verdadera «luminosidad» interior, como una iglesia solitaria alumbrada sólo por velas, donde afuera clamaran los lobos y dentro se encendiese el encuentro místico con Dios de los que rezan y contemplan. Hay que bajar a la Navidad menos iluminada del pobre que duerme en la calle y del que va con la mano alargada pidiendo una limosna. Del que bebe vino y huele mal, y que, sin dientes, suplica al que pasa que le dé una moneda, como si se lo pidiera a Dios. O sabiendo que se lo pide a Dios. Sin duda que ahí está la más hermosa y solidaria luz de la Navidad, Diario, la que de verdad y con gran clamor hace que se abrace la auténtica felicidad, la del Niño que llora y recibe el abrazo de su madre María, la otra luz admirable y celeste de la Navidad (18:04:07).