sábado, 30 de noviembre de 2019

29 de noviembre de 2019. Viernes.
UN PEQUEÑO Y MARAVILLOSO MILAGRO

Puertas y rejas, Playa de Las Canteras. Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi 

-Las puertas sirven para entrar y salir; pero, sobre todo, para recluir y enclaustrar. Y más si son puertas con llave y rejas. Con sentimiento de cárcel. Por eso me gusta el campo abierto, sin puertas, y con horizontes a los que intentar llegar, mientras se vive el intermedio. De siempre me han dado miedo las puertas, por los secretos y las tiranías que, a veces, hay detrás de ellas. Recuerdo que tenía un canario encerrado en una jaula: un día le abrí la puerta y, tras una pequeña duda, echó a volar, con gozo en el pico, cantando. Se fue a un balcón de la casa de enfrente, miró a todos lados, bizarro, y, dejando un relámpago de amarillo en el aire, desapareció. Yo, con mi pena alegre, traté de olvidarlo. Aunque siempre que miraba la jaula, aquella puerta abierta, había un latido que sonaba más que el siguiente. Hasta que un día se produjo un pequeño y maravilloso milagro. El canario, con un júbilo nuevo en el pico, volvió y, sobre la jaula, remoloneó, piando, hasta que entró y se acomodó dentro, sin dejar de piar. Allí estaban el alpiste y el agua, y la claridad de los barrotes de la jaula. Nos miramos: no sé si intencionadamente o por causalidad. Él volvió a sus gorjeos y yo a la alegría de tenerlo cerca, pero con la puerta de la jaula abierta, para que entrara y saliera cuando lo deseara, como uno más de casa, con su libertad intacta, Diario, y su dignidad repuesta (19:01:08).

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