29 de noviembre de 2019. Viernes.
UN PEQUEÑO Y
MARAVILLOSO MILAGRO
Puertas y rejas, Playa de Las Canteras. Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi |
-Las puertas sirven para
entrar y salir; pero, sobre todo, para recluir y enclaustrar. Y más si son
puertas con llave y rejas. Con sentimiento de cárcel. Por eso me gusta el campo
abierto, sin puertas, y con horizontes a los que intentar llegar, mientras se
vive el intermedio. De siempre me han dado miedo las puertas, por los secretos y
las tiranías que, a veces, hay detrás de ellas. Recuerdo que tenía un canario
encerrado en una jaula: un día le abrí la puerta y, tras una pequeña duda, echó
a volar, con gozo en el pico, cantando. Se fue a un balcón de la casa de enfrente,
miró a todos lados, bizarro, y, dejando un relámpago de amarillo en el aire,
desapareció. Yo, con mi pena alegre, traté de olvidarlo. Aunque siempre que
miraba la jaula, aquella puerta abierta, había un latido que sonaba más que el
siguiente. Hasta que un día se produjo un pequeño y maravilloso milagro. El
canario, con un júbilo nuevo en el pico, volvió y, sobre la jaula, remoloneó, piando,
hasta que entró y se acomodó dentro, sin dejar de piar. Allí estaban el alpiste
y el agua, y la claridad de los barrotes de la jaula. Nos miramos: no sé si
intencionadamente o por causalidad. Él volvió a sus gorjeos y yo a la alegría
de tenerlo cerca, pero con la puerta de la jaula abierta, para que entrara y saliera
cuando lo deseara, como uno más de casa, con su libertad intacta, Diario, y su
dignidad repuesta (19:01:08).
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